Game over. Balotaje en Argentina

26/10/2015
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 elecciones argentina
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El final abierto se convirtió en derrota.  Scioli (36.86%) gano por más de dos puntos frente a Macri (34.33%), pero políticamente sufrió una gran derrota.  Cristina Fernández y la década ganada –con retórica e imaginario- pertenecen a otro ciclo.  Hay balotaje en la Argentina y un voto “castigo” de proporciones.

 

El espacio opositor, si sumamos solo los porcentajes de Macri y Massa, concentran un 55.60% de los votos.  Gane quien gane (inclusive Scioli) el sistema político, las alianzas, la economía y los liderazgos serán diferentes. Argentina –junto a la erosión contra Dilma Rousseff- puede transformarse en el territorio que cambie o modere mucho más el ciclo progresista en la región.  Lo que pase en la segunda vuelta del 22 de noviembre será significativo.

 

La estrategia del oficialismo se centró en esperar que las políticas estatales y económicas –con diversas eficacias- se traduzcan en votos sin pensar en las transformaciones que se producían en lo social.  El Estado como constructor de adhesiones electorales posee un límite, sobre todo si no se garantiza una dinámica de actores en el territorio.  Éste se volvió contra el kirchnerismo, le mostró que la sociedad posee un conjunto de intereses, deseos y expectativas que no pueden representarse desde el Estado y que necesita de otro tipo de intervenciones.  La oposición articuló bien aquello que el oficialismo no logró estructurar.

 

La derrota del kirchnerismo en la Provincia de Buenos Aires es parte de su tragedia electoral.  Una mala y tenue gestión de Scioli, una torpeza de fuste en la selección de candidatos para la formula a gobernador (Aníbal Fernández-Martin Sabatella) y la acción de los intendentes que optaron por retener sus territorios inclusive contra el candidato a gobernador son dimensiones para explicar la derrota.  Es decir, diversos jefes municipales que obtuvieron más votos que Aníbal Fernández.  El propio Scioli superó a éste en la provincia.  A su vez, la campaña de Maria Eugenia Vidal encontró las maneras de traducir las fisuras del oficialismo y un gran apoyo de la estructura de la Unión Cívica Radical.  En la provincia de Buenos Aires se produjo una resistencia al modo de conducción de Cristina Fernández y al kirchnerismo duro.  Una rebelión contra la diagramación de listas y candidaturas desde la Rosada.  Una “revancha contra la lapicera”.

 

La hiper discursividad kirchnerista, necesaria para recrear procesos de identificación, se alejó demasiado de los materiales concretos que le dan sustento a dicha discursividad.  Ésta no pudo crear lo que no estaba, no pudo sustituir la complejidad de lo social y lo territorial.  En parte, esto es aprovechado con gran capacidad por la oposición.  Menos semiología y mas sociología, podria rezar un graffiti nocturno.

 

Maria Eugenia Vidal ganó en casi toda la provincia y además varias intendencias. Obtuvo el 39.49% de los votos frente a los 35.18% de Anibal Fernandez.  Se transformó en la clave del triunfo de Macri.  Recibió votos que apoyaron al kirchnerismo en las PASO.  Mientras Macri recibió de UNA –la fuerza de Sergio Massa- y del kircherismo en el resto del país.  Debemos indicar, que Cambiemos (PRO, UCR y otras expresiones) ha logrado algo inédito en la historia argentina: construir un espacio de derecha con apoyo popular y masivo.  Esto condena al peronismo a luchar por esta base, a consolidarse en un movimiento “atrápalo todo” que sabe en qué momentos debe ejercer su arista progresista o su arista centrista o devenir en una expresión de centroizquierda.  El kirchnerismo –desde el Estado- intento la última opción y hoy se ha estrellado.

 

El balotaje abre distintas trayectorias y posibilidades de acción.  Macri debe retener una parte mayoritaria de los votos que logró Sergio Massa (21.34%).  Por lo tanto, debe iniciar negociaciones para integrarlos a un futuro gobierno y una apelación a su electorado.  Scioli tendrá que apelar a los dirigentes peronistas para no avalar a un dirigente como Macri y ensayar un esquema de gobernabilidad.  Tendrá mucho más trabajo que Macri en la construcción de apoyos.  El balotaje y su ejercicio recrearán otro juego y otro ciclo gubernamental.  Cristina Fernández tendrá que optar por participar decididamente en la campaña o retirarse con una cuota interesante de imagen positiva saboreando la posibilidad de volver al ruedo.

 

Massa ha valorizado sus “acciones”, es el tercero en cuestión que puede ayudar a desequilibrar la balanza entre Scioli y Macri y provocar victorias electorales.  Empezo el show.  Los grandes medios harán su agosto, como Massa piensa hacer el suyo.  Lo que tendrá que evaluar cuál es la mejor opción para no licuar a futuro su fuerza.

 

La imaginación de que Argentina es un país mayoritariamente progresista se ha caído.  Game over.  Después de 12 años, el kirchnerismo no ha podido reconfigurar esta mayoría.  Sus actores juveniles, políticos y económicos fueron insuficientes para lograr esta tarea al interior del universo peronista y de la sociedad.  Menos ha podido sustituir liderazgos locales tradicionales (peronistas), a los cuales ha erosionado pero que nunca pudo sacar de juego.  Éstos ante cada ocasión han jugado en contra de la Casa Rosada, esperando recuperarse en otro contexto.  El conjunto de coaliciones establecidas para retener el poder no siempre se presenta como eficaz para conducir o prever los cambios en la vida social y aquellos que incorporan los actores opositores.

 

- Esteban De Gori, Doctor en Sociología, es Subdirector del Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (CELAG).

https://www.alainet.org/es/articulo/173231
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