El primer año de Trump

25/01/2018
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El primer año de Trump estuvo marcado por enormes controversias y comportamientos execrables. Tras ello, surge un gobierno muy coherente con valores morales conservadores, favorable a los intereses económicos de grandes fortunas y empresas y, con una política exterior unilateralista que busca reforzar la hegemonía estadounidense, con un guiño a la doctrina Monroe. El balance confirma que en ningún caso Donald Trump, es el outsider que arremete contra las élites con acciones populistas con el que soñaron muchos de los que votaron por él. Está muy lejos del personaje de James Stewart en el filme de Frank Capra: Mr. Smith Goes to Washington. Como consecuencia, el mundo es más peligroso… Y eso que Trump lleva solamente un año.

 

Un presidente polémico y conservador

 

El primer año de Trump estuvo pletórico de controversias de todo tipo. Las Trumpadas han sido abundantemente cubiertas por la prensa, al punto de hacer difícil separar la paja del trigo. Muchos, como el presidente de Montenegro, sufrieron su arrogancia de matón de barrio. Trump, lanzó ridículos tuits, como que su botón nuclear era más grande que el del líder de Corea del Norte.

 

Según Gallup, Trump tiene los índices de aprobación más bajos de un presidente estadounidense el primer año de mandato (promedio de 39%). El 57% desaprueba su gestión. Las revelaciones del libro Fuego y Furia de Michael Wolf aumentan la certidumbre de sus problemas de salud mental y su incompetencia como presidente.

 

Los caricaturistas temen, que la investigación de  Robert Mueller sobre la colusión de Trump con Rusia para ganarle a Clinton,  termine acortando su presidencia.

 

Todos esos elementos no deben hacer olvidar, como señala el editorial de La Opinión, que el primer año Trump correspondió al de un gobierno soñado por los partidarios del conservadurismo moral.

 

Muchos derechistas, destacan el buen desempeño económico de un mal presidente. La bolsa de valores alcanzó el mejor desempeño de su historia. Las actividades extractivas contaminantes (minería, gas, petróleo y carbón) benefician de la desregulación que impuso.

 

También desmontó los tímidos avances de los gobiernos de Barack Obama para los trabajadores. De defensa de los consumidores y usuarios. Más de 3 millones de estadounidenses perdieron el acceso a seguros de salud. Es evidente, que es un gobierno que aumenta la distribución regresiva de los ingresos, aumentando las desigualdades tradicionales estadounidenses. Los recortes en una serie de servicios sociales refuerzan esa concepción de gobierno principalmente en servicio de la oligarquía. No es un populista, usa el estilo populista. Defiende prejuicios morales tradicionales de la derecha estadounidense y las élites. Es un plutócrata. Es un presidente conservador y polémico, caricatura de Ronald Reagan.

 

Escéptico sobre el cambio climático

 

Menos cómico, fue su tuit burlándose del calentamiento global ante la ola de frio extremo en diciembre pasado. La ciencia del cambio climático muestra que la recrudescencia de fenómenos climáticos extremos es provocada por el calentamiento global. La propia NASA lo desmiento, afirmando que 2017 fue el segundo año más caliente de la historia después de 2016.

 

Un escéptico notorio con acciones serias: Repudió el Acuerdo de Paris sobre el clima; Puso a la cabeza del ministerio del medio ambiente a otro escéptico y defensor del petróleo (Scott Pruitt) y; revocó las políticas de Obama contra el cambio climático.

 

Trump levantó las barreras medioambientales a la exploración petrolera en todas las zonas marítimas estadounidenses, hasta en el Ártico. Una incitación a una nueva catástrofe como la de la plataforma petrolera de BP, Deepwater Horizon, en abril de 2010, cuyas consecuencias todavía penan en el golfo de México.

 

Es un defensor de los intereses de las grandes empresas energéticas estadounidenses, no muy distinto del gobierno de Georges Walker Bush.

 

Mentiroso, racista y antiinmigrante

 

Apenas comenzada su presidencia en enero del año pasado, Trump comenzó atacó a los medios de comunicación, acusándoles de publicar fake news (noticias falsas) para desprestigiarlo. Ello, al mismo tiempo que su consejera Kellyanne Conway, defendía los “hechos alternativos” para defender la fake news sobre una asistencia record en su inauguración. Sus mentiras, eufemísticamente llamadas verdades alternativas, son abundantemente denunciadas. Terminó el año otorgando los premios noticias falsas a CNN, New York Times y Washington, concitando risas en los talk shows estadounidenses. La sección estadounidense de Amnistía Internacional terminó compilando una larga lista de fake news del presidente, de atropellos a la libertad de expresión y los derechos humanos.

 

 

Muchos denunciaron sus declaraciones racistas que fortalecieron los movimientos racistas violentos y de extrema derecha. Para muchos, la declaración que EE.UU recibía inmigrantes de shitholes, (traducido generalmente como países de mierda) en lugar de recibirlos de Noruega, fue la gota que rebalsó el vaso. Se trata de restablecer la inmigración para una América blanca, wasp (white anglo-saxon protestant).

 

Creó una amalgama entre el terrorismo y la inmigración manifiesta en la decisión ejecutiva de prohibición de entrada a ciudadanos de países a predominancia musulmana. Hasta el retiro de EE.UU. del pacto de la ONU sobre migración, pasando por el fin del programa de protección temporal (TSP) para haitianos, salvadoreños y guatemaltecos, hasta el fin del DACA que beneficiaba a 800 mil dreamers.

 

Con ello vuelve a la brutal Operación Wetback que se tradujo en la deportación de más de 1 millón de mexicanos en los años cincuenta. Una operación fallida según CNN. Su porfía para que el Congreso le dé financiamiento para el muro contra México y DACA, llevó al cierre del gobierno el 21 de enero, empañando el aniversario de Trump. El acuerdo para reabrirlo hasta el 8 de febrero se logró dejando fuera a Trump de las negociaciones. Todo indica que serán los estadounidenses quienes pagarán por el muro con México.

 

Contra los derechos de las mujeres

 

Su sexismo impenitente de antes de su elección, marcó su estilo presidencial. Trump se declaró, el 19 de enero, ante su marcha anual, como adalid del movimiento conservador moral antiaborto.

 

Prometió nombrar jueces conservadores a la Corte Suprema para que revoquen el fallo Roe vs Wade de 1973 que descriminalizó el aborto. Por un lado, ya aseguró un nuevo rumbo del Poder Judicial con la elección del conservador Neil Gorsuch y la nominación de decenas de jueces federales. Los republicanos habían conseguido evitar que Obama nombrara 54 jueces federales. Trump está promoviendo una revolución conservadora en los tribunales según El País.

 

 

Ensalzó la decisión de su administración de proteger a doctores que se nieguen a hacer abortos por escrúpulos religiosos y; permitió nuevamente que los Estados conservadores recorten fondos del medicaid para la planificación familiar. Repuso la prohibición, impuesta por Bush, a la ayuda internacional a los derechos reproductivos.

 

A pesar de los éxitos del movimiento #me too, fortalecido con el affaire Weinstein, la amenaza de Trump a los derechos de las mujeres sigue causando temor y gran resistencia. Trump ya ha sido acusado de acoso. Hubo multitudinarias manifestaciones contra la investidura de Trump hace un año.

 

Centenares de manifestaciones de mujeres contra Trump volvieron el día de su primer año. Esta vez el movimiento de mujeres sirvió para unificar a otros movimientos como los medioambientalistas, de derechos LGBT, de derechos de migrantes, contra el racismo y pobres. Se lanzó una campaña contra Trump en las urnas  Puede ser exitosa la campaña para hacerle perder la mayoría republicana en el Congreso en las elecciones legislativas de medio mandato.

 

Baja los impuestos de la élite

 

Por otro lado, Trump fracasó en su promesa de acabar con el Obamacare. Pero, si consiguió que la mayoría republicana en el Congreso aprobara su impopular reforma al código impositivo.

 

El País constata que la más importante reforma fiscal en 30 años (desde Reagan), redujo en 1,5 billones en 10 años, los ingresos del gobierno. Los principales beneficiados son las grandes fortunas y grandes corporaciones.

 

El impuesto a las utilidades de las empresas bajó de 35% a sólo 21%. La rebaja del impuesto a la repatriación de utilidades de las empresas transnacionales estadounidenses. Busca favorecer el retorno a casa, desde Google, hasta las empresas transnacionales estadounidenses que dominan la energía como Exon, o las nuevas tecnologías como Google, Facebook, Amazon, pasando por Walmart, McDonald y otras. Una propuesta unilateralista.

 

Disminuyó además, los impuestos de las personas de altos ingresos. Eliminó el impuesto inmobiliario a las herencias (beneficia apenas 5.500 contribuyentes). Eliminó la AMT (Allternative Minimum Tax), que obligó a que Trump pagara 36,5 millones de impuestos en 2005, lugar de 5,3 millones por escapes tributarios. La rebaja de impuestos favorece a quienes envían sus hijos a colegios particulares caros, aumenta las rebajas de impuestos por caridad y reduce los impuestos para los fondos de cobertura (hedge funds). Ello se agrega a medidas ejecutivas que devuelven el margen de maniobra al capital especulativo que Barack Obama había intentado moderar con tímidas medidas.

 

Política exterior unilateralista: la América primero

 

Su política del America First es de reforzar la política exterior estadounidense según el paradigma de su política exterior es la extensión de sus intereses internos a nivel internacional. Una tendencia muy anclada históricamente en EE.UU: y asimilada incorrectamente a un aislacionismo.

 

No es una política aislacionista. Esto sería imposible para una superpotencia como EE.UU. Se trata más bien de una nueva versión de la Doctrina Monroe, reactivada de diversas maneras históricamente de acuerdo a Pedro Ramos. Es la política del presidente Warren G Harding elegido en 1921, que fue el primero que usó el término America First, copiado por Trump. Es una política unilateralista, iniciada  bajo Georges Bush. Fue la política exterior más frecuente de Estados Unidos, a la excepción de 1945 a 2001, en que los intereses internos de EE.UU. se confunden con los del mundo. Una tesis apoyada por Michael Klare.

 

 

El unilateralismo de Trump promueve la primacía del interés nacional. Rechaza el internacionalismo, vale decir ceder soberanía nacional a favor de instancias internacionales como la ONU o la OTAN, pese a que las controlan. Favorece las relaciones bilaterales. Critica la globalización, promoviendo una política que favorezca que las empresas multinacionales vuelvan a reconocer territorio en EE.UU. gracias a condiciones de imposición incomparables con otros lugares. Ese unilateralismo explica también la ruptura con tratados comerciales multilaterales, y su predilección por acuerdos bilaterales: lo confirma la amenaza de terminar con el Acuerdo de Libre Comercio de América del Norte (ALENANAFTATLCAN) con Canadá y México, todavía en negociación. Eso, pese a que creó una unidad económica regional bajo control de corporaciones estadounidenses. Un tratado comercial que no redujo la pobreza en México según Juan Carlos Miranda.

 

Un mundo organizado por los intereses de EEUU

 

El primer año de Trump en relaciones internacionales estuvo marcado desde la escalada verbal con Corea del Norte, hasta declarar que su “botón nuclear esa mas grande que el de Kim Jong-Un… y funciona”. Marcado por la declaración de Jerusalén como capital de Israel rompiendo con la política de todos los presidentes estadounidenses anteriores. 128 países votaron contra esa declaración en la Asamblea General de la ONU. Sólo ocho países la apoyaron, entre ellos Guatemala. Caracterizado por su acercamiento con Arabia Saudita, a pesar de la guerra que este lleva en Yemen y sus violaciones de derechos humanos. Por el repudio del acuerdo para la desnuclearización de Irán.

 

 

A pesar de lo que podía pensarse, hubo continuidad de la política Obama contra el Estado Islámico, que dio margen de maniobra a Rusia. La ruptura del acuerdo Alianza Trans Pacifico (TPP). Además, la ruptura del Acuerdo de Paris sobre el Clima. Criticado por el discurso confuso (lamentable de acuerdo a la diplomacia francesa) ante la Asamblea General de las Naciones Unidas. Retiró EE.UU. del pacto migratorio de la ONU y congeló fondos para refugiados palestinos de la UNRWA. Retiró a EE.UU. de UNESCO.

 

Tras ello, la geopolítica de Trump es coherente con la prolongación internacional de los intereses de EE.UU. Plantea las tensiones entre estados como la base de la política internacional. La estrategia de seguridad nacional (NSS) revelada por Trump el 18 de diciembre es una extensión de la política económica, de sus intereses económicos basada en la seguridad energética.

 

La NSS tiene cuatro pilares: Proteger el homeland las fronteras contra las amenazas antes que lleguen. Promover el crecimiento económico y la autonomía energética. Preservar la Paz con la fuerza (diplomática, de inteligencia, militar y económica. Profundizar su influencia en el mundo defendiendo los intereses de EE.UU. Elliot Abrams (asesor de Reagan y de G. W. Bush) en Foreign Policy, afirma que no es aislacionista sino que llama a un liderazgo estadounidense en el mundo. Para otros tiene un enfoque mercantilista. Creemos que es una versión moderna de la unilateralista doctrina Monroe a escala mundial.

 

Un mundo más peligroso

 

Según Michael Klare Trump quiere que las bombas nucleares sirvan para algo. Quiere más Nukes. Quiere un arsenal diez veces mayor. Se aleja de la desnuclearización propuesta por Barack Obama en 2010. Algunas informaciones del Nuclear Posture Review (NPR) del Pentágono que debe ser publicado en febrero, apuntaría a producir más armas nucleares aire tierra y mar que puedan usarse. Desarrollar también, una  nueva generación de municiones nucleares para enfrentamientos tácticos. Trump propone un mundo mucho más peligroso según Defense One.

 

 

Las potencias rivales son Rusia y China. No es el terrorismo el enemigo principal. El cambio climático no amenaza la seguridad nacional. Trump renueva con la geopolítica realista, de constante rivalidad entre Estados, de Hans Morgentau. Es un plan unilateral para retomar la hegemonía global estadounidense. El documento concibe Canadá como un apéndice de EE.UU.

 

La estrategia hacia América latina recuerda la doctrina Monroe. Es su patio trasero. Su principal área de interés es el Asia Pacífico. Los únicos intereses según Romano y García, es la migración, las drogas, la energía y la tecnología.

 

Propone aislar Cuba y Venezuela, principales  amenazas a EE.UU. (autoritarismos izquierdistas anacrónicos). La estrategia prevé que los países aliados de EE.UU. limitaran las oportunidades de los adversarios de EE.UU. (Rusia y China). Incluye como objetivo de seguridad nacional la construcción del muro con México y el apoyo a la lucha contra la delincuencia.

 

Causa preocupación la nueva orientación de la estrategia estadounidense para mantener su hegemonía a partir de sus intereses. Un mundo más peligroso… Y eso que Trump lleva solamente un año.

 

Fuente: http://marcelosolervicens.org/2018/01/el-primer-ano-trump/#more-1306

 

 

 

 

https://www.alainet.org/es/articulo/190609
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