Piedritas en el camino a la paz

19/09/2012
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A medida que pasan los días el camino hacia la paz en Colombia empieza a llenarse de piedritas que podrían llegar a convertirse en un obstáculo serio a la posibilidad de llegar por fin a establecer la paz en ese país.
 
Por su ubicación estratégica en América Latina, Colombia constituye un punto geográfico de primera importancia para Estados Unidos que, recordemos, negoció con el ex presidente Álvaro Uribe la instalación de efectivos militares estadundenses en bases militares colombianas.
 
Uribe, por su parte, había pedido que a la base principal, no solicitada por Washington, se enviaran también tropas, porque desde ahí él pretendía iniciar una ofensiva contra Venezuela y el gobierno del presidente Chávez.
 
Al llegar Santos a la presidencia, argumentó que había un problema jurídico y el asunto se suspendió, aunque no está claro hasta qué grado, pero con eso queda establecido el carácter que estratégica, militar y políticamente que tiene Colombia para Washington.
 
Y si miramos el mapa, veremos que ese país, que está en el extremo norte de América del Sur, limita con Venezuela, Brasil, Ecuador y  Perú, así como con Panamá y su Canal y tiene acceso a los  océanos Pacífico y Atlántico y al Mar Caribe.
 
Esa importancia estratégica aumentó cuando el actual gobierno de Ecuador le puso fin al convenio que le había permitido a Washington instalar en su territorio la base militar de Manta, la más importante que el país del norte tenía en América del Sur.
 
Si lo miramos en el contexto internacional, veremos que mientras  Europa está en crisis y tanto en Africa como Medio Oriente se dan movimientos de liberación que no necesariamente se enmarcan en la “primavera árabe”, como la bautizaron y promovieron los estadunidenses, América Latina adquiere un valor adicional.
 
En nuestros países hay pobreza, pero también enormes riquezas que europeos y estadunidenses codician y ya las están obteniendo en concesión. Política y financieramente somos estables, estamos viviendo en paz ,crecemos en lo económico y los países desarrollados están trayendo miles de millones de dólares.
En este marco, Colombia también ha crecido económicamente, ocupa el tercer lugar en la región, desplazando de ese sitio a Argentina, y desde que asumió el presidente Santos su gobierno participa con mucho entusiasmo en los  organismos políticos y económicos creados en los últimos años.
 
Paralelamente, el actual gobierno plantea, en términos distintos a los de quienes lo antecedieron, la necesidad de ponerle fin a una violencia que con distintas formas se arrastra desde que Colombia se independizó de España.
 
Los pro y los contra
 
La propuesta de Santos consiste, de hecho, en que nada cambiará hasta que se logre un acuerdo y se instaure la paz. La violencia dependerá de las decisiones que en esa materia tomen las partes hasta que lleguen, o no, a un acuerdo.
 
El ex presidente Alvaro Uribe es el enemigo número uno de estas negociaciones de paz, por varias razones. La primera es que él quería ser el que solucionara el problema, pero como ha quedado claro, sólo con el uso de la fuerza.
Se atribuía un poder absoluto que ni la constitución ni las leyes le conferían. Hoy los magistrados de la Corte Suprema colombiana le están sacando los trapitos al sol. Y no es para menos.
 
Uribe tenía pendiente un juicio por las intervenciones telefónicas ilegales realizadas por su gobierno. El Poder Judicial lo acaba de reactivar y se están haciendo revelaciones interesantes.
 
El ex Presidente de la Corte Suprema, con el aval de la organización Human Rights Watch, lo acusa de  persecución e interferencia en su vida privada y señaló que teme por su vida y la de su hija, por las amenazas recibidas.
 
La prensa colombiana pone de relieve que mientras Uribe busca entorpecer las negociaciones, hace abstracción de los acuerdos que él como presidente buscó con los paramilitares y con el cartel de Medellín.
 
Pero todo lo que está saliendo a la luz respecto al ex presidente va poniendo obstáculos a la búsqueda de la paz, que es lo que se supone que le interesa no sólo al gobierno de Santos sino que a todos los colombianos.
 
Y empiezan a aparecer las piedras en el camino. Aunque las negociaciones del gobierno y la guerrilla aún no comienzan, los paramilitares han empezado a hacer exigencias, poniéndose en un plano de igualdad.
 
Uribe apoyó y le dio poder a las llamadas fuerzas de autodefensa, a las que amnistió después para que regresaran a la “vida civil”, sus crímenes no fueron castigados como lo merecían.
 
Solían llegar a los pueblos, tomaban posesión de ellos vejaban a las mujeres haciéndolas beber, desnudarse y bailar para luego violarlas, todo ello en presencia de sus esposos y sus hijos, que no tenían  cómo impedirlo.
Eran también señores de la política, porque ordenaban a los sectores populares por quien votar y los que no obedecían eran ejecutados. Obviamente, también eran grandes narcotraficantes, pero en las dos actividades había jefes políticos.
 
Ahora, al conocerse  el proyecto de negociación del actual gobierno con la guerrilla, los paramilitares demandan que se los considere también a ellos, porque, dicen, la “reconciliación” debe ser “sin discriminaciones ni exclusiones”.
 
Un senador, que fue presidente del Senado, ha anunciado  que presentará un proyecto de ley para rebajar a la mitad las condenas a todos los presos “para acabar con el hacinamiento” en las cárceles.
 
La ministra de Justicia ya dijo que el gobierno no considera los indultos para  solucionar ese problema carcelario, pero tanto esta iniciativa como los reclamos de los paramilitares son formas de ir creando obstáculos a las negociaciones de paz.
 
Aún queda mucho por ver y saber, por ahora lo único claro es que los proyectos de Santos y Uribe se contraponen, lo que no se sabe es en qué medida eso prolongará la confrontación armada.
 
Y esta situación ha hecho recordar a muchos el artículo escrito por Daniel Samper, hermano del ex presidente Ernesto Samper, en el que relata paso a paso  la imaginaria extradición de Uribe a Estados Unidos al finalizar su mandato, texto que reprodujimos en esta páginas.
 
Transmitida por una también imaginaria cadena de radios, se describe allí cómo el ex mandatario va, esposado y custodiado por policías, camino al avión que lo llevará a enfrentar las acusaciones que se le formulan.
 
¿Quién dirá la última palabra?
 
- Frida Modak, periodista, fue Secretaria de Prensa del Presidente Salvador Allende.
 
https://www.alainet.org/es/articulo/161112
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