Comienzan las campañas en términos formales y concluye porque así lo marca la legislación electoral –a la que tiro por viaje Ciro Gómez llama “soviética” con un tufillo anticomunista–, la más reciente y acaso la mejor, o si usted prefiere menos peor, de las jornadas mediáticas del sexenio en vías de concluir y del que los comunicadores y propagandistas de Enrique Peña Nieto se afanan en rescatar lo que estiman sus grandes resultados en materia de inversión extrajera, empleo, agricultura para la exportación, becas a estudiantes de la educación superior, abatimiento de la pobreza extrema y más renglones.

De las campañas realizadas en 5.3 años es la menos desequilibrada, pero sin lograr que las audiencias reciban los claroscuros de un sexenio que será juzgado con severidad debido a la extendida irritación social por el predominio de la opacidad en el ejercicio presupuestal y los grandes negocios sexenales, sus prestanombres, socios y amigos. Es lo que puede preverse para los últimos cinco meses de 2018 porque el grupo gobernante y su jefe destacaron tanto como Carlos Salinas (1988-94) y Miguel Alemán Valdés (1946-52).

Sólo que en la hechura oficial de cuentas, de la que se pitorrean en la barra cómica del oligopolio televisivo, no se contempla que durante el gobierno de Peña Nieto, las reservas de petróleo crudo cayeron: en -45.1%, las reservas probadas de gas natural en -36.8%, la producción de hidrocarburos en -17.5%; la producción de crudo en -15.5%, y las exportaciones de petróleo crudo en -4.9%; si nos atenemos al texto “Revertir la reforma energética”, del senador independiente Alejandro Encinas en El Universal.

Menos aún que los trabajos de exploración y desarrollo se desplomaron, la tasa de utilización de la capacidad de refinación se redujo a menos del 50%, la producción de petrolíferos se derrumbó y las importaciones crecieron desmesuradamente. Y que “los compromisos de inversión por 200 mil millones de dólares, que serán la base para el crecimiento de este sector a lo largo de los próximos años” (EPN, dixit), se reducen en verdad a poco más de 3 mil millones en cuatro años de reforma energética, esto es, el 1.5% de lo ofrecido.

O bien que entre 2013-17 fueron mutilados al sector salud 32,583 millones de pesos, presupuestados por la Cámara de Diputados, sin que hasta el momento se conozca su destino, como documenta Zósimo Camacho en Contralínea. “Queda claro que éste no fue el sexenio para la salud de los mexicanos”, concluye la diputada Teresa Lizárraga.

Más allá de la reforma estratégica para revertir el 18 de marzo de 1938 y del bien irrepetible que es la vida y para ello la indispensable salud, está la salud de la república, impensable si durante el sexenio de EPN se batieron los récord de Felipe Calderón en asesinatos y agresiones a los portadores de la libertad de expresión, los trabajadores de los medios agredidos, que sólo Artículo 19, en 2017 registró 507 agresiones, 343 a hombres y 130 a mujeres, mientras que fueron agredidos 34 medios colectivos o grupos.

Y, finalmente, pero la lista es abundante, el rotundo fracaso en seguridad pública de Peña Nieto quien superó al de Calderón Hinojosa, al registrar 117 mil asesinatos en los primeros cinco años, frente a los 95,646 de 2006-11. Es decir 22 homicidios por cada 100 mil habitantes y ahora 24 por cada 100 mil.

Sí, hagamos bien las cuentas, pero tanto el gobierno –que juraba “Mover a México” y ahora sus integrantes buscan el fuero legislativo–, y también sus críticos y los gobernados que podrían observar el final de una larga historia que comenzó hace 36 años.

Hasta el día 4.

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