Latinobarómetro: Insidia Contraindígena y Sesgo Antidemocrático

12/02/2010
  • Español
  • English
  • Français
  • Deutsch
  • Português
  • Opinión
-A +A
Corporación Latinobarómetro (http://www.latinobarometro.org) es una asociación chilena que viene realizando desde 1995 encuestas de opinión política en diversos países con un radio creciente hasta cubrir hoy prácticamente a toda América Latina. Aunque parezca ciertamente excesivo para un espacio tan plural, Latinobarómetro presume de la eficacia de sus métodos de muestreo para cubrir el estado de opinión del cien por ciento de la población observada. Con orgullo se autopresenta como “el primer banco de datos de opinión en español, el primero en el hemisferio sur, el primero en América Latina”. Tiene un convenio firmado con el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, con cuyos informes de desarrollo humano asegura que colabora. Su informe último, de 2009, cuenta, entre otros apoyos, con los de la Organización de Estados Americanos, de algunos Estados en particular y de las Agencias de Cooperación de España, Canadá y de Suecia. Con tales credenciales y todo, el Informe 2009 de Latinobarómetro no sólo es que sea antidemocrático, sino que encima resulta racista.
 
Confieso que no lo he advertido por mí mismo. La pista me la ha dado Andrew Nickson, miembro del Instituto de Desarrollo Internacional de la Universidad de Birmingham, quien hace unos días dirigió un mensaje a Latinobarómetro con una sencilla pregunta metodológica: “Quisiera saber si en los países pluri-lingüísticos (sobre todo Paraguay, pero también Perú y Bolivia) se realizan las encuestas en el ‘idioma del hogar’ o siempre en castellano”, recibiendo esta extraña respuesta: “Las entrevistas se realizan en el idioma materno del encuestado. El único país de la region que tiene población masiva con idioma materno no español es Guatemala”. Perplejo, Nickson insiste recordando la importancia como primera lengua del guaraní y preguntándose: “¿En qué idioma se realizan las encuestas anuales sobre gobernabilidad de Latinobarómetro en Paraguay? Pregunto esto porque, en caso de que sea exclusivamente en castellano, se corre un gran riesgo de sesgo”. Ahora se le responde con una matización de trazos bien gruesos: “En Bolivia, Perú, Paraguay casi no hay primeras naciones que no hablen español. Esa es la diferencia principal. Los mayas no van a la escuela en español, mientras los guaraníes y los quechuas sí van”. Descorazonado, Nickson envía el intercambio a la lista web Guaraní Ñe’ẽ con este comentario: “Es desesperante la ignorancia de Latinobarómetro en la cuestión lingüística - y preocupante porque es una institución muy prestigiosa en América Latina. Ya me cansé de hacerles entender - ¿alguien se atreve a ‘tomar la batuta’?”.
 
No estoy cualificado para tomar el testigo de la batuta lingüística, aunque me consta de primera mano hasta qué punto idiomas como los citados, el guaraní y el quechua, son primera lengua para millones de personas y hasta qué punto también hay quienes son monolingües en lenguas indígenas o bilingües en estas lenguas y no en castellano. Lo que puedo es analizar los informes de Latinobarámetro para comprobar si se confirma el temor del gran riesgo de sesgo. Tras hacerlo debo confesar que mi sorpresa ha sido mayúscula. No es sólo que los informes sean sesgados. Lo que resulta es que, con todo su apoyo de Naciones Unidas, de la Organización de Estados Americanos y de las Agencias de Cooperación de España, de Suecia y de Canadá, el Latinobarómetro ni siquiera hace mucho por ocultar sus posiciones antidemocráticas y sus prejuicios racistas.
 
Puede comprobarse fácilmente en el Informe 2009, publicado en noviembre en Santiago de Chile. Por mi responsabilidad como miembro del Foro Permanente de Naciones Unidas para las Cuestiones Indígenas, lo primero que chequeo es por supuesto la consideración prestada a la presencia indígena. Sólo se le toma en cuenta en una ocasión, a propósito en concreto de esta pregunta con respuestas inducidas: “No me gustaría tener como vecinos: Homosexuales, Africanos/negros, Analfabetos, Indígenas, Pobres, Inmigrantes”. Las contestaciones se procesan como si de una evidencia científica se tratase: “Los homosexuales es el grupo que más rechazo produce con un 29% promedio en la región, mientras todos los otros grupos medidos alcanzan entre un 14% (Inmigrantes) y un 12% (Indígenas, Analfabetos y Negros)”. La única comparecencia indígena se produce en tales términos adversativos y en tal contexto ignominioso. Por supuesto, desde la homosexualidad a la inmigración, la compañía es digna, pero la forma de la pregunta con su elenco de respuestas infunde la ignominia. ¿Es que no se concibe que alguien no quiera tener entre sus vecinos a un chileno tan racista como para formular ese tipo de preguntas?
 
La pregunta también delata el universo encuestado, pues resulta entonces aquel que no pertenece ni se identifica con tales categorías, desde la de homosexuales a la de inmigrantes. Por el tenor de la pregunta queda claro que la encuesta no se dirige a nadie que sea indígena residiendo en comunidad indígena y hablando lengua indígena, en cuyo caso su planteamiento, además siempre de ofensivo, resultaría ridículo. Si sumamos el resto de las vecindades indeseadas, ¿dónde queda el cien por ciento de la población representada? Dicho mejor, ¿qué representación de la misma tienen quienes formulan tal pregunta sugiriendo tales respuestas? Latinobarómetro ni siquiera ha querido cobrar conciencia de la pluralidad. No es raro que ignore cuales lenguas hablan quienes, por indígenas, resultan excluidos del universo encuestado. Es su existencia misma lo que Latinobarómetro ignora. A indígenas no hay más referencias en el Informe 2009. Recordemos que estamos en el año en el que un país latinoamericano, Bolivia, se ha refundado como Estado Plurinacional en consideración de los derechos de los pueblos indígenas. Sobre esto comentaré luego.
 
Cualquiera que haya tenido relación con la práctica de encuestas de opinión o que haya reflexionado mínimamente sobre el particular, sabe que la mejor manera de manipular las respuestas es sesgando las preguntas. Si éstas dan pie al racismo, se obtendrá un porcentaje que de otra forma ni se manifestaría. En el caso, tan sólo con la formulación de una pregunta tan insidiosa como esa de las vecindades indeseadas, solamente con esto, se atenta contra la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación Racial, no digo contra el Código Penal de Chile pues éste no está a la altura de la lucha internacional contra el racismo. La facilidad con la que Latinobarómetro consigue apoyo de agencias internacionales y de otros Estados dice algo de la falta de independencia de las mismas en el caso muy particular de Chile.
 
Las posiciones más generales del Latinobarómetro son aparentemente constitucionales y resultan sustancialmente antidemocráticas. El Informe 2009 selecciona el caso más importante del año a su criterio no sólo en sí mismo, sino también por su significación para el conjunto de América Latina con vistas a las tendencias que pueda estar indicando. En el año, como ya he recordado, de la refundación de Bolivia como Estado Plurinacional, el caso que se elige es el de Honduras por su golpe de Estado, no naturalmente porque se le bendiga, sino porque se entiende que su encauzamiento y desenlace muestra la creciente fortaleza del sistema constitucional por Latinoamérica. Obsérvese cuidadosamente, con el mismo cuidado como se ha redactado el párrafo, la forme de presentarse el evento: “El poder del mundo entero no logró minar la solidez de la oposición a Zelaya que resistió sin transar. No hay que subestimar la voluntad de los pueblos, porque a fin de cuentas, no hay golpes de estado que no cuenten con el apoyo de la población. Los datos 2009 muestran a Honduras como un país partido por este conflicto, muy probablemente desde hace ya tiempo, donde la solución no sólo es una elección, sino la formación de mayorías, con un sistema político de representación que permita la gobernabilidad”.
 
Es decir, el pueblo hondureño ha apoyado el golpe de Estado y por esto el mismo ha podido verse sucedido por unas elecciones generales. Que éstas se hayan producido bajo las condiciones creadas por el golpe y que en las mismas la participación fuera bastante inferior a la abstención no son datos que inmuten al Latinobarómetro. Muy al contrario, la encuesta latinobarométrica se basta para producir otras evidencias. No se necesita mucha perspicacia para deducir que para el Latinobarómetro la gobernabilidad requiere una participación ciudadana de baja intensidad que permita la cooptación entre élites sin mayores sobresaltos. Esto significa lo dicho de que sus posiciones sean constitucionales y no democráticas o, para mayor precisión, antidemocráticas y sólo relativamente constitucionales, de un constitucionalismo condicionado y sin principios. La falta de principios constitucionales se cubre con el motivo de la gobernabilidad. El caso de Bolivia se sitúa por supuesto en las antípodas de tal desiderátum. Que aquí, en Bolivia, se haya llegado en este año a una participación electoral del noventa y mucho por ciento con las debidas garantías no es algo que el Latinobarómetro estime que deba subrayarse.
 
El desagrado que le produce lo que acontece en Bolivia malamente lo disimula entre incisos insidiosos: “Allí (Bolivia) ha habido muchos puntos de ingobernabilidad, pero en un marco donde el Presidente de la República cuenta con una amplia mayoría, ese país ha encontrado la solución a sus conflictos a grandes rasgos dentro de la institucionalidad vigente. No se puede decir que esos países en proceso de refundación no se han salido nunca del marco legal (que por cierto está lleno de vacíos para ese tipo de procesos), pero si se puede decir que la voluntad democrática de mantener la institucionalidad vigente ha primado. Al mismo tiempo el éxito de las reformas de Evo Morales radica en que tiene sustento popular para hacerlas”. Es fácilmente imaginable lo que Latinobarómetro hubiera dicho sobre el apoyo popular de las posiciones contrarias si éstas hubieran triunfado en el golpe de Estado que intentaron. Y el pueblo de Bolivia en ningún momento el Latinobarómetro registra que ahora se define a sí mismo justamente como plurinacional. Es la pluralidad de la que no quiere cobrarse conciencia, sino cancelarse.
 
Lo del “sustento popular” le sirve al Informe 2009 para la manifestación más insidiosa de todas, una de carácter retrospectivo. Hela: “El caso de Manuel Zelaya, como gobernante que impulsa reformas sin mayorías para respaldarlo no es el único, ni la primera vez que sucede en la región. Salvador Allende en Chile subió al poder con un 33% de los votos, teniendo al 60% del país en contra. Llevó a cabo reformas que no contaban con la aprobación de la mayoría, y sufrió el más duro golpe militar que ha tenido Chile en su historia”. Sin comentarios.
 
Sitúese esa imputación a Allende de una sangrienta dictadura no sólo en las circunstancias actuales de Chile, sino también en el horizonte que el Latinobarómetro propicia para Latinoamérica toda, un horizonte en el que, entre otros detalles, la presencia indígena cabe que se reduzca a vecindad indeseada. Es la política del chantaje sobre la democracia. No se apoyan los golpes de Estado, sino que sólo se les utiliza a tal efecto de permanencia del chantaje. No en vano se ha elegido como caso del año el de Honduras.
 
- Bartolomé Clavero es Miembro del Foro Permanente de Naciones Unidas para las Cuestiones Indígenas
 
https://www.alainet.org/es/articulo/139418?language=es
Suscribirse a America Latina en Movimiento - RSS