Con la soga al cuello y el tiempo se agota
- Opinión
A propósito de los 10 años de la Caída de Lucio Gutiérrez, un análisis de diciembre de 2003. Para Recordar.
UNO
El jueves 20 de noviembre en el despacho legislativo del diputado Alejandro Cepeda en el sexto piso del Banco Central se produjo una reunión que describe a las claras la preocupación que tienen ciertos funcionarios gubernamentales y legisladores del Partido Sociedad Patriótica por el futuro del presidente Lucio Gutiérrez. En esa ocasión el diputado Gilmar Gutiérrez le comentaba a Cepeda sobre la "necesidad" de que en esa provincia repartiera los puestos de la administración pública con los indígenas e intentara reatar una alianza con éstos, porque era necesario conseguir apoyos para contrarrestar la situación de debilidad del gobierno. También habló de dividir a la CONAIE, y además argumentó que si no creaban una base fuerte de apoyo tenían los meses contados.
La conversación entre el hermano del presidente y el legislador cotopaxense son una minúscula pieza dentro un gran puzzle que se ha comenzado a armar en las últimas semanas y dentro del cual se mueven diversos actores tratando de influenciar en el desenlace final. Poca diferencia con la construcción de la caída de Abdalá Bucaram y la de Jamil Mahuad.
Todos los actores saben que la coyuntura actual puede desembocar en una salida de Gutiérrez y, posiblemente del vicepresidente Alfredo Palacio. El problema es dilucidar cuál es la salida posible, y eso es lo que ya parecen estar discutiendo en corrillos y despachos parlamentarios, en distintas oficinas, y en asambleas. En secreto y no tanto.
La cantidad de errores cometidos por el Presidente de la República, sus asesores y sus ministros; la incapacidad demostrada para gestionar el Estado, la falta de reacción oportuna en casos como el de las acusaciones de Álvaro Uribe a las Fuerza Armadas por la supuesta venta de armas a la guerrilla colombiana; las reacciones inoportunas como la de Alejandro Nájera con su Lista Negra y la quema del diario El Comercio, la sombra permanente de Napoleón Villa en cada acto gubernamental, la mediocridad del gabinete y tanto otros hechos ha ido medrando en la credibilidad de Gutiérrez y de todo el gobierno. La difusión del involucramiento de César Fernández (ex gobernador de Manabí durante el gobierno de Sixto Durán Ballén y acusado de narcotraficante), en la campaña electoral que llevó a Gutiérrez a la presidencia, es sólo golpe en un proceso que está llevando al gobierno rumbo al patíbulo.
DOS
Tras ganar las elecciones Gutiérrez decidió llevar su gobierno hacia la derecha en lo político y en lo económico, lo que irremediablemente provocaría la ruptura con el Movimiento Popular Democrático, el Movimiento Pachakutik, el Movimiento Indígena y las diversas organizaciones sociales que lo apoyaron en la campaña presidencial. Con esa ruptura se quebraba el "esquema de gobernabilidad" de la embajada estadounidense que planteaba la necesidad de implementar un apoyo activo del gobierno al Plan Colombia, el TLC con Estados Unidos y las privatizaciones, sin romper con el movimiento indígena para mantener una base de apoyo. La salida fue buscar una alianza más firme que le proporcionara una base de apoyo que fuera coherente con las políticas a llevar adelante. Entonces entró en la jugada el Partido Social Cristiano (PSC). Con esa alianza de fondo y otros coyunturales con la Democracia Popular y el Partido Renovación Institucional Acción Nacional (PRIAN) de Álvaro Noboa, logró aprobar la "Ley de Homologación Salarial y Carrera Administrativa", pero vio aumentar la oposición de diversos sectores sociales.
Sin embargo, el clima de armonía para seguir llevando adelante la política necesaria a los intereses de Estados Unidos en la región comenzó a quebrarse luego que altos mandos y mandos medios de las fuerzas armadas ecuatorianas exigieron a Gutiérrez que diese una respuesta contundente a las acusaciones de Uribe obligándolo a retractarse. Esa postura, aunque tardía, y la derrota electoral del presidente colombiano fue otro balde de agua fría en las intenciones de Washington de crear un eje consistente entre Uribe, Gutiérrez y, posiblemente, Toledo
A esto se sumó el desbaratamiento del plan de firmar un acuerdo con el Comando Sur de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos para crear supuestos centros de acopio que en realidad se transformarían en minibuses militares de ese país. El intento de pasar ese acuerdo por debajo de la mesa sin que lo conociera el Congreso, la posterior denuncia de las intenciones de ese tratado, el llamado a sala del canciller Patricio Zuquilanda y el archivo final del proyecto fue otro golpe.
Paralelamente y luego de denuncias de la prensa se archivó otro convenio que intentaban llevar adelante la Fuerza Aérea con la empresa estadounidense Dyn Corp acusada de proporcionar servicio de mercenarios en varias partes del mundo y cometer terribles violaciones a derechos humanos, casualmente la empresa que se encarga de las fumigaciones masivas de las plantaciones de coca en Colombia y que brinda servicios en la Base de Manta.
TRES
El entusiasmo de la Ministra de Comercio Exterior Ivonne Baki (en otros tiempos dedicada a pintar unos cuadritos que dejaban mucho que desear pero que eran elogiados por Jamil Mahuad y Benjamín Ortíz, y ahora dedicada a pintar un Tratado de Libre Comercio (TLC) con Estados Unidos que apunta a liquidar a la Comunidad Andina de Naciones y la economía ecuatoriana) por el convenio bilateral comienza a chocar con la oposición de diversos sectores, incluso empresariales para los cuales la dolarización fue un duro golpe y este tratado podría ser el tiro de gracia, y con la posible caída del modelo cambiario en los próximos meses.
Todas estas debilidades manifiestas en las últimas semanas se agudizaron con la denuncia de que habría sido utilizado dinero del narcotráfico en la campaña presidencial y queda de manifiesto en la conversación de Gilmar Gutiérrez y Cepeda.
Como si todo eso fuera poco, una fuente militar confirmó a Tintají que durante la última reunión de Lucio Gutiérrez con el Alto Mando, éste le dejó claro que debía arreglar los problemas de su gobierno antes de pedir un apoyo incondicional de las fuerzas armadas. Parece, según la fuente, que los mandos se lavaron las manos en cuanto al desenlace del gobierno.
Parece repetirse el empedrado camino de Jamil Mahuad, quien debilitado al máximo perdió el apoyo de los sectores de poder que lo sostuvieron durante un buen tiempo. A la embajada estadounidense, siempre activa en América Latina, al Partido Social Cristiano y a las cámaras de la Costa les convenía sacarse de encima un presidente que por su debilidad no tendría la capacidad de imponer el modelo dolarizador como sí podía imponerlo Gustavo Noboa, quien entraba al ruedo fresquito. Ahora el coronel pasa por una situación similar ya que esos mismos sectores ahora están preocupados con el hecho de que un presidente débil no podrá llevar adelante un modelo de desdolarización que los favorezca como antes les favoreció la implantación del dólar
CUATRO
Si bien versiones de prensa indican que el Partido Social Cristiano habría pedido a Gutiérrez que se saque de encima a su cuñado Napoleón Villa, coloque de Ministro de Gobierno al actual subsecretario de esa cartera y ex PRE Fernando Larrea, y le entregue el Ministerio de Minas y Energía al PSC, ese partido ya colocó un pie afuera del gobierno, y como en otras oportunidades sabrá darle un puntapié a su aliado circunstancial en el momento preciso. El problema de ese partido es que en caso de caer Gutiérrez, también debería caer el vicepresidente Alfredo Palacio, con quien César Fernández habría tenido una mayor vinculación. Por lo tanto, la sucesión que le podría haber gustado a la Embajada y al partido de León Febres Cordero, ya no sería viable.
La Izquierda Democrática, por su parte, ha pedido la renuncia o destitución del presidente y casi todos los sectores políticos comienzan descontar que ese es el posible derrotero gubernamental en los próximos meses. En todo caso, cualquier salida pasaría por el Congreso
Para que el posible sucesor de Gutiérrez sea el actual Presidente del Congreso, Guillermo Landázuri, la ID debería atar una alianza dentro del Parlamento que todavía es difícil de vislumbrar. Una posibilidad podría ser llegar a un acuerdo con el PSC para un reparto de poder, pero para lograr una mayoría necesitaría involucrar a otros sectores como el PRIAN, la DP y los siempre listos independientes. Si tenemos en cuenta las relaciones del PSC y la ID en la actualidad eso parece poco viable. Por lo tanto otra posibilidad sería una alianza amplia de izquierda y centro izquierda parlamentaria y social que unifique fuerzas. Para dilucidar el cambio en el Legislativo necesitarían llegar a acuerdos con el Partido Roldosistas Ecuatoriano, el PRIAN y la DP. Como siempre, ese tipo de acuerdos depende de lo que pida cada sector y que estén dispuestos a ceder el resto.
El diputado Wilfrido Lucero de la Izquierda Democrática, descartó el hecho de que su partido estuviera conspirando para llevar a Landázuri a la presidencia, y explicó que según la Constitución, el encargado de nombrar al mandatario en caso de vacancia es el Congreso aunque el elegido no necesariamente debe ser quien preside ese organismo. En todo caso, para cualquier salida parlamentaria hay que construir mayorías.
Por el lado del Movimiento Indígena y los diferentes sectores sociales, también se mueven las frutas. Las diferentes organizaciones indígenas han coincidido en estos días en unificar sus luchas contra la política económica y social de Gutiérrez, y todo parece ir hacia una gran movilización nacional contra el gobierno. El germen de un frente social y político con la alianza de diversos movimientos sociales y sectores de izquierda y centroizquierda parece introducir un elemento más en el camino que parece transitar la política ecuatoriana en general y particularmente el gobierno de Gutiérrez.
Un dirigente indio comentó a Tintají que para cualquier salida debían tener en cuenta al movimiento indígena. ¿De qué forma? Si vuelven a tenerlo en cuenta para que protagonice la movilización, mientras en las sombras se construye una salida que favorezca a los grupos de poder, esa salida no sería válida. Pero quizás este movimiento ya no caiga en eso y presione fundamentalmente para que se tengan en cuenta sus propuestas, con lo que la salida debería ser diferente a la de la caída de Bucaram y Mahuad.
Aprovechar la debilidad del presidente para exigirle que cumpla el programa propuesto desde los movimientos sociales y la izquierda, puede ser otra salida. Aunque creer que Gutiérrez pueda cambiar es demasiado riesgoso si nos atenemos a todos los compromisos que no ha cumplido. Por lo tanto no parece posible. En caso de concretase llevaría rápidamente a una reacción del PSC y la embajada estadounidense para promover la caída del gobierno, para lo que deberían estar preparados.
Una pieza importante del rompecabezas es la que se colocará en la Comisión de Fiscalización del Congreso cuando se investigue la denuncia y determinar si el gobierno tuvo o no financiamiento del narcotráfico. Ahí se comenzará a ver la correlación de fuerzas para las posibles salidas.
Los dirigentes del Partido Social Cristiano preocupados porque no asomaría un sucesor afín a ese sector en caso de que se provoque una destitución del presidente y vicepresidente, también mueve sus fichas. En principio, afianzó su alianza con el gobierno, y todo parece indicar que busca pasarle las posibles culpas de la relación con César Fernández al vicepresidente Alfredo Palacio. Con esa jugada, en caso de destitución de Palacio, su sucesor sería elegido de una terna enviada al Congreso por el presidente Gutiérrez. En esa terna, podría consolidarse un nombre allegado al partido de Febres Cordero. De ocurrir eso, quien debe cuidarse es Gutiérrez, porque tendrá un peso sobre sus espaldas mucho mayor que el de Palacio, y en la primera de cambio el PSC, le dirá chao pescado. No sería la primera y posiblemente no sea la última vez que eso ocurra.
Según versiones de prensa el gobierno cambiaría la mayoría de sus ministros (tal vez sería mejor que cambie a todos, así como a sus asesores, y envíe a Villa a Siberia) y buscaría mejorar la imagen no exponiéndose tanto a los medios de comunicación. Por otra parte, Gutiérrez intenta enfriar el conflicto con el vicepresidente. Es una forma de ganar tiempo, pero el tiempo se agota y cada vez existe menos espacio para seguir realizando acrobacias.
Preocupado de que el acróbata pierda el equilibrio, en medio de las fiestas de Quito llegó Otto Reich, Secretario Adjunto para el Hemisferio Occidental del Departamento de Estado norteamericano. Un personaje siniestro, vinculado a la ultraderecha estadounidense. Con temor por el curso que pudiese tomar la política ecuatoriana en los próximos meses, y que en medio de una crisis social se le vaya la situación de las manos, Reich habría preferido apuntalar a Gutiérrez, aunque sea por poco tiempo y no arriesgar cambios. El discurso del coronel, posterior a la reunión con este personaje, subió de tono, se le notó más seguro que días anteriores cuando parecía desencajado esperando el posible desenlace. Reich habría llamado la atención de Gutiérrez para que "se ponga pilas" en la defensa de los intereses estadounidenses y no cometa más "errores". Pero además del llamado de atención y el apoyo a la "democracia ecuatoriana", ¿acaso Otto Reich trajo una chequera que retrase la deblacle económica? Al otro día de su conversación con Gutiérrez, Reich se reunió con representantes de las Cámaras Empresariales y del poder político de Guayaquil, para conversar sobre la crisis ecuatoriana y fortalecer la posibilidad de firmar un TLC entre Ecuador y Estados Unidos.
En noviembre de 1999, Jamil Mahuad; su canciller Benjamín Ortíz y Heinz Moeller, presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores del Congreso, entregaron la Base y el Puerto de Manta a las fuerzas armadas de Estados Unidos. Mahuad esperó que su gobierno fuera retribuido con los billetes verdes que hacían falta para paliar la crisis. En enero de 2000 fortaleció momentáneamente su alianza con el PSC y las Cámaras empresariales de Guayaquil y anunció la dolarización. No le sirvió de nada, pocos días después caía su gobierno. Ahora, un día después de reunirse con Reich, las Cámaras reciben a Lucio Gutiérrez para apoyarlo en la nueva integración de su gabinete y consolidar la firma del TLC. El coronel fortalece su cogobierno con el Partido Social Cristiano mete el acelerador a fondo para firmar el Tratado en las próximas semanas y espera la ayuda que lo saque del momento difícil que atraviesa. Estados Unidos recibió a Mahuad como conferencista de Harvard. ¿Qué futuro tendrá pensado Otto Reich para Gutiérrez si fracasa la estrategia de fortalecer su gobierno y se ve obligado a optar por un cambio presidencial?
* Este análisis pertenece al libro El Movimiento indígena y las acrobacias del Coronel, de Kintto Lucas, Quito, diciembre de 2003. Las ediciones impresas se agotaron en su momento. Ahora se puede encontrar en: EL MOVIMIENTO INDÍGENA y las Acrobacias del Coronel (Spanish Edition) - Kindle edition by Kintto Lucas. Politics & Social Sciences Kindle eBooks @ Amazon.com.
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