La crisis sigue avanzando

26/06/2011
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La Unión Europa, Estados Unidos y otros países en varios puntos del planeta, están cayendo en la crisis que agobia al capitalismo. Los epígonos del liberalismo y el neoliberalismo, afirman que se trata de una crisis estructural y no de la crisis cíclica de mercado que fue demostrada por Marx. Uno se pregunta dónde y cuándo nos equivocamos: ¿acaso no son estructurales las crisis que sufre el sistema capitalista en el mercado?
 
Analicemos esta perla noticiosa: “El jueves, los inversores sacaron 3.600 millones de dólares en activos de fondos "prime" o fondos de mercados monetarios no invertidos en bonos del Tesoro estadounidense, que invierte en títulos emitidos por bancos no estadounidenses, según Crane Data, una firma de investigación que sigue a la industria de los fondos de dinero”. Se trata de una noticia difundida por una agencia fuera de toda sospecha de tener inclinaciones socialistas o sostener una posición antiimperialista. Todo lo contrario, el párrafo está en un texto que se refiere a los esfuerzos de la Unión Europea por ayudar al gobierno griego, a superar la honda crisis en que se halla sumido ese país.
 
Todos sabemos que, hace sólo unos meses, el gobierno de Papandreu obtuvo un crédito similar con el mismo propósito, pero no tuvo resultados. El dinero que le concedieron fue insuficiente. Este es otro crédito. Uno más, para asegurar que Grecia no se declare en quiebra, o ‘default’ como tan elegantemente dicen los banqueros. En otros términos, Grecia se endeuda más para pagar su deuda. Es una insigne locura.
 
Pero no es la única. Repasemos lo que dice el párrafo copiado: le otorgarán a Grecia un crédito de los fondos que no se invierten en bonos estadounidenses. Hasta aquí muy bien, pero ¿qué garantía tienen esos bonos? El tesoro norteamericano invierte en títulos de los bancos no estadounidenses; ¿cuáles son?, la mayoría son europeos. Es decir, que el dinero da vueltas una y otra vez: la altamente endeudada Reserva Federal norteamericana emite bonos, que son comprados por bancos europeos, pese a que Europa está en crisis financiera.
 
Todos sabemos, porque las noticias salen diariamente, que la crisis no se limita a Grecia. Le siguen Irlanda y Portugal, vienen después España e Italia. Islandia, que ya tuvo su crisis, resolvió no pagarla. Bruselas, que siempre fue el centro de la Europa unificada, no tiene gobierno desde hace un año; hay una administración provisoria que está espantando las inversiones. Francia y Alemania han propulsado, sin mostrar todavía sus cartas, un retorno a las fronteras de los países para evitar, dicen, la migración masiva que ocurre en esta época.
 
Anudando todos estos cabos, podemos decir que se trata de una crisis estructural. ¿Qué quiere decir esto? Que la estructura del sistema capitalista no resiste, tiene que cambiar. Pero, por otra parte, habrá que preguntar: ¿cómo se produjo tal crisis estructural? Por una crisis de mercado. Deben recordar que, de lo primero que se habló fue de la burbuja inmobiliaria, es decir, de una crisis de exceso de oferta y descenso de la demanda en el mercado de casas y departamentos. Esto que, como noticia, apareció en Estados Unidos, realmente estaba ocurriendo en todos los países enriquecidos. Porque, el hecho de que Grecia tenga una deuda pública cercana al mil por ciento de su producto interno, es la demostración palmaria de que, en la Unión Europea y en Estados Unidos de Norteamérica gastaban y aún siguen gastando más de lo que producen. En tales condiciones, llega un momento en que la oferta supera a la demanda. Eso está explicado punto por punto en “El Capital”.
 
Pues bien. ¿Por qué, ahora, se habla de una crisis estructural? Porque, la acumulación de un sinnúmero de crisis a lo largo de la historia del capitalismo, ha llegado a un punto en que toda la estructura del sistema está resquebrajándose. Es lo que el marxismo llama un salto cualitativo.
 
“Cuando se observa tal endeblez y semejante falla inmunológica del sistema, podría diagnosticársele que padece algo muy parecido al SIDA. No deseo utilizar en esta ocasión más argumentos. Existen otros muchos problemas en la economía mundial. El orden prevaleciente se debate entre inflación, recesión, deflación, posibles crisis de sobreproducción, bajas sostenidas de los productos básicos. Países tan inmensamente ricos como Arabia Saudita tienen ya déficit presupuestarios y comerciales, a pesar de que exporta 8 millones de barriles diarios de petróleo”.
 
El entrecomillado es un párrafo del discurso que pronunció el Comandante Fidel Castro el 1 de enero de 1999, en Santiago de Cuba. Es decir, hace más de 12 años, la crisis del capitalismo mundial era de tal evidencia, que se sentía hasta en los poros de cada persona. Por supuesto, la Reserva Federal estadounidense, la banca trasnacional, los organismos financieros internacionales no tomaron en cuenta esta y otras advertencias. Y ellos saben muy bien que, lo que dice el Comandante Fidel Castro, siempre tiene sólidos argumentos. Había que tomarlo en serio, pero no lo hicieron.
 
¿En qué medida nos daña o nos favorece esa crisis? Afirmar que nos favorece, sería una falta total de criterio, sólo concebible en la cerrada mentalidad de los dueños del poder económico que hacen fortuna cuando hay abundancia y siguen enriqueciéndose cuando se presentan las crisis.
 
Nos daña. Evidentemente, por donde se la mire, es perjudicial para nosotros, los países empobrecidos. Otra cosa distinta es que afiancemos nuestra economía para enfrentar los embates de la crisis. Casi siempre, hemos sucumbido a los cantos de sirena del consumismo y, de esa forma, hemos cargado con los desastres que deja la crisis.
 
Hoy, podría ser diferente. Podría serlo, a condición de que desarrollemos una política propia de salvamento. No lo estamos haciendo. En Nuestra América, nos dejamos llevar por la facilidad de los créditos a tasas de interés muy bajas. De esa forma, absorbemos grandes montos de dinero, aliviando la presión inflacionaria en los países enriquecidos altamente endeudados. Después, los bancos transnacionales subirán los intereses, cuando estemos altamente endeudados una vez más. Debemos cambiar, en los próximos meses, el sistema financiero que nos ata al dólar y al euro. Hagamos realidad el intercambio en nuestras propias monedas o mediante el sucre, la moneda virtual que están usando los países de la ALBA, aunque no en la medida en que debieran hacerlo.
 
En Bolivia, concretamente, la situación es más difícil. Las reivindicaciones sociales tantas décadas postergadas, están pesando sobre nuestro gobierno, desde el desacertado intento de aumentar el precio de los combustibles. Desde entonces, nos hemos visto obligados a ceder ante reclamos justos; pero las soluciones son apresuradas, tomadas sin preparación y en la línea de acudir al crédito dolarizado. Es más: la modernización del Estado, que es una reivindicación descolonizadora, se está haciendo acudiendo a sistemas y hasta herramientas estadounidenses. Eso es caer de la sartén al fuego.
 
La crisis estructural del capitalismo, debe servirnos para salir de él, no para hundirnos en su entramado. Es necesario rectificar el camino que estamos siguiendo. Hagámoslo desde las bases, apoyando el proceso, pero sin miedo a criticarlo.
 
https://www.alainet.org/es/articulo/150781?language=es

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