El obituario del Foro Social Mundial

08/02/2010
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Han pasado 10 años desde que apareció por primera vez el Foro Social Mundial en enero del 2001, en Porto Alegre (Brasil), como un espacio alterno y disidente a la cumbre de los países más poderosos del mundo, donde los representantes de las distintas organizaciones sociales podían darse cita para conocer otras experiencias y realidades, para sentir que no se estaba solo en la lucha por una sociedad mundial diferente.
 
Ha sido una década en donde este objetivo se cumplió a cabalidad, sobre todo por la descentralización que tuvo este proceso a nivel de cada continente y de cada país. Proceso que no estuvo exento de problemas, enfrentamientos y divisiones. El ejemplo peruano es muy ilustrativo al respecto, con el Foro de la Cultura Solidaria por un lado y un supuesto foro “oficial” peruano por el otro. La confrontación con la realidad demostró cuál de los dos tenía mayor importancia.
 
Sin embargo, el último Foro Social Mundial acaecido hace pocos días tanto en Brasil como en diferentes partes del mundo, puesto que se optó por descentralizar sus actividades en veinte ciudades distintas del globo, ha demostrado la agonía de este proceso. Urge actualmente la necesidad de optar por la eutanasia para así evitar que se prolongue innecesariamente y se desprestigian sus primigenias banderas de lucha. Raúl Zibechi (ALAI) lo ha dejado claro: “Si alguna vez los foros fueron un genuino encuentro de movimientos sociales, en los hechos se convirtieron en encuentros de elites, intelectuales, miembros de ONGs y representantes de organizaciones sociales.” Susan George (El País, 08/01/2010), una de las principales impulsadoras de este proceso en Francia, ha afirmado que la estrategia de ir de cumbre en cumbre es un modelo insostenible.
 
Porque si se va más allá de ver al foro como un espacio “liberado” en donde se podía gritar a viva voz y donde se podían interconectar distintas organizaciones sociales del mundo, el panorama es calamitoso. Puesto que si el movimiento del Foro aspiró a ser algo más, en algún momento de su trayectoria, las oportunidades que se le presentaron desvelaron sus enormes limitaciones. La guerra desatada en Irak, pero sobre todo, la crisis económica de setiembre del 2008, no fueron aprovechadas para crear un movimiento político mayor que cuestionara abiertamente y con eficacia al actual sistema político y económico. Sami Nair (El País 30/01/2010) se pregunta en ese sentido: “¿Por qué el movimiento antiglobalización no se ha aprovechado políticamente de esta crisis? ¿Por qué da la impresión de haberse apagado en el preciso momento en que se encendía el fuego?”.
 
Han quedado en claro, tras esta década, dos cosas: la necesidad de globalizar (interrelacionar) las distintas luchas contra el sistema político y económico que nos rige, y enfatizar de manera intensiva que dichas luchas se desarrollen en otros espacios que no sean exclusivamente los procesos electorales. De lo que se trata es de empoderar a una ciudadanía global para que pueda fiscalizar a los distintos niveles de gobierno estatal (prefecturas, municipalidades, regiones o departamentos, gobierno nacional y comunidades continentales), y que pueda finalmente inclinar las decisiones gubernamentales a su favor. Sin una ciudadanía consciente de sus derechos y posibilidades, educada y consecuente, es imposible cualquier tipo de transformación social, puesto que el poder no viene ni del fusil ni de caudillos iluminados.
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Héctor Huerto Vizcarra
Historiador y Magíster (Maestro) en Ciencias Políticas. Profesor de la UCSS
https://www.alainet.org/es/articulo/139338
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