Francia: todos somos culpables

20/11/2015
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La violencia es y ha sido la piedra principal donde se ha construido el capitalismo, todas las conquistas coloniales han sido intervenciones violentas y luego depredadoras de los recursos naturales de los países. África, Asia, América Latina han sido los escenarios de procesos coloniales y hoy son el blanco de las disputas imperialistas.

 

En su estrategia de expansión los países imperialistas han corrompido a organizaciones locales, sean culturales, religiosas, políticas, militares, sindicales, etc. Sobre esta corrupción han generado el enfrentamiento local y después intervienen de manera directa en el conflicto. Podemos citar cientos de casos de esta estrategia, pero hoy nos interesa analizar las causas de este permanente acoso a todos los Estados del Mundo por parte de los países imperialistas.

 

Luego de la caída del Muro de Berlín, EEUU tuvo la creencia que el mundo le pertenecía, trató de imponer su forma de democracia, su pensamiento económico, su estilo de sociedad, en suma, su hegemonía político-cultural. No tuvo éxito, en América Latina le dijeron ALCA..rajo con su ALCA, en Medio Oriente le arrojaron con un zapato, entonces tuvo que recurrir a sus mecanismos de compromiso con otros países que también juegan a ser imperiales, con esta ayuda construyó discursos para justificar su intervención militar, por ello, Irak, Libia, Afganistán fueron sus blancos.

 

Hoy la alianza de imperios pretende hacernos creer que están en una franca cruzada civilizatoria, cuando hace días nomás bombardeaban a población civil causando miles de muertos, la gran mayoría siempre civiles y entre ellos niños, esa es la cara feroz de este perverso proceder que busca hacer natural la muerte y la guerra. Entre tanto en otros países como el nuestro nos encontramos en peleas intestinas promovidas por estos mismos imperios, perdiendo la dimensión solidaria con nuestros pares de pobreza mundial.

 

La perversidad de la estrategia imperial ha logrado que la insensibilidad haya tomado posesión en nuestros cerebros y que la violencia guerrerista imperial nos parezca natural, justificada y salimos a prender velas a las Embajadas de países imperiales, cuyos gobiernos se han mostrado, además xEenófobos, la arena está preparada para el retorno de los odiadores del género humano, el viejo racismo reverdece junto a la estrategia del saqueo de las riquezas naturales.

 

Nos hemos vuelto pasivos, seguramente por el miedo que nos impusieron en tiempos de dictadura militar, por los miedos y horrores que vemos cada día, por la enajenación de nuestras juventudes que son presa del mercado consumista desenfrenado. El viejo internacionalismo proletario no tiene su correlato para el siglo XXI.

 

El sabor a venganza de los actuales bombardeos, son el viejo eco de la política de Teodoro Roosevelt, el gran garrote sigue vigente y una humanidad que resuelve sus conflictos a los garrotes es una humanidad que no ha evolucionado, el garrote es un sigo que seguimos siendo primarios en un mundo de aparente civilización.

 

La intolerancia hacia los diferentes, es la incubadora donde el imperio deposita las semillas del odio, las desarrolla y entrega armas para orientar ese odio, luego pide ayuda para controlar lo que ha creado ¿No es un proceder que está cercano a la locura?

 

Aceptemos que somos culpables porque no tenemos la capacidad para frenar  a los imperios en su insana obsesión de ser los gendarmes de la humanidad; aceptemos que somos culpables porque apoyamos a los representantes de los imperios en nuestros países; aceptemos que somos culpables porque dejamos nuestro cerebro abierto para que los medios de comunicación nos digan que pensar y que hacer.

 

Aceptemos que somos culpables por comprar productos transgénicos, productos que son elaborados con la niñez pérdida de miles de obreros sin derechos. Somos culpables por permitir que nos mientan y aceptar las mentiras que bien sabemos son autoengaños, porque pensamos que en el capitalismo todos son felices. Malas noticias, el capitalismo es el autor de todas las muertes y en todas partes, el capitalismo es el que negocia armas sin importarle el uso al que van dirigidos.

 

Entonces, los muertos de Francia son también nuestros muertos, porque todos somos culpables.

 

Camilo Katari, es escritor e historiador potosino

https://www.alainet.org/es/articulo/173741
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