“Abriendo senderos hacia la paz”
26/11/2012
- Opinión
El pasado lunes 19 de noviembre, cuando las delegaciones del Gobierno Nacional y de la guerrilla de las FARC se disponían a dar inicio al primer día de negociaciones en el Palacio de Convenciones de La Habana, Cuba, el jefe guerrillero, Luciano Marín Arango, alias Iván Márquez, sorprendió al dar lectura a una declaración pública inesperada, al menos para la opinión pública, titulada “Abriendo senderos hacia la paz.”
"El secretariado de las FARC ordena a las unidades guerrilleras en toda la geografía nacional el cese de toda clase de operaciones militares ofensivascontra la fuerza pública y losactos de sabotaje contra la infraestructura pública o privadadurante el periodo comprendido entre las 00.00 horas del día 20 de noviembre del 2012 hasta las 00.00 horas del día 20 de enero de 2013".
Las reacciones a esta propuesta de tregua unilateral y temporal, no se hicieron esperar. Por un lado hubo quienes manifestaron su apoyo y optimismo con la propuesta, mientras que desde otros sectores, la tildaron de propagandística en el sentido de que intentaba mostrar a las FARC como una guerrilla política interesada en atender el clamor de paz del pueblo colombiano; y no faltaron tampoco las voces airadas que declararon que la propuesta no sería cumplida.
La ex senadora Piedad Córdoba, integrante del colectivo ‘Colombianos y Colombianas por la Paz’, declaró que el anuncio de las FARC era muy importante porque “le da mucha credibilidad al proceso de paz”.[1]Clara López, presidenta del Polo Democrático, afirmó que la propuesta de las FARC "contribuye a generar confianza dentro del proceso" y que en reciprocidad el "gobierno debería hacer lo propio".[2] En ese mismo sentido se pronunció el magistrado de la Corte Suprema de Justicia, Jaime Arrubla, quien consideró que esta propuesta de tregua “sería una forma de poner al Gobierno a "hacer un gesto recíproco", y pidió a las Farc acompañar esa iniciativa con propósitos más concretos, como acabar con las extorsiones y las intimidaciones contra la población.”[3]
El magistrado y presidente del Consejo de Estado, Gustavo Gómez, no se manifestó muy optimista con la iniciativa y declaró: "Lo que digan o dejen de hacer las Farc no debe importarnos. Ellos viven en el absurdo permanente. La pobreza, la marginalidad y la desigualdad social no son excusa para matar".[4]
Por su parte, el ministro de Defensa, Juan Carlos Pinzón, dijo que las operaciones militares continuarían en todo el territorio nacional. "La Fuerza Pública tiene el deber constitucional de perseguir a todos aquellos criminales que hayan violado la constitución, que hayan violado la ley y hayan atentado contra la vida y la honra de los ciudadanos de Colombia; en consecuencia, a los terroristas de las FARC se les persigue es por todos los crímenes que han cometido a través de tantos años, y no por los crímenes futuros".[5]
El Ministro, quien parece desconocer o no quiere entender la importancia del proceso que se adelanta en La Habana, e insiste en emplear un lenguaje sectario, cargado de epítetos e insultos que en nada favorecen el ambiente de paz que se intenta consolidar en el país, también dijo a los medios: "Es muy difícil creer que son capaces de dejar de seguir matando niños, de dejar de seguir haciendo atentados contra la población civil, como los que hemos visto incluso en las últimas semanas".[6]
El presidente Juan Manuel Santos, le recordó al país quenunca fue pactado un cese al fuego en desarrollo de los diálogos de paz y que “entre más pronto lleguemos a un acuerdo, se silenciarán los fusiles”.[7]
Camilo González Posso, director Centro de Memoria, Paz y Reconciliación del Distrito y de la organización Indepaz, cree que la propuesta de tregua contribuye a crear un ambiente de distensión, sin embargo, también piensa que las Farc quieren ganar espacio de opinión para que sus planteamientos políticos puedan tener mejor audiencia. Advierte que con este anuncio podría acelerarse una declaración conjunta del cese del fuego; punto número tres contemplado en la agenda de negociación.[8]
La propuesta de las FARC, sin duda alguna, es una muestra de buena voluntad que refleja, su disposición de avanzar en el camino de una solución político negociada al conflicto armado. Sin embargo, es difícil garantizar que a partir de ella se reduzcan las acciones de guerra en el país o que realmente sirva para disminuir las presiones y tensiones al interior de este frágil proceso.
En primer lugar se debe aclarar que el comunicado de las FARC, indica que la orden impartida a sus combatientes es la de cese de toda clase de operaciones militares ofensivas” no defensivas, por consiguiente los guerrilleros responderán también militarmente a las acciones que desarrolle la fuerza pública que, como bien lo señalo el ministro de Defensa, continuaran produciéndose en todo el país. Es claro que si no se decreta un cese de hostilidades bilateral, el ritmo de la guerra continuara, incluso podría incrementarse.
De hecho no habían transcurrido las primeras 24 horas de entrada en vigencia de la tregua navideña, cuando ya los medios de comunicación, reproduciendo boletines militares, informaban que las FARC, la habían roto. El general Jorge Humberto Jerez, comandante de la Fuerza de Tarea Apolo, que opera en el Cauca, aseguró que los guerrilleros habían hecho explotar un campo minado. “Afortunadamente por la pericia y el entrenamiento de las tropas se superó la situación sin novedad”, contó el general al tiempo que criticó que con una mano izaran banderas de paz y con la otra continúan con el terror y la muerte en los campos minados”[9] Ese mismo día el comandante del Ejército en Popayán, general Sergio Mantilla Sanmiguel, declaró que los ataques continúan “tanto contra las tropas como contra la población civil”.[10] También el secretario de Gobierno de Antioquia, Santiago Londoño, informó sobre la voladura de dos torres de energía, en hechos atribuidos al frente 36 de las FARC.[11]
En segundo lugar, verificar el cumplimiento de la tregua temporal tampoco es posible, como lo reconoce el Gobierno Nacional. “Son "muy difíciles esas verificaciones", admitió el ministro de Defensa, Juan Carlos Pinzón, tras las primeras horas de vigencia del alto el fuego.”[12] Además, si consideramos que los partes de guerra presentados por las Fuerzas Militares no son confiables, muchos son maquillados, alterados y obedecen a sus propios intereses, es claro que no será a partir de ellos cómo se verifique la tregua. Si para el Gobierno Nacional resulta en extremo difícil comprobar su cumplimiento, también lo es para la cúpula de la guerrilla que desde hace años perdió el pleno control sobre todos sus frentes armados.
Otro aspecto que haría imposible que la promesa lograra materializarse, es que algunos combatientes de las FARC podrían desconocer la instrucción impartida por el Secretariado y empecinarse en continuar con sus ataques militares; hecho nada descartable, si se considera que al interior de la guerrilla no existe una posición unánime frente a los acuerdos de paz. Es decir que algún sector de la guerrilla podría convertirse en saboteador de los mismos. El profesor Marc Chernick, en su libro Acuerdo Posible. Solución negociada al conflicto armado colombiano, identifica como una de las principales causas de ruptura de los procesos, la presencia de saboteadores (spoilers); los que claramente clasifica entre facciones al interior de uno de los grupos armados que se oponen a los acuerdos y “terceras partes, por fuera de la mesa de negociaciones, que tienen intereses en obstruir los acuerdos”[13]
No es desconocido ni nuevo para el país, el hecho de que al interior de las FF MM, existen tendencias de extrema derecha que históricamente se han negado a la salida política y estarían interesados en sabotear el proceso de paz. Asimismo, la existencia de otros grupos armados, a los que les conviene o no les interesa un proceso de paz, podría llevarlos a realizar acciones de guerra, incluso ataques terroristas para responsabilizar a las FARC y torpedear el ritmo de las negociaciones. Cada nuevo hecho de violencia, sería empleado para restarle legitimidad al proceso y deteriorar los ya de por si bajísimos niveles de credibilidad que tiene la guerrilla en el país.
La tregua unilateral anunciada como una "muestra de voluntad para generar un ambiente político propicio para el avance de los diálogos” como lo señaló Iván Márquez, en vez de constituirse en un avance en el proceso, podría dar origen a nuevas tensiones tanto en la misma Mesa de negociación como al interior del país.
El hermetismo con el que se manejan las conversaciones, impide conocer el desarrollo del primer punto de la agenda, sobre ‘política de desarrollo agrario integral’; no obstante existe confianza en que las partes, pese a las dificultades y la evidente fragilidad del proceso, avancen en el plan diseñado, logren mantenerse en la Mesa pese a las provocaciones e intentos de saboteo, y también, en que empiecen a considerar las agendas de paz que se vienen construyendo desde las regiones.
Afirmar que entre las causas estructurales del conflicto colombiano, o “factores objetivos” de la violencia a los que se refería el presidente Belisario Betancur parafraseando a Lenin, está la desigualdad social, como lo reconoce la misma ONU, los patrones de exclusión social, política, económica y cultural, la inequidad en la tenencia de la tierra, la acción criminal de la llamada justicia privada, la impunidad, la violencia de Estado, el desplazamiento forzado, la pobreza y la ausencia de garantías sociales para el pleno desarrollo humano, es reconocer que la construcción de un país en paz, exige de la participación de toda la ciudadanía y del reconocimiento de las voces y propuestas que emergen de las zonas más duramente afectadas por el conflicto armado.
La activa e incidente participación de la sociedad civil, que de manera organizado viene elaborando propuestas para ser presentadas en la Mesa de negociación, no es una concesión ni un favor democrático, es un derecho y es un deber del Estado garantizar estos espacios para el debate y la construcción colectiva. La paz no se limita a la firma de los acuerdos; la paz es una conquista social que exige tanto del firme compromiso de toda la sociedad, como del acompañamiento de la comunidad internacional.
- Maureén Maya es Periodista e investigadora social
Fuente: Semanario Virtual Caja de Herramientas Nº 330
Semana 23 al 29 de noviembre de 2012
Corporación Viva la Ciudadanía
[1] En El Universal; Optimismo generó el cese el fuego decidido por las FARC”. Colprensa, Bogotá, 19 de noviembre de 2012. Ver en: http://www.eluniversal.com.co/cartagena/nacional/optimismo-genero-el-cese-el-fuego-decidido-por-las-farc-98756
[2] En El Tiempo; “La tregua unilateral de las FARC, un reto en la mesa de diálogos”. Bogotá, 19 de noviembre de 2012. Ver en: http://www.eltiempo.com/politica/ARTICULO-WEB-NEW_NOTA_INTERIOR-12390611.html
[3]Ídem.
[4]Ídem
[5]Ídem
[6]Ídem
[7] En El Espectador; “Farc anuncian cese de hostilidades temporal”. Sección Paz, Bogotá, 19 de noviembre de 2012. Ver en: http://www.elespectador.com/noticias/paz/articulo-387847-farc-anuncian-c...
[8] La Agenda temática de negociación entre el gobierno Nacional y la guerrilla de las FARC propone en su tercer punto el fin del conflicto, dejación de las armas y la reincorporación a la vida civil
[9] En El Universal. "Farc incumplen tregua de cese al fuego", Sección Nacional. Cartagena, miércoles 21 de noviembre de 2012. Tomado de Colprensa. Ver en http://www.eluniversal.com.co/cartagena/nacional/farc-incumplen-tregua-d...
[10] En El Tiempo; 'Farc no están cumpliendo la tregua': Ejército. Sección Nación, Bogotá, noviembre de 2012. Ver en: http://m.eltiempo.com/justicia/farc-no-estan-cumpliendo-la-tregua-ejercito/12394924/1/home
[11] En Revista Semana; "En Antioquia no hay tregua: FARC derriban dos torres". Bogotá, miércoles 21 de noviembre de 2012. Ver en: http://www.semana.com/nacion/antioquia-no-tregua-farc-derriban-dos-torres/188479-3.aspx
[12] En El País; 2Mindefensa reconoce dificultad para verificar tregua anunciada por las Farc”. Sección Judicial, Cali, martes 20 de noviembre de 2012.
[13]Chernick, Marc; Acuerdo Posible. Solución negociada al conflicto armado colombiano. Ediciones Aurora, Bogotá, 2008. Pág.45
https://www.alainet.org/es/articulo/162869
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