A 200 años del nacimiento de Carlos Marx

Marx y la ética

06/05/2018
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Es sabido que Marx no teorizó sobre filosofía moral ni desarrolló categorías éticas; por ello alguien puede reclamar si es correcto darle lugar en la historia de la ética como lo ha hecho, por ejemplo, Adolfo Sánchez Vázquez en su libro “Ética”. Sin embargo, junto con Nietzsche y Freud, se le considera importante crítico de la moral y liberador de prejuicios que esclavizan la humanidad; discutió problemas morales tomando en cuenta el lenguaje, la historia, las relaciones sociales, la economía, la política y los momentos que determinan la existencia de la moral. Se espera que esas sean condiciones que posibilitan y dan sentido a la reflexión ética.

 

Algunas afirmaciones de Marx esbozan temas de la ética; por ejemplo: 1) expone y cuestiona morales anteriores, señala bases teóricas y prácticas de una nueva moral; 2) crítica la moral, la religión y la filosofía como formas ideológicas que ocultan intereses de las clases dominantes; 3) realiza una crítica radical del capitalismo por explotador, alienante e injusto con la mayoría y con los más débiles.

 

Reacciona frente a la moral burguesa por encubridora de la explotación; plantea: “La religión y la moral honran sólo aquella producción repulsiva y peligrosa, bautizándola con el nombre de trabajo, y, encima, se atreven a poner en circulación toda suerte de máximas de bendición (o de brujería) acerca de ello, tales como las de ‘trabajar con el sudor de su frente’, como prueba de Dios, o ‘el trabajo endulza la vida’, como estímulo, etc. La moral del mundo en que vivimos se guarda prudentemente de llamar trabajo a los lados divertidos y libres de las actividades de los hombres, a pesar de que también eso es producir. Lo condena con los nombres de vanidad, vanos placeres o voluptuosidad. El comunismo desenmascara estas hipócritas prédicas, esta mísera moral” (1977-248). Se indigna frente a los fenómenos de la miseria, el embrutecimiento y la falta de libertad de los trabajadores en el período de la primera revolución industrial en Europa. Pero no plantea predicas morales, ideas de justicia distributiva o de derechos de la humanidad ya que eran prejuicios y exageraciones ideológicas. Dice, además, que “La moral, la religión, la metafísica y cualquier otra ideología y las formas de conciencia que a ella corresponden…no tienen su propia historia ni su propio desarrollo, sino que los hombres que desarrollan su producción material y su intercambio material cambian también, al cambiar esta realidad, su pensamiento y los productos de su pensamiento. No es la conciencia la que determina la vida, sino la vida la que determina la conciencia” (1977-26).

 

Contra la moralidad vigente propone algo parecido a una ética de la autorrealización en donde la vida buena y la felicidad son un intento de rescatar a la persona concreta y real. La actividad individual no solamente es pensamiento y espiritualidad, es actividad material tendiente a la satisfacción de sus necesidades, al dominio de la naturaleza, a la producción y reproducción de la vida. Se trata de un sujeto y una producción universal en determinadas relaciones con otros, actividad en un sistema de relaciones de sociales. La persona es comprendida como unidad indisoluble, ser sensible y espiritual, objetivo y subjetivo, que ante todo es productor, creador, que transforma su naturaleza exterior y la recrea a la medida de su naturaleza humana.

 

Siendo la persona humana el sujeto de la totalidad lo primordial es entender que su unión con el mundo es también mediación inevitable para construir su libertad; que al vincularse con la naturaleza forja herramientas emancipadoras y edifica una realidad en donde la persona se humaniza; tal realidad es la que hombres y mujeres levantan continuamente y restauran su propia vida a lo largo de procesos históricos. El ser que se desenvuelve dentro de relaciones sociales logrará su felicidad en conjunto con otras personas cuando transforman la sociedad explotadora en un sistema social que dignifica la existencia humana. Esta propuesta ética es la base de la teoría de la alienación y en el que aparece el principio superior de justicia defendido por Marx: “A cada cual según sus necesidades”. En la Crítica al Programa de Gotha lo dijo así: “cuando haya desaparecido la subordinación esclavizadora de los individuos a la división del trabajo, y con ella, el contraste entre el trabajo intelectual y el trabajo manual; cuando el trabajo no sea solamente un medio de vida, sino la primera necesidad vital; cuando, con el desarrollo de los individuos en todos sus aspectos, crezcan también las fuerzas productivas y corran a chorro lleno los manantiales de la riqueza colectiva, sólo entonces podrá rebasarse totalmente el estrecho horizonte del derecho burgués y la sociedad podrá escribir en sus banderas: ¡De cada cual, según sus capacidades; a cada cual según sus necesidades!” (cap. III).

 

La crítica de la alienación

 

Su cuestionamiento al capitalismo se dirige a tres fenómenos negativos: la ineficiencia, el carácter explotador y alienante. Aunque la historia lo muestre como régimen social superior a los anteriores su negatividad se expresa en que es un sistema económico despilfarrador e irracional en la producción, distribución y consumo de los recursos materiales y humanos, de toda la riqueza social; en segundo lugar, explota injustamente a los trabajadores mediante el mecanismo oculto de la apropiación de la plusvalía, violentando el principio de justicia de a cada cual según su trabajo; por último, aliena a los trabajadores imponiéndoles una vida falsa, embrutecida y de esclavitud.

 

Puede creerse que es insuficiencia en Marx no ocuparse de temas clásicos como el ser y sus predicados, la sustancia, la vida, el espíritu y la materia; tampoco de los modos en que el individuo manifiesta su voluntad, su deseo y las formas del lenguaje. Ni del género y su diversidad. Es que en Marx el auténtico problema filosófico es el problema de la autoproducción racional del hombre, de sus condiciones de existencia y la irracionalidad que gobierna al mundo. O de otro modo: “es el problema de las relaciones entre el pensamiento y el ser” (1986-546). Por eso sostuvo en sus tesis sobre Feuerbach que “Los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modos el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo” (1888). En su crítica a teorías que separaban las ideas de las condiciones materiales propuso que era absurdo creer “ que se puede satisfacer una pasión separada de todas las demás…si esta pasión asume un carácter abstracto, disociado, si se enfrenta a mí como una potencia extraña, si, por tanto, la satisfacción del individuo se manifiesta como la satisfacción lateral de una sola pasión, ello no dependerá en modo alguno de la conciencia o la ‘buena voluntad’, y menos que nada de la falta de reflexión acerca del concepto de la cualidad…No dependerá de la conciencia, sino del ser; no del pensamiento, sino de la realidad; dependerá del desarrollo empírico y de las manifestaciones de vida del individuo, determinadas, a su vez, por las condiciones del mundo” (1977-304).

 

Marx inaugura la crítica a la modernidad ilustrada, a Kant y Hegel, que afirmaban que a través de la razón del filósofo legislaba la Razón Universal y que la razón humana estaba establecida en la sociedad. Los hechos decían algo diferente. Aunque se colocara en las propuestas idealistas de recuperar la razón como ordenadora de la realidad, se daba cuenta que en ocasiones la actividad individual y social no se mostraba tan racional, eso podía verse en la situación de la humanidad similar a una nave de locos sin control y a la deriva. Esto expresa el núcleo del pensamiento de Marx: cómo poner nuestra existencia bajo el control de la razón, cómo poner el azar y las circunstancias bajo nuestra voluntad. Y este es el problema de la libertad que, al igual que los ilustrados y los idealistas alemanes, creyó que la finalidad de la historia radicaba en la realización de la libertad.

 

Cuestiona ese idealismo y a la filosofía por sus temas políticos y morales totalmente especulativos. La superación de esa filosofía exigía la realización práctica de los contenidos que el idealismo mantenía solamente como enunciados teóricos, como en la ética de Kant y la filosofía del derecho de Hegel. Realizar en la práctica esos elementos idealistas significaba para Marx lograr la emancipación de la humanidad. Por consiguiente, si en sus reflexiones no habla directamente de la moral, por lo menos es una teoría de la vida buena para personas concretas en relación con otras.

 

La alienación

 

Gran parte de las religiones diferencian entre la vida empírica y la que se podría tener si la realidad fuera superior. Afirman que hay una vida auténtica distinta a la que efectivamente llevamos; se logra en una esfera trascendental y más allá de la muerte.

 

Esto aparece de algún modo en la tradición filosófica cuando pregunta sobre cuál es la mejor vida para la humanidad. Marx retoma esto por medio del concepto de alineación. Lo fundamental lo planteó en los “Manuscritos económico-filosóficos de 1844”. Afirmó que la producción capitalista “no sólo produce al hombre como una mercancía... sino que lo deshumaniza tanto psíquica como corporalmente”, como consecuencia inevitable del sistema. Decía: “La enajenación del trabajador en su objeto se expresa, con arreglo a las leyes de la economía política, de tal modo que cuanto más produce menos tiene que consumir, cuanto más valores crea más carente de valor, más indigno es él, cuanto mejor formado el producto más deforme el trabajador, cuanto más civilizado el objeto más bárbaro el que lo produce… cuanto más ingenioso el trabajo, más estúpido y más siervo de la naturaleza el trabajador”(1982- 597); así: “El obrero tiene que luchar no sólo por sus medios de vida físicos, sino también por conseguir trabajo, es decir, por la posibilidad de obtener los medios necesarios para poder desarrollar sus actividades” (1982-561).

 

 En el afán de vivir dignamente se generan diferentes formas de alienación. En palabras suyas: “En primer lugar, en que el trabajo es algo exterior al trabajador… no forma parte de su esencia… no se afirma en su trabajo, sino que se niega en él, no se siente feliz, sino desgraciado, no desarrolla al trabajar sus libres energías físicas y espirituales, sino que, por el contrario, mortifica su cuerpo y arruina su espíritu. El trabajador, por tanto, sólo se siente él mismo fuera del trabajo, y éste se encuentra fuera de sí…su trabajo no es voluntario, libre, sino obligado, trabajo forzoso. No constituye, por tanto, la satisfacción de una necesidad, sino simplemente un medio para satisfacer necesidades exteriores a él” (1982-598).

 

Resumiendo: los trabajadores llevan una existencia inhumana e injusta, están alienados respecto al objeto de trabajo que pertenece al capitalista y se le presenta como cosa extraña y poder independiente que no comprende; está alienado respecto a su actividad productiva, que no controla y padece como verdadero tormento; está alienado de la vida de la especie, porque el trabajo que lo distingue respecto a los animales sólo es medio de existencia individual y, es alineación respecto a los demás, porque al afirmar la falsa existencia individual se afirma igualmente la falsa existencia de la colectividad.

 

 La propuesta sobre la alineación se extendió a la denuncia de la falta de autoconciencia del trabajo, de la falta de libertad y autorrealización del individuo; situación que se desarrolla en el capitalismo, al grado que hay una pérdida de control de los productos del trabajo material e intelectual; no hay posibilidad de establecer un trabajo creativo libremente adoptado; la actividad vital está reducida a la simple necesidad de poseer objetos materiales; se generan relaciones de explotación que desembocan en desconfianzas y conflictos en vez de forjar relaciones solidarias y fraternas. Se trata, por consiguiente, de liquidar la alienación y crear condiciones para la emancipación del género humano.

 

En otras palabras, no es la abstracta felicidad general sino la autorrealización del individuo; tampoco es simple finalidad, es producto de la autorrealización y resultado de otras actividades que la posibilitan. Es proceso social. Hay que destacar lo siguiente: no identificó al bien supremo con las preferencias individuales, más bien creyó que las preferencias, los deseos y las necesidades de los individuos son falsas, se dirigen más que todo al consumo y a la acumulación de dinero, estando por ello, alienados; no consideró que el bien puede calcularse y sumarse, mucho menos las actividades que conducen a la autorrealización; es mucho más que una operación aritmética ya que intervienen contenidos estructurales de carácter material y espiritual, tanto al nivel de la producción económica, artística y religiosa como en la esfera del derecho y la política.

 

La moral, entonces, es expresión de relaciones muy complejas y revela intereses de clase y la forma en que interpretan las nociones del bien y del mal, del deber y la felicidad; es manifestación de la conciencia social que depende de las relaciones económico-sociales de una época determinada. Siendo así, los códigos morales están condicionados históricamente de modo que no hay una moral eterna y válida para todas las épocas. Decía: “Los hombres que producen las relaciones sociales con arreglo a su producción material, crean también las ideas, las categorías; es decir, las expresiones ideales abstractas de esas mismas relaciones sociales. Por tanto, estas categorías son tan poco eternas como las relaciones a que sirven de expresión. Son productos históricos y transitorios” (1971-18). La moral, pues, tiene carácter de clase y en cada fase histórica la clase dominante pone su sello en esos códigos, de manera que las reglas y las normas morales no son más que formas de sancionar las condiciones de existencia según las conveniencias de la clase dominante.

 

Bibliografía:

 

Engels, F. y C. Marx (1986): Obras Filosóficas, Colección Obras Fundamentales, 18; traducción de Wenceslao Roces, F.C.E., México.

Marx, C. (1875): Crítica al Programa de Gotha; versión digital en www.marxists.org/español

Marx, Carlos y Engels, Federico (1971): Epistolario; México, Editorial Grijalbo, S.A.

Marx, Carlos y Engels, Federico (1977): La Ideología Alemana; traducción de Wenceslao Roces, México, Ediciones de Cultura Popular, S.A.

Marx, Carlos y Engels, Federico (1982): Marx. Escritos de Juventud; traducción de Wenceslao Roces, F. C. E., México.

Marx, C. (1888): Tesis sobre Feuerbach; versión digital en www.marxists.org/español

Sánchez Vásquez, Adolfo (1969): “Ética”; México, Editorial Grijalbo, S.A.

5 de mayo de 2018.

 

https://www.alainet.org/es/articulo/192680?language=en
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