¿Alguien ha leído a Marx en Bolivia?

24/08/2015
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Los de mi generación algo hemos balbuceado allá a finales de los años 70, cuando la dictadura del coronel Banzer de la colonia alemana. En la experiencia Juan 23 de Cochabamba, cuando en clases de curas tercermundistas de izquierda leíamos a Martha Harnecker: Materialismo Histórico, o a los socialistas franceses por el cristianismo, o a algunos duros y puros del marxismo europeo. Pero eran textos interpretados o filtrados, para América Latina. Por supuesto que leímos algo de los textos marxistas de escritores cubanos, chilenos y nicaragüenses. Varios textos de curas comprometidos con el mismo marxismo teórico. Nuestros profesores en aquel entonces eran de izquierda, hoy son de derecha y no es raro el asunto, entre miristas, comunistas de toda laya y también troskistas, pues nos remarcaban todos esos procesos sociales mundiales y bolivianos por el filtro de las interpretaciones marxistas. En aquellas épocas no ser marxista era algo más o menos que ser un vulgar derechista, desclasado traidor o un ignorante completo con el que no merecía conversación alguna. Tenías que ser de izquierda; pero mejor de izquierda marxista. Para los gobernantes posteriores el ser marxista seguía siendo un pecado contra el Estado republicano, por ejemplo los milicos ignorantes y brutales como García Meza y Arce Gómez, que no llegaban a comprender absolutamente nada, sino consignas cocinadas en la guerra fría, es decir en las embajadas norteamericanas.

 

Bolivia no tuvo la suerte de contar con intelectuales de exportación, con sus contadas excepciones. Y realmente contadas excepciones. Esa es la realidad de las clases altas y medias, nada competitivas ni liberales, sino señoriales, oportunistas, vulgares y frívolas a más no poder. En el tema del marxismo podemos decir sin lugar a dudas que René Zavaleta Mercado, fue una de las cumbres de las letras marxistas bolivianas de exportación. Lo demás sólo copiadores, imitadores y quizás apasionados por el marxismo pero nada más. No creadores, no pensadores e interpretadores de nuestras realidades desde los ojos y los lentes del marxismo. Como lo que tuvo el Perú con Mariátegui cuando sus deseos de “indianizar el marxismo” en los años 20 del anterior siglo. Y por años 80 fuimos testigos de esa mediocridad de las clases altas y medias marxistas, cuando tomaron el poder con la UDP y destruyeron el país corrompiéndose en competencia. Luego vino la caída del muro de Berlín, donde la izquierda latina y boliviana se puso nomás la camiseta neoliberal, porque sus sacrificios ya habían sido suficientes; era hora de hacer dinero y gloria gracias al neoliberalismo. Zavaleta había muerto, y con él toda la generación de pensadores marxistas de nivel respetable.

 

Hoy en tiempos de cambio tampoco hay marxistas del cambio. Es decir pensadores e intelectuales que desde las posturas de la teoría marxista defiendan o interpreten lo que está sucediendo. La bulla y el griterío es la consigna vulgar. Lo indígena se ha impuesto porque las organizaciones sociales así lo han querido; pero detrás de esa fuerza política y material, sólo hay vacío teórico de parte de las clases medias y altas. No existe producción profunda intelectual, sino bulla ideológica y política. Por ahora la excusa indígena es la garantía de la continuidad, sin contenidos teóricos de las categorías marxistas. Nada raro otra vez. Sino la constatación de la constante a lo largo de nuestra historia republicana: ausencia de pensadores marxistas de categoría. Sólo la inercia de la militancia clase mediera aprovechando la oportunidad de ocupar espacios de poder, porque se terminará en el tiempo político que duré.

 

Me incliné a organizar estas ideas sobre el marxismo en Bolivia, al presenciar hace unos días un debate televisivo entre algunos jóvenes despistados del proceso de cambio, de clases medias, y algunas periodistas defendiendo a cierto programa y periodista al parecer atacada desde el poder político. Y sinceramente las y los que se decían y definían como marxistas no habían leído nada de Marx, pues su mediocridad era tan infinita que daba risa esa tertulia supuestamente política.

 

Marx estuvo enterrado durante mucho tiempo en Bolivia, casi 20 años, o todo el tiempo que la moda neoliberal en acción copó los espacios privados y estatales. Pero con el llamado proceso de cambio se puso otra vez en boga, lamentablemente de moda. Nadie lee en realidad a Marx; pero se habla mucho de él. Y como es de costumbre entre la bulla política y los condimentos necesarios al respecto, el santo nombre de Marx es utilizado por moros y cristianos, sin que en realidad nadie haya leído o al menos conocido medianamente. En Bolivia, en la frivolidad de las costumbres no interesa mucho leer e investigar, sino sólo ser parte del montón y la bulla, la farra y la tertulia costumbrista. Los pocos teóricos de Marx, están en silencio en Bolivia. Quizás esperando que la bulla y la moda pase de una vez, para luego hacer los balances. Personalmente espero que sus miradas sean por fin creadoras, desde los instrumentos de análisis marxista hacia nuestras realidades demasiado complejas, nada comprendidas por las izquierdas clásicas y señoriales y nada leídas desde los marxismos, sino sólo hechos panfletos y coloridos voceros a nombre de los cambios y las organizaciones sociales.

 

Por aquellos años de las dictaduras, había cierta crítica saludable en nombre del Marx. Cierta creación de empuje social y teórico a la vez. Las lecturas de Marx eran paralelas a las esperanzas de renovación social y de época. Y en aquella experiencia educativa de Cochabamba, leíamos con entusiasmo de esperanza las aproximaciones y las interpretaciones sobre Marx, discutíamos acaloradamente junto a los acontecimientos políticos de la época: conferencias magistrales, etc. Personalmente jamás tuve la oportunidad de leer sus obras completas o El Capital, sino obras muy esporádicas e incompletas sobre él. Hoy realmente es vergonzoso oír o participar en eventos políticos donde se nombra a Marx y donde nadie ha leído a Marx. Tal grado de inercia y costumbrismo es nomás el diagnóstico más claro de lo que es la izquierda clásica, señorial y elitista de este país: poco productiva teóricamente y poco coherente prácticamente.

 

En fin. Los voluntarismos son más fuertes que la generación de intelectuales y pensadores. Los voluntarismos pragmáticos son las herencias más letales en contra de la generación de pensadores. Y ni siquiera este proceso de cambio ha generado sus pensadores marxistas, con complementos pluris y multis culturales. Las calendas griegas son más próximas, que nuestras clases altas y medias piensen y creen ideas nuevas, con los instrumentos de análisis que Marx les ha regalado. Ni modo pues.

 

La Paz, 23 de agosto de 2015.

https://www.alainet.org/es/articulo/171920
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