Otra mirada sobre Charlie Hebdo: Ni fanatismo, ni hipocresía

15/01/2015
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 Este escrito pretende ser eco de un hermoso artículo de Ivonne Bordelois.
 
Una postura racional lleva a condenar el terrible atentado contra el periódico Charlie Hebdo y la élite de humoristas que lo elaboraban. Nadie podría dejar de condenarlo, desde El Papa Francisco hasta el presidente Obama.
 
Pero el atentado encubre un conflicto que va adquiriendo proporciones desmesuradas, sin más espacio que el destinado a sentenciar el fanatismo causante de la catástrofe.
 
Los occidentales defendemos la democracia y la libertad de expresión como valores básicos, pero olvidamos que hay otros valores que son ley para la convivencia, como por ejemplo, no subestimar ciertos símbolos religiosos, importantes para quienes los sustentan. Según escribe Ivonne Bordelois “Las ofensas en este nivel no pueden trivializarse en aras de una libertad todo terreno. El laicismo no puede consentir ni consistir en degradar las expresiones religiosas que no atenten contra los derechos humanos, en especial cuando provienen en general de minorías explotadas económica y socialmente. El racionalismo puede también convertirse en la religión de la soberbia cuando considera a los creyentes en su totalidad como seres inferiores, supersticiosos e ignorantes”.
 
Pienso como Ivonne que sería estrategia de corta luz el oponer a los feroces degüellos televisados de la Jihad la pluma irreverente de Charlie Hebdo, que trata de estúpidos a los seguidores de Mahoma: “Azuzar con palabras e imágenes fuertemente ofensivas a un enemigo fanático, en momentos en que arde la contienda internacional, no parece la actitud más prudente ni esclarecida por parte de quienes se asumen como líderes intelectuales de la prensa europea. Ser mártir de la libertad de prensa no es incompatible con ser responsable de imprudentes escarceos al borde de un cráter dispuesto a estallar”.
 
Obviamente esta perspectiva relativiza el heroísmo intelectual de las víctimas y quien la asuma será al instante fusilado por la ola de indignación bien pensante que atraviesa el planeta en estos momentos.
 
Pero, pongámonos a contar, si podemos, los miles y miles de musulmanes, fanáticos o no, que cayeron bajo las bombas estadounidenses en Afganistán e Irak. Pero, al parecer,   morir a manos de terroristas musulmanes en París o en Nueva York viste más que morir bajo bombas cristianas en desiertos de nombres impronunciables en Medio Oriente.
 
- Benjamín Forcano es sacerdote y teólogo.
 
https://www.alainet.org/es/articulo/166824
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