Davos y el capitalismo

05/03/2012
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La noticia del siglo: Davos 2012 reunió las élites políticas, económicas y financieras del  mundo para debatir el paradigma del capitalismo! Sin embargo, los capitalistas casi nunca hablan del capitalismo, ¿verdad? Pues, en Davos hablaron, planteándose una pregunta sorprendente como eje de las discusiones: “¿El capitalismo del siglo 20 está agobiando la sociedad del siglo 21?”
 
Hecho notable, que expresa la crisis del capitalismo, una crisis sistémica y estructural, que ha tenido efectos devastadores sobre el sistema de poder nacional y mundial, y está asombrando a los poderosos. Ellos nunca antes atribuyeron una crisis al sistema como tal. [Esfuérzanse para] Se esfuerzan por culpar a factores aislados, o pretenden que tratando los síntomas erradican la enfermedad sistémica. Ahora, ya no pueden engañar a nadie. ¡Ni a ellos mismos! El capitalismo parece que tiene miedo de sí mismo.
 
En Davos, ellos buscaron identificar los elementos hacia “una solución definitiva a las turbulencias provocadas por la deuda soberana de varios países” (Valor Económico, 30.1.12: A7). Recapitulando la historia de las crisis bancarias en los últimos 100 años, ‘solución definitiva’ suena como una broma. Desde 1980, según el Nóbel Joseph Stiglitz, ocurrieron 96 crisis bancarias y 176 crisis monetarias. El total de derivativos y deudas impagables equivale a US$ 200 millones de millones de dólares, o sea casi cuatro veces el producto bruto mundial.
 
Miremos el problema de frente: el capitalismo es un sistema que tiende al caos. Como está fundado en el paradigma del yo-sin-nosotros, es incapaz de ver el sistema. La lógica del máximo provecho para el individuo, sea él persona, empresa, clan, nación, raza o género, produjo el peor de los mundos. Cada uno mira al otro como una amenaza a su imperio absolutista y tiende a combatir, neutralizar o eliminar al otro en un espacio en el que la guerra es la regla – guerra de todos contra todos. Por eso se habla de guerra comercial, guerra productiva, guerra financiera, guerra fiscal, guerra de sexos y aún, guerra contra la Naturaleza. Sin embargo, la guerra es un juego pierde-pierde, porque en el largo plazo el vencedor será vencido por un nuevo vencedor, que por su vez verá su poder desafiado y combatido. El problema no es el poder en abstracto, sino que el poder patriarcal, que excluye, el poder de subordinar, oprimir, explotar o excluir al otro como si fuera inferior o nulo. ¡Es la negación misma de la Democracia! Esta es la lógica darwiniana: solo tiene derecho a evolucionar el que tiene ventaja comparativa sobre el otro, y solo tiene esta ventaja el que tiene fuerza – física, monetaria, cerebral... Cualquier sistema organizado de este modo tiende a la guerra total, a la mutua destrucción, al caos. Este es el caso del capitalismo globalizado y el mundo está degustando una vez más su naturaleza caótica y deshumanizadora.
 
Nada en la historia se alejó tanto de la naturaleza humana, que busca la armonía social y ambiental como condiciones del bien vivir y la felicidad. Si hay un hambre y una sed esenciales a la humanidad, son el hambre de belleza, de alegría y de felicidad, y la sed de sociabilidad, entendimiento, afección y amor. Si la economía camina en sentido opuesto al de estas necesidades intrínsecas a la naturaleza humana en evolución, si ella busca detener esta evolución, ¡tendremos que superarla con otra mejor!
 
El capitalismo de los libros de economía es un sistema regido por el mercado, y los apóstoles del mercado dicen que la oferta y la demanda no necesitan reglas ni fiscalización. Su interacción genera ‘naturalmente’ igualdad social, satisfacción económica de todos, orden y seguridad. Esto es todo lo que el mundo desconoce hoy. Hasta 1989, el capitalismo tenía alguien para culpar por sus crisis: el comunismo. Ahora que él reina sin amenazas de otro sistema capaz de confrontarlo, ya no tiene a quién culpar, sino a el mismo!
 
La realidad es muy diferente de los manuales. En la hora de la crisis, el capitalismo privado recurre al Estado como tabla de salvación. Y esto pasa porque existe una alianza de clases entre los dirigentes corporativos y los políticos que dominan el Estado. Y ocurre también porque el mundo carece de real democracia, de sociedades ciudadanas dispuestas a autogestionarse y a reducir el Estado a un simple orquestador de la diversidad social y ecológica. Las consecuencias de la crisis recaen como un tsunami sobre las clases trabajadoras y las masas desempleadas. Solo en la crisis, entre 2008-2010 los  gobiernos de los EUA y de Europa transfirieron más de US$ 14 millones de millones a los bancos, financieras y aseguradoras en crisis. Fue por codicia e imprudencia de esos mismos agentes financieros que la crisis creció hasta el punto de explotar. Pues son ellos los agraciados ahora con los fondos públicos en manos de los gobiernos y agencias multilaterales y nacionales, como el FMI, Banco Mundial, Banco Central Europeo, bancos centrales nacionales, BNDES[1] y otros.
 
El gran capital tiene razón de temer el futuro: él es la causa da su propia destrucción, por su codicia de poseer y controlar todo, y por la falta de inteligencia emocional al tratar de alejar las personas unas de las otras, fragmentarlas por fuera y por dentro, desacralizarlas, mercantilizarlas. Los grandes capitalistas han llevado al extremo las contradicciones del sistema que les da poder. En 1998 Susan George escribió: “La diferencia entre nuestros tiempos y el de Marx es que ser explotado hoy es casi un privilegio. ‘Exclusión’ en vez de ‘explotación’ es la consigna, porque el capital excluye más gente del que necesita incluir en el proceso de extraer plusvalía.”[2] Pues, es en el seno de las sociedades del hemisferio rico que los “99%” explotados y excluidos están protestando y exigiendo una profunda reorganización da sociedad. Las causas de protesta – rechazo al ajuste fiscal comandado por la Troika,[3] rechazo a pagar por la crisis de los bancos súper ricos y de la deuda pública irresponsable de sus gobiernos – confluyen con las demandas ligadas a la crisis climática y a la sostenibilidad social y ambiental.
 
En Porto Alegre el Foro Social Temático oyó repetidas palabras de sensatez creativa: no basta llamar [de] ‘verde’ la economía de mercado, no basta inventar tecnologías para disminuir los efectos de la economía centrada en la ganancia y en el crecimiento ilimitado. Es necesario superar las causas de la crisis múltiple que está llevando el Planeta a la agonía. ¡Y esta es la principal tarea de Rio+20!
 
Sostenibilidad implica límites al crecimiento, reorganización de la economía con base en lo suficiente, que la riqueza sea compartida y no concentrada, y que genere condiciones siempre renovadas de bien vivir para toda a humanidad. Otro mundo es posible y ya está naciendo en cada intercambio solidario, en cada moneda social que empodera comunidades, en cada barrio o aldea en transición, en cada ecoaldea y en cada familia campesina que practica la permacultura, la agroecología y la cooperación solidaria y sustentable.
 
- Marcos Arruda es Economista y Educador del PACS, Rio de Janeiro, miembro asociado del Instituto Transnacional, Ámsterdam.
 
PACS - Masa Crítica nº 58 (es)


[1] BNDES – Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social de Brasil.
[2] George, Susan, 1998, “Preface”, en Privatizing Nature: Political Struggles for the Global Commons, Michael Goldman, editor. TNI-Pluto Press, Ámsterdam-London,  p. X.
[3] Banco Central Europeo, Comisión Económica Europea y FMI.
https://www.alainet.org/es/articulo/156257

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