La enfermedad mental del postmodernismo

25/03/2015
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La relativización de las cosas es lo normal y carta de presentación de la sociedad. Después de la caída de los socialismos reales, se impuso la moda del llamado neoliberalismo. En su sentido filosófico e ideológico se consideraba que superado las visiones y pensamientos del socialismo real, sólo teníamos que pensar en los vientos liberales, es decir neoliberales. La atmósfera triunfalista del liberalismo fue aprovechada por los grupos de poder realmente al máximo, con mucha radicalidad y soberbia. Ese triunfalismo ideológico político se vació en propuestas comunicacionales y sociológicas. En Bolivia aparecieron por doquier medios de incomunicación, sobre todo de canales de televisión y tabloides matutinos de derecha. Ese boom de medios masivos de comunicación era a todas luces parte de la soberbia política neoliberal, era parte del plan y libreto de los ideólogos y planificadores del nuevo orden. Aparecieron también como hongos universidades privadas y establecimientos educativos de primaria y secundaria privadas. Porque la educación también es desde siempre la correa de transmisión más importante del pensamiento colonial, dependiente y sumiso al sistema. Todos esos instrumentos de dominación sistémica, se pusieron a las órdenes de los vientos neoliberales: para enterrar a las ideas del socialismo real, y demás ideas de izquierda, y sobre valorar a los vientos neoliberales.

 

 Sin embargo, la herencia más trágica de esa manera de ver y pensar las imágenes del mundo es la relativización de las cosas, de todas las situaciones de la vida. Los jóvenes han sido las víctimas más afectadas de esas modas neoliberales. Hasta hoy esa manera de ver y pensar la vida, afecta con creces y crueles formas de convivencia de los jóvenes que caen fácilmente en las drogas, alcoholismo, politiquería y prostitución porque consideran que todo es relativo. La moral política y ética destruida y derrumbada con los socialismos reales, dejó por supuesto lugar a la ausencia de visiones morales y éticas. Ya no existen desde entonces compromisos éticos en la política y las demás actividades del hombre. Todo vale. Todo está permitido con tal de sobre salir y destruir a los demás, justificados por los pensamientos neoliberales del triunfalismo y exigidos obligatoriamente como carta de presentación. Para los sistemas educativos lo yuppie norteamericano era el ejemplo más privilegiado a copiar, por todos los modelos pedagógicos. Esa forma y manera de ver las cosas sigue vigente. La política ha caído en esos ambientes insanos de perversión ideológica neoliberal: todo vale. Ya no hay principios ni básicos valores que guíen las acciones y compromisos por la sociedad. Los pobres son simples insumos para conseguir triunfos políticos personales. Porque pobres hay para todos. El relativismo corroe absolutamente todo el tejido social y comunitario, para dar paso a tipos sociales más complejos y menos pertenecientes a las clásicas fórmulas de análisis.

 

El relativismo social está haciendo mucho daño a nuestras sociedades. La tradicional ausencia de Estado, sobre todo del llamado republicano colonial, dio lugar al festín más endemoniado de crecimiento ideológico del todo vale y todo es posible mientras individualmente se triunfe, en función de los parámetros del pensamiento neoliberal. Los medios de incomunicación hacen gala religiosa de esa manera de ver y pensar la sociedad. La invasión cultural e ideológica de los moldes occidentales neoliberales, afecta cotidianamente las veinte cuatro horas del día. Así la familia ya no es un mito absoluto, sino relativo. Los compromisos sociales ya no son absolutos, sino relativos. La política ya no es un absoluto, sino un instrumento muy relativo para objetivos que nada tienen que ver con lo ético e ideológico. Es decir, todo es relativo y puede cambiar sus propias raíces en función de nuestros objetivos. Esos ideólogos de lo postmoderno incluso sugieren que lo cultural es relativo, dañando considerablemente las mentes de los jóvenes y las nuevas generaciones.

 

El relativismo postmoderno está destruyendo los sueños de las nuevas generaciones. Los jóvenes han caído en esa trampa engañosa, que deleita momentáneamente los egoísmos individuales e individualistas; pero que les condena a mediano y largo plazo ya que sus visiones de sociedad e imaginarios de Estado están ausentes, sin referentes, sin absolutos de Estado y sociedad. Sin Nación, ni Estado y cultura. El relativismo postmoderno se ha adueñado de todas las formas de actuar en la política y la ideología, debilitando terriblemente a los absolutos de Estado, Identidad y Nación. La sobrevivencia de los comportamientos y costumbrismos mentales del neoliberalismo son demasiado evidentes, y al parecer no tienen respuestas contundentes como otras alternativas menos relativistas. El relativismo neoliberal y postmoderno, deslegitima todo a su paso. También al proceso de cambio desde adentro.

 

La Paz, 24 de marzo de 2015.

https://www.alainet.org/es/articulo/168442
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