La política en el Perú de hoy: entre Kafka y Pavlov
- Opinión
Así como sabemos identificar el fenómeno kafkiano, aquel que concibió el genial escritor Franz Kafka como sinónimo de las cosas absurdas, sin necesariamente haber leído ningún libro de él, también sabemos lo que significa el experimento de Pavlov y su descubrimiento sobre el reflejo condicionado: el comportamiento que puede cambiar por un estímulo no relacionado. Debo hacer una cosa pero hago otra por una razón extraña.
En el Perú, estamos por cumplir cincuenta años del último golpe de Estado clásico, aquel que el 3 de octubre de 1968 ejecutaron las Fuerzas Armadas para deponer al entonces presidente constitucional, Fernando Belaúnde Terry. No debe considerarse, por atípico, el denominado autogolpe que Alberto Fujimori llevó a cabo el 5 de abril de 1992.
Para que se produjera la interrupción constitucional contra Fernando Belaúnde ese lejano año de 1968, se generó un enfrentamiento entre el gobierno y el Congreso. Mientras el poder ejecutivo intentaba gobernar, el líder de la oposición, Víctor Raúl Haya de la Torre, clamando que “el poder legislativo es el primer poder del Estado”, hacía que su mayoría parlamentaria le censurara diez ministros al gobierno, en promedio dos por año. El desenlace de ese conflicto fue el mencionado golpe de Estado.
Un par de notas: Pedro Pablo Kuczynski (PPK) fue ministro de Belaúnde en ese entonces y Keiko Fujimori no había nacido.
En 1978, diez años después, el gobierno de las Fuerzas Armadas convocó a una Asamblea Constituyente, la cual, presidida por Víctor Raúl Haya de la Torre, dictó la Constitución de 1979, la misma que entró en vigencia el año siguiente, por mandato de Fernando Belaúnde Terry, nuevamente elegido presidente de la República.
¿No hay acaso algo de kafkiano en todo esto?
La Carta Constitucional aprobada, a fin de evitar que se repitiera un desencuentro entre los poderes del Estado semejante al producido durante el primer gobierno de Belaúnde, y evitar una nueva interrupción constitucional, concibió la siguiente fórmula: el parlamento podrá ser disuelto por el presidente de la República si es que el Congreso le niega confianza o censura a dos Consejos de Ministros. Esta fórmula es reiterada por la Constitución vigente.
Pedro Pablo Kuczynski no ha cumplido ni un año en funciones, no obstante que fue elegido para un período de cinco años en elecciones democráticas. La mayoría fujimorista en el parlamento le ha censurado ya a un ministro, le ha denegado confianza a otro y está en desmesurado ejercicio de su facultad de interpelación.
Y en este punto, entra Pavlov y su descubrimiento del llamado fenómeno del reflejo condicionado: ¿cómo es eso de que el fujimorismo promueve la estabilidad del país, si es que abusa de su mayoría parlamentaria, mantiene en permanente zozobra al gobierno y está empezando a generar el clásico enfrentamiento entre Poderes del Estado?
Pavlov descubrió que una actividad normal (para el caso, hacer que el Congreso sirva para legislar, fiscalizar y ejercer control político con razonabilidad), puede cambiar su conducta naturalmente prevista por un estímulo no asociado (para el caso, demostrar la fuerza a secas, tal cual, o, eventualmente, aunque se haya negado reiteradamente, presionar para que se conceda el reclamado indulto a Alberto Fujimori).
Lo cierto de esta kafkiana situación, con características pavlovianas encima, es que el país está ingresando a un claro proceso de desestabilización: una mayoría fujimorista en el Congreso ensimismada en su fuerza per se y un gobierno en vías de una parálisis preocupante. Así como en 1968 nadie se benefició con la interrupción constitucional y pasó una década para recuperar la democracia pérdida, el actual gobierno no puede seguir esperando para utilizar el instrumento que la Constitución le concede para asegurar la gobernabilidad del país: plantear cuestión de confianza en el momento propicio y definir el comportamiento del parlamento en lo sucesivo. En otras palabras, enfrentar la situación, definirla y seguir gobernando. Quedan más de cuatro años.
Si Kafka tiene que ver con lo absurdo (por ejemplo, seguir un juicio en el Perú), Pavlov tiene relación con lo irracional (por ejemplo, la mayoría fujimorista en el Congreso).
Finalizo con algo alentador: cuenta la historia que un poderosísimo Emperador de la China antigua reunió a todos los sabios de su Imperio y les pidió lo siguiente: “Quiero una frase corta, que sirva para todas las circunstancias posibles, siempre”. Pasaron los meses y los sabios buscaron al Emperador y le dijeron: Ya tenemos lo que nos pidió. La frase es: “también esto pasará”.
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