Democracia, consignas y espectáculo

25/04/2018
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El debate entre el quinteto de aspirantes presidenciales estrenó formato y todo indica que fue para muy bien después de 18 años de que se practica en suelo azteca. Por supuesto que tiene fallas y una parte de ellas son superables para la cita de Tijuana, Baja California, sede de uno los consorcios de las drogas ilícitas, la trata, la extorsión, el secuestro y demás giros de una floreciente industria a pesar de guerras y negociaciones “en lo oscurito” y de las que sólo los practicantes de la doble moral como Ricardo Anaya, José Antonio Meade y Margarita Zavala fingen desconocer su ejercicio en los gobiernos de Felipe Calderón y de Enrique Peña.

 

Debate que para algunos fue “un embate contra López Obrador”, o como bien cabeceó El Universal la de ocho columnas: “Todos contra AMLO, en debate ágil”. El diario está identificado con Meade, como también Radio Fórmula a juicio de comentaristas de la casa.

 

No se usted, pero prefiero la claridad en los compromisos extraperiodísticos, políticos, de los consorcios informativos y de opinión que la mexicanísima simulación, muy cómoda para hacer negocios pero embaucadora de audiencias y lectores.

 

“Todos contra AMLO” y “Cuestionar a AMLO, consigna del debate”, fue el titular principal y secundario de La Jornada, diario identificado con él, desde que encabezó el gobierno capitalino, en el 2000 y aun antes.

 

Cierto es que en democracia, como apuntan intelectuales orgánicos del poder, con independencia de quien lo ejerza, es normal que todos se ocupen del que encabeza las preferencias, en este caso Obrador, para restarle puntos y desplazarlo del primer lugar.

 

Así es, pero en las democracias que aquellos intelectuales refieren, como Héctor Aguilar y Leo Zuckermann, no es el Tribunal Electoral del Poder Judicial el que mete a la contienda, por indicación presidencial, a Jaime Rodríguez con 810,995 firmas falsas para registrarse como “independiente” y debutar en el debate no sólo como bufón medieval sino para provocar al puntero en todas las encuestas. Y en las democracias no va el presidente a parlotear sobre el “equilibrio de poderes”, como lo hizo Peña Nieto en Berlín.

 

La andanada de preguntas, acusaciones, calumnias y medias verdades del cuarteto Anaya, Meade, Zavala y Rodríguez, cabezas visibles del frente Todos Unidos contra AMLO causó efecto en éste, sobre todo cuando pretendieron exhibirlo como corrupto (los patos disparando a las escopetas) e involucraron a sus hijos como beneficiarios. Y el siempre servicial con el poder, Aguilar Camín, llamó la atención de aquéllos sobre la principal debilidad de AMLO. ¿Acaso el director de Nexos no se incomoda cuando alguien calumnia frente a él a Catalina Aguilar Mastretta?

 

Transcurrido el debate todos quieren arrogarse el triunfo, Anaya (Canalla para sus críticos) y Meade realizaron actos para festejarlo. Y el oligopolio mediático realiza mesas redondas con representantes de los candidatos y sus partidos para discutir quién ganó. (Mientras el peso tiene su peor caída en 15 meses, al llegar a $19.25 por dólar. Y la #AMLOManía crece con el ofrecimiento desde “privados” hasta limpiezas dentales si gana AMLO, pero ya se equipara con la compra de votos).

 

Es un ejercicio pueril y falto de respeto a las audiencias, pues cada uno defiende a su candidato y discuten atropelladamente, como en los lavaderos. Pero el espectáculo y el rating están por encima de todo. Lo que importa es si el debate y sobre todo el posdebate quitan uno o dos puntos porcentuales al puntero AMLO y quién los captará.

 

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