Racismo made in USA

23/06/2015
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Después de la segunda guerra mundial, la cuna de la civilización occidental pasó a manos de los norteamericanos, pues los europeos se mataron y ensangrentaron por demasiado cultos, destruyendo sus posibilidades de seguir siendo el faro occidental a imitar. Era normal escuchar, yo lo escuché en la universidad, de parte de las clases a medias, que todo lo bueno de la civilización capitalista, es decir desarrollado y progresado, estaba en los Estados Unidos de norte América. Eso grupos soñaban en ir a civilizarse a ese país, a aprender sus normas y costumbres para luego retornar y copiar en nuestras realidades. En cierto sentido, al parecer durante algún tiempo ciertamente era un objetivo importante, asistir a conocer la civilización capitalista norteamericana. Más allá de su imperialismo brutal e inconsciente es nomás el país por antonomasia, de la información, de los adelantos más espectaculares y de los descubrimientos en tecnologías y ciencias de punta. En realidad ese es su poder más profundo. Sin embargo, Estados Unidos es también un país en vías de subdesarrollo. Con tremendos desfases sociales y asuntos no resueltos a lo largo de su historia.

 

Las mentalidades se mantienen y sobreviven a lo largo de la historia, sólo cambian las modas, las costumbres exigidas por las corrientes en boga, las apariencias sociales como modelos a seguir por los ritos existenciales. En Estados Unidos existen desde siempre los comportamientos racistas, pigmentocráticos, encubiertos, manipulados y manejados por sus oligarquías, que de cuando en cuando explotan como volcán en estruendo, cuando las tensiones sociales y económicas ya no tienen resoluciones consensuadas.

 

La crisis del sistema capitalista que se ahonda más y más desde el 2.008, se ahonda también en las contradicciones sociales de su propio sistema. Existen 53 millones de pobres en el imperio, y esas cifras tienden a subir por las condiciones mismas del capitalismo. Estados Unidos ya no es más el sueño americano, sino la pesadilla americana. Que siempre vivió a espaldas de sus vecinos del sur, soberbio y bravucón en sus maneras de relacionarse con el mundo. Sus políticas imperiales destruyeron países enteros, como en Centro América, donde la invasión de sus ejércitos y la conformación de mercenarios directamente obedientes del Pentágono, son los mayores problemas hasta hoy, ya que esos inmensos ejércitos anti comunistas de la guerra fría, de pronto se quedaron sin pega sangrienta, y tienen que sobrevivir armando sus propios grupos gansteriles por toda Centro América. Ni qué decir por Sud América, donde también apoyaron a las dictaduras más sanguinarias que tengamos recuerdo en la historia moderna. Entonces, tenemos demasiados ejemplos sobre las formas y los comportamientos de esa oligarquía con tentáculos mundiales.

 

Ahora que la crisis se profundiza, y el imperio se tambalea internamente, se producen los fenómenos desde lo más profundo y oscuro de su ser: racismo y pigmentocracia. Odio al distinto. Esas raíces esclavistas que devienen desde sus glorias pasadas, desde la ocupación y colonización del mundo, desde la invasión y destrucción de otras culturas. Modernamente hemos visto en las guerras de ocupación en Irak, Afganistán y Siria, donde su racismo es cínicamente encubierto por “valores democráticos”.

 

En el ascenso de las nuevas clases sociales como latinas o negras, develan sus oscuros sentimientos anglosajones de superioridad innata aún a costa de guerras y masacres. Enfermedades mentales que desde nuestras realidades también las conocemos en nuestra historia. Los códigos genéticos racistas tienen mucho que ver con la ocupación de tierras, y la esclavización de poblaciones autóctonas. Aunque los gringos norteamericanos, son después los grandes proclamadores de los derechos humanos en el mundo, y andan condenando a culturas enteras de que no son “civilizadas y democráticas”. Todos los imperios fungen de cínicos y democráticos.

 

Los organismos de represión de los Estados Unidos son los más sofisticados del mundo. Tecnología y enfermedad mental racista, la mezcla ideal para asegurarse un mundo a imagen y semejanza suya: anglosajona y protestante. Modelo de exportación mediante sus películas y democracia gringa, de valores extraños y ajenos a nosotros. Pero de consumo total por las clases a medias y altas de nuestros territorios, embobados y embelesados por los colores racistas de esa democracia. La reacción de muchas culturas del mundo ante esa democracia anglosajona, es precisamente cerrar sus fronteras a esas costumbres del oído y la destrucción. Por ejemplo Irán, China, el mundo árabe, etc. Que prefirieron un retorno a sus propias culturas y raíces, para salvaguardar lo propio frente a la invasión gringa de esa democracia racista y pigmentocrática. Pero los poderes de sus sistemas de seguridad tienen alcances diabólicos, y están presentes en todos los países. En Bolivia vivitos y coleando, sin meter bulla y en silencio en medio de la policía y el ejército. Y no es raro que los países que hayan reaccionado en contra de esos poderes diabólicos estén en las listas de terroristas. Aquello que no controlan están condenados a ser atacados como terroristas, en nombre de la democracia y los valores gringos. Esos organismos controlan casi todos los gobiernos del mundo, con excepciones muy contadas.

 

El occidente culto, educado, civilizado, desarrollado y mito de los derechos humanos, no es realmente tal. Bajo sus mantos civilizados, siguen presentes sus nomenclaturas bárbaras y guerreristas, racistas, de odio. Lo peligroso es que esas mentalidades civilizadas tienen los instrumentos tecnológicos más poderosos, que en las circunstancias actuales realmente son amenazas globales, y demuestran que al interior de sus fronteras funcionan con precisión fascista contra poblaciones negras y latinas. El occidente culto, educado, civilizado es el ejemplo más contundente de mentalidad cavernaria, enquistada en sus recuerdos pigmentocráticos de superioridad racial, sobre todas las demás razas y costumbres. El paso del tiempo no ha cambiado substancialmente a estas mentalidades. Lo gringo es lo más cavernario y anti humano como sistema. Ese es el sistema que los gringoides de estos territorios aman y adoran como a sus dioses del Olimpo. E imitan burdamente en sus comportamientos sociales, políticos, militares, económicos e ideológicos. Por tanto, las pigmentocracias de estos grupos locales tienen esas mismas enfermedades racistas made in USA.

 

La Paz, 22 de junio de 2015

 

https://www.alainet.org/es/articulo/170583
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