Un cuento chino

28/12/2010
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Para producir un bien económico se necesita efectuar gastos en máquinas, herramientas, materias primas y salarios. Una vez vendido el bien se obtiene un margen de beneficio o utilidad, si la previsión fue correcta. Si a estos rubros de las cuentas de un empresario le descontamos el valor utilizado en máquinas, herramientas y materias primas que ya habían estado producidos, lo que resta es precisamente el Valor Agregado por la actividad socio-económica; es decir, salarios + utilidades. A la suma de los dos, a nivel país, se le llama también Producto Bruto Interno (PBI). Entonces, según una distribución funcional, el PBI se desglosa en salarios y utilidades, un tanto para los obreros y otro para el patrón o accionistas.
 
A.    A. Aquí viene el cuento chino
 
Cuando nuestros gobernantes, políticos y economistas oficiales nos dicen que hay que incrementar el PBI para disminuir o eliminar la pobreza, es un cuento chino como lo diría Andrés Oppenheimer. Incrementar el PBI es, sin lugar a dudas, incrementar la masa de salarios y de utilidades del país. Los salarios se reciben como contraprestación a un esfuerzo realizado. Y las utilidades se reciben como contraprestación ¿de qué esfuerzo? Ninguno. De esta forma, los propietarios de las empresas o sus accionistas se hacen más millonarios de lo que ya son, sobre las espaldas de la fuerza de trabajo del país, que recibe salarios miserables como de un dólar por día, si tiene suerte de encontrar trabajo. Y esto, con el aliento de políticos y gobernantes corrompidos, e intelectuales al servicio del “Establishement”.
 
El argumento que oponen para justificar ese robo que se viene practicando desde hace diez mil años es el de que, actualmente, las empresas se crean y desarrollan con el dinero y otros activos de sus propietarios o accionistas. Supongamos que así sea. Entonces, con el dinero del país, ¿por qué no crear y desarrollar empresas, las más importantes del país, aquellas que producen ingentes utilidades? De esta forma, la masa de utilidades pertenecería a todos los habitantes del país, y en partes iguales. Además, esto no es nada nuevo. Esto es lo que hacían nuestros ancestros antes que los “señores” le quitaran (robaran) sus medios de producción, sus recursos naturales e incluso el resultado de su trabajo.
 
Si así actuáramos; es decir, si actuáramos como nuestros ancestros, mutatis mutandis, creando empresas con los recursos de la comunidad, pienso que todos los habitantes del país estarían de acuerdo en que el PBI crezca de más en más. Y todos, o la mayor parte, harían lo necesario para que ese PBI crezca de más en más. Nos interesaríamos en que todos trabajen, que se llegue al pleno empleo por que, con ello, la parte que me correspondería sería aún más grande. Es decir, generaría un mecanismo de inter-acción humana positiva.
 
Además, aparte del incremento creciente que recibiría proveniente de mi parte de la masa de utilidades, mis salarios subirían una vez llegado al pleno empleo. Es la dinámica del mercado de trabajo en pleno empleo. Y así viviríamos una economía de mercado con rostro humano.
 
B.     B. Materia de reflexión
 
Lo dicho anteriormente nos muestra lo que los economistas oficiales ocultan: existen dos tipos de repartición de las utilidades, Resultado Neto de la actividad socio-económica. La primera, y que nuestros ancestros lo han practicado por más de 190 mil años, es la Repartición Igualitaria del Resultado Neto. La segunda, la que se ha impuesto, y se sigue imponiendo a sangre y fuego desde hace diez mil años aproximadamente, es la Repartición Individualista.
 
Es la Repartición Individualista del Resultado Neto de la actividad socio-económica que, primero, crea pobreza de un lado y riqueza del otro. Segundo, a partir de hace cinco siglos aproximadamente, la Repartición Individualista crea desempleo y marginación de amplios sectores de la población mundial.
 
Por otro lado, baste recordar que durante la hegemonía de la Repartición Igualitaria del resultado de la actividad socio-económica no existió ni desempleo ni pobreza. ¿Por qué nuestros políticos y gobernantes no insertan en sus Planes de Gobierno, como cuestión esencial, prioritaria y hegemónica, la Repartición Igualitaria de las utilidades, Resultado Neto de la actividad socio-económica? ¿Ignorancia, sumisión, servilismo? ¿A qué sirve gritar contra el neoliberalismo si en la práctica lo aceptamos?
 
 
Dr. Hugo Salinas
 
 
https://www.alainet.org/es/articulo/146603?language=en
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