Egipto: mediatizando la rebelión

07/02/2011
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La rebelión del pueblo egipcio contra el régimen de Hosni Mubarak se dice que tomó de sorpresa a los países desarrollados de Occidente, lo que de ser así sería un fracaso de su diplomacia, máxime cuando ya se habían producido otros hechos que indicaban la existencia de una voluntad de cambio en distintos países africanos.
 
 A eso se agrega la forma en que ven a ese continente, producto de prejuicios centenarios. Aunque ya no se puede seguir sosteniendo la inferioridad de la raza negra, como durante siglos lo hicieron europeos y estadounidenses, el prejuicio persiste. Luego hay que agregar que en el Norte de África la religión islámica es dominante, e importante en el Sahel, Africa Occidental y Oriental.
 
 La mayoría de los egipcios son de origen semítico camítico, hay una minoría de beduinos y la tercera etnia más importante es la nubi, asentada en el Nilo desde hace miles de años. Es pues, el factor religioso el que aunado a su ubicación geográfica estratégica, su riqueza petrolera y su condición de ser la segunda economía de África, lo que hace que hoy se centre la atención en los acontecimientos que allí tienen lugar.
 
La importancia y el desarrollo económico de Egipto son parte de su historia, fue un centro cultural y comercial hasta el siglo VI, cuando fue conquistado por los otomanos. Recuperada su autonomía estableció las bases de una economía moderna, pero aumentó su dependencia de Europa y cuando asumió un gobierno nacionalista que expulsó a los ministros extranjeros, fue invadido por la flota anglo-francesa, ocupación que fue legalizada en 1914 al crearse allí un Protectorado que duró hasta 1924.
 
En la segunda guerra mundial su territorio fue usado como base militar británica, después tuvo un gobierno monárquico hasta 1952,año en que fue derrocado el rey Farouk y se proclamó la república. Asumió el gobierno Gamal Abdel Nasser, que se definió como socialista y fue uno de los fundadores del Movimiento de Paises No Alineados. A la muerte de Nasser en 1970 lo reemplazó el vicepresidente Anwar el Sadat, quien pertenecía a la derecha del Partido Socialista egipcio y se abrió a Occidente, rompió con la Unión Soviética y empezó a recibir ayuda de Estados Unidos, desnacionalizando la economía del país. Se reprivatizaron las tierras, se generó desempleo, subió el costo de la vida y los campesinos se rebelaron. En 1979 se firmaron los acuerdos de Camp David, por los cuales Israel devolvió a Egipto la península de Sinaí, marcando el acercamiento entre egipcios e israelíes y Estados Unidos hizo de Sadat su aliado en la región a la caída del Shah de Irán.
 
 Este conjunto de hechos derivó en 1971 en el asesinato de Sadat por los militares, en un acto público, y determinó la llegada al poder de su vicepresidente, Hosni Mubarak, cuya salida demanda hoy el pueblo egipcio.
 
 Un problema hegemónico
 
 La actual rebelión en Egipto se produjo en un momento inconveniente para Estados Unidos y en particular para el presidente Barack Obama, que quiere reelegirse y quien en su reciente discurso sobre el estado de la Unión habló de la importancia de la hegemonía mundial, la que hasta el estallido de la crisis financiera ejercía su país, si bien eran muchos los síntomas que apuntaban a un cambio.
 
 Las nubes que se cernían sobre ese rol hegemónico las conocían también los estamentos políticos y en especial el Pentágono, que se ha convertido en el eje de la política del país del norte. Ya no es la institución que actúa siguiendo las instrucciones del poder ejecutivo, sino que es el que fija políticas y estrategias.
 
 Si bien esto se percibía desde antes, quedó claramente expuesto desde los sucesos del 11 de septiembre de 2001 y las guerras desatadas en Irak y Afganistán. Junto con las guerras se buscó establecer culpables y la responsabilidad se fijó en el grupo musulmán Al Qaeda y su invisible líder el saudita Osama Ben Laden, que fuera aliado de Washington contra la ocupación soviética de Afganistán. Pero de los cargos a Ben Laden se pasó a una campaña contra los musulmanes y tanto ellos como el Islam y el Corán incluso, se convirtieron en un objetivo político y militar. Los “activistas”,los “militantes”, los “islamistas”, se convirtieron en los “malos” y en el objetivo a combatir. Todo lo que se relacionara con ellos y con el Islam adquirió la condición de enemigo.
 
 Aunque Obama y su secretaria de Estado visitaron países árabes y pronunciaron discursos que suponían una nueva relación, pasó lo mismo que con el anunciado cambio en las relaciones de Washington y América Latina. Pero a diferencia de nuestra región, en África se vive una realidad que, con deficiencias, en nuestros países se ha superado en parte. La crisis nos encontró en mejores condiciones y la corrupción se confunde con los negocios.
 
 Los gobernantes africanos, en cambio, han dado la nota alta, el solo hecho de que la esposa del defenestrado dictador tunecino haya salido del país llevándose una tonelada y media de oro da la pauta .No es distinta la realidad en otras naciones, donde los gobernantes llevan en el cargo decenas de años, como Mubarak y el yemenita entre otros, merced a reelecciones poco claras.
 
Estados Unidos puso también las dictaduras en América Latina en las décadas del 60 y 70 del siglo pasado y cuando las movilizaciones populares amenazaban con hacerlas caer, Washington promovió democratizaciones limitadas para evitar la instalación de gobiernos democráticos no convenientes a sus intereses. Algunos países, como Argentina, Brasil y Bolivia han logrado superar esa situación. Otros aún no se democratizan por completo.
 
 Los cambios que Estados Unidos dice apoyar en Egipto tienen la misma finalidad, sacar a los gobernantes rechazados por los pueblos y poner en su lugar a otros que le garanticen que se mantendrán dentro de su órbita. Por eso Obama pidió reformas y no la salida de Mubarak. Por eso también, el ejército egipcio, que anunció que no reprimiría al pueblo, le dijo que ya era hora de irse a casa, los uniformados reciben del país del norte mil 300 millones de dólares anuales en ayuda militar. Además, queda por ver si el vicepresidente militar que ha nombrado Mubarak será su reemplazante, porque eso influirá en el resto de África.
 
 Mohammed El Baradei emergió como líder de las protestas, pero a Washington no le gusta aunque sea Premio Nobel de la Paz, porque dijo en su momento que Irak no tenía armas de destrucción masiva, contrariando lo sostenido por la administración Bush para justificar la invasión a ese país.
 
 Por último, hay que considerar que el control de África es importante para Estados Unidos para aislar geográficamente a China y Rusia y de paso a la India, otra potencia emergente. Una cuestión de hegemonías
 
- Frida Modak, periodista, fue Secretaria de Prensa del Presidente Salvador Allende.
 
https://www.alainet.org/es/articulo/147335
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