Entrevista con la Dra. María Susana González Reyna

Replanteamientos del nuevo paradigma periodístico

26/04/2019
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Dra. María González
Foto: Genaro Rodríguez Navarrete
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En opinión de María Susana González Reyna, profesora de Teorías del Discurso en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), el periodismo del siglo XXI se encuentra frente a nuevos desafíos, como resultado de los avances de la tecnología y, de manera especial, por la irrupción de Internet y las redes sociales.

 

En entrevista con motivo de la publicación de su nuevo libro Teoría y método del ejercicio periodístico (UNAM, México, 2018), que ha coordinado, explica los pormenores de las nuevas rutinas periodísticas, la necesidad de verificar la información y la recobrada importancia de las audiencias.

 

Entre otros temas, insta a no descuidar el modelo de negocio para mantener la viabilidad de todo proyecto periodístico. Y en la vorágine de la información predominante, recomienda tratar de evitar la confusión entre noticias falsas y falsos acontecimientos. Asimismo, examina el estilo personal de comunicar del presidente Andrés Manuel López Obrador.

 

¿Qué características fundamentales tiene el periodismo del siglo XXI?

 

Entra en un nuevo paradigma. Me refiero sustantivamente al cambio que está ocurriendo en las rutinas periodísticas, no a la esencia del periodismo. Periodismo es periodismo, en cualquier medio, en cualquier plataforma. La esencia del periodismo sigue: recabar, seleccionar, jerarquizar, construir la noticia y difundirla. Que tiene distintas modalidades discursivas denominadas géneros periodísticos. Todos los géneros periodísticos se desarrollan a partir de la noticia. Solo la nota informativa se agota en la noticia. Esto permanece.

 

Pero dado que han cambiado los soportes, sobre todo con la aparición de Internet, ha sido como una vuelta de tuerca. El replanteamiento no se refiere a qué es el periodismo, sino ahora cómo lo hacemos. Cómo llevamos a cabo esta función. Se trata de un nuevo discurso semiótico porque no solo es la palabra; es la imagen, el audio, el movimiento, el color.

 

¿Parece que estos cambios se traducirán en nuevos retos para los informadores?

 

En el cambio de paradigma se exige al periodista nuevas habilidades y competencias que antes no se tenían. Implica no solo manejar el lenguaje de Internet, sino el lenguaje periodístico en dicha plataforma. Esto es un replanteamiento de paradigma. Ya no solo se requiere una excelente redacción escrita para ser leída o hablada; sino que incluye dibujo, simbología con la cual puedo transmitir un mensaje; muchas capacidades; habilidades asumidas ahora en el tránsito por una sola persona que escribe para el soporte papel, digital y audio. Sin embargo, esto cada vez tendrá que diversificarse, no únicamente especializarse, porque es imposible que un solo individuo lo puede hacer todo. Igualmente es importante que sea especialista en el tipo de lenguaje necesario, en función de la construcción del mensaje. Cómo voy a construir ese mensaje, qué lenguajes utilizo, además de la palabra, la imagen y el sonido. También se requieren una serie de habilidades tanto para la difusión como en la búsqueda de la información, que se ha minimizado en el periodismo informativo cotidiano porque esta llega sola.

 

¿Qué otras características tiene el nuevo paradigma?

 

Otro requisito que antes ya estaba, pero ahora es imprescindible: verificar la información. ¿Por qué? Anteriormente se trataba de verificar si lo que dijo la fuente era confiable; pero ahora, como llega de diversas fuentes no buscadas necesariamente por el periodista, exige una verificación que no se requería. Esto es un añadido al nuevo paradigma.

 

El nuevo paradigma del periodismo coexiste con las redes sociales digitales que no son necesariamente periodismo; pero sí son importantes fuentes de información que no se pueden subestimar. Ahí están. A veces ganan incluso en difundir, aunque no necesariamente en hacer periodismo, porque no hacen periodismo, difunden información.

 

Este es el nuevo paradigma: nuevas competencias, nuevas habilidades, pensar cómo rescatar la noción básica de periodismo que se abre a muchas posibilidades y múltiples e inimaginables formas discursivas.

 

¿Hay nuevos géneros? No lo sabemos. En lo que insisto es que debemos conocer los géneros porque son modalidades distintas, exigen también un razonamiento y un manejo de la información diferente. Tampoco es de vida o muerte encasillarse en uno u otro. El error garrafal sería encorsetar un género. Hay que dejarlo más libre, que cumpla su función: la crónica, la nota, la entrevista, el reportaje; y no mezclar información con opinión. En esto sí hay que ser muy rigurosos.

 

¿Se suelen confundir las cosas?

 

Así es. Vámonos entendiendo: si un periódico o un periodista pública en Facebook, en su blog o hace uso de Twitter para decir algo, sí está usando las redes para hacer periodismo. Una cosa es utilizar la web para hacer periodismo y otra creer que todo lo que circula en las redes es periodismo. Se trata de información circulando que no es necesariamente verídica.

 

¿Considera entonces que no cualquier persona con acceso a redes sociales es periodista?

 

Por supuesto que no. Muchas veces se comparte información, pero con qué intención. Falta allí todo el rigor del pensamiento de lo que es la profesión del periodista.

 

¿De modo que está a favor de enriquecer los géneros?

 

No solo estoy de acuerdo, lo aplaudiría. El buen periodismo es creativo, aunque no imaginativo. Encasillar al género, también maniata al periodista. Al recibir la orden de elaborar una crónica, puedo proceder, pero también percibir que hay más material como para un reportaje de profundidad. Esto es ir más allá del encargo. Significa recurrir a todas las herramientas del periodismo para construir un mensaje importante y de interés social.

 

¿A dónde dirigirá la atención el periodismo para salir adelante? A la audiencia, a la interactividad controlada por el medio. Es un nuevo paradigma.

 

Y no olvidar el modelo de negocio. Si no hay negocio, no hay nada. Habrá ideas, pero cómo difundirlas si están guardadas. Y esto no es periodismo. El periodismo difunde para dar a conocer. También se debe cuidar el control sobre los ingresos a fin eludir compromisos con los que no quiero trabajar. El modelo de negocios hay que construirlo de manera que los medios sean autosuficientes. Una de las probables fuentes serían las suscripciones. Algunos medios ya lo están intentando entre los interesados en informar y los que reciben la información. Lamentablemente todavía se recurre a la publicidad gubernamental y privada en detrimento de la independencia informativa. Internet vende y lo hace mucho más. El periodismo deberá adaptar su trabajo para coexistir con ello.

 

Los suscriptores participarían en dos sentidos: en lo económico y en la elaboración de comentarios. En el principio del periodismo, esto era impensable.

 

El modelo de involucrar más a la audiencia es un asunto de fortalecer la comunicación de la sociedad.

 

¿Es importante cuidar el modelo de negocio para procurar los ingresos de los profesionales del periodismo?

 

Totalmente de acuerdo. No se corresponde lo que gana un periodista con el trabajo que realiza y con los riesgos que corre. Creo que no hay dinero que pague el riesgo que corre. Debe haber un estímulo al buen periodista que no solo cumple y es valiente porque sabe que se está metiendo en terreno minado.   

 

¿Coincide en que el ejercicio periodístico es una de las actividades más precarizadas?

 

De siempre ha sido una profesión mal pagada. Sin reconocimiento de un estímulo económico adecuado de acuerdo a lo que se le exige y hace, y más allá, sobre los riesgos que corre. No todo periodista está obligado a correr riesgos, pero sí debe tener estímulos. Porque el periodismo que indaga, provoca, busca y va más allá de la información, no es un periodismo de todos los días, es un periodismo que tiene una calificación mayor. Debe haber un sueldo base mejor y estímulos, porque no solo se lo merece, también con eso evitas fuentes de ingreso ilícitas o no adecuadas. El periodista debe tener para vivir, mantener una familia y ver su vejez cuando ya no pueda ejercer o cuando lo despidan. Este es todo un tema que lamentablemente cuando se le ha querido entrar, lo contaminan con libertad de expresión, derecho a la información, ética periodística; rubros muy importantes que se deben defender; pero no es eso de lo que se habla. Se trata de la paga por un trabajo.

 

¿Esto en un contexto donde el asesinato de periodistas está a la orden del día?

 

Me parece muy triste y lamentable.

 

¿El periodista debe tener estudios superiores?

 

Yo estoy por ello. Creo que es mejor que el periodista esté preparado al menos con una licenciatura. Proporciona una perspectiva más amplia en todos los sentidos y capacita con más herramientas que sabrás usar mejor en el campo de trabajo. Los estudios en ningún momento sustituyen al campo laboral y la práctica. Los estudios proporcionan la capacidad de reflexión, agudizan los sentidos, el entendimiento y la expresión. Usar el lenguaje apropiado. No me refiero a lo bien dicho por la Real Academia de la Lengua. El periodismo se maneja con el lenguaje coloquial, cotidiano. Y entre más coloquial, más cerca de la gente: claro, sencillo, sin ambigüedades; llamar a las cosas por su nombre.

 

¿Cómo se preparan las nuevas generaciones de periodistas?

 

Llegan con mucho entusiasmo. Y en esta institución –la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM– estamos modificando los planes de estudio para estar a la altura de lo que la sociedad requiere.

 

En el país se multiplican las escuelas de periodismo, ¿cómo analizar este panorama?

 

Creo que debemos verlo con cuidado. Hay muchas universidades que imparten la carrera; pero el que sean muchas no quiere decir que sean buenas. El fuerte en la formación de periodistas lo sigue teniendo la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, la Escuela de Periodismo Carlos Septién García y algunas otras instituciones de educación superior de reconocido prestigio.

 

Por otro lado, ¿qué opina del estilo personal de comunicar del presidente Andrés Manuel López Obrador?

 

Me parece genial, desde el punto de vista de la comunicación. López Obrador ha estado bien asesorado desde el inicio de la tercera campaña y ahora en la presidencia, se notó un cambio radical. En las dos campañas presidenciales anteriores le faltó este tipo de comunicación, lo que le jugó en contra. Actualmente lo están aconsejando bien y le está sacando mucho provecho. Es popular. Ha sabido conectar con la gente hasta por el lenguaje que utiliza. Parece que no le interesa mejorar su dicción. Ese es su encanto. Seguirá en esa línea. Desde la campaña, en todos lados se hablaba del político tabasqueño. Ha sido el centro de conversación. Ya se posicionó.

 

Lo de las mañaneras, toda proporción guardada, me recuerda a los lunes con Fidel Velázquez Sánchez, el viejo líder de la Confederación de Trabajadores de México (CTM). Se convirtió en un ritual. López Obrador marca la agenda periodística del día, del comentario social y político, de seguidores y detractores. Está en las preferencias de todas las encuestas.

 

El ejercicio sigue el mismo ritual: los lunes con Fidel; las mañaneras con López obrador. ¿Continuaremos así todo el sexenio? Ojalá no.

 

Los periodistas ahora tienen la gran oportunidad de hacer otro tipo de periodismo más allá de lo informativo. Se impone indagar más sobre las decisiones anunciadas durante las mañaneras en temas como Petróleos Mexicanos (Pemex), el Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (NAIM), el cierre de las guarderías, en fin. Una serie de informaciones que no han sido afortunadas e inquietan a gran número de ciudadanos.

 

En este contexto, la función del periodismo no es sólo estar en las mañaneras, sino en ir más allá del discurso presidencial y contrastarlo con la realidad. El deber del periodista es con la sociedad.

 

¿Coincide en que al presidente no le agrada la crítica?

 

–No le gusta nada. No acepta la crítica y ve el mundo desde ‘nosotros’ y ‘ustedes’. Nosotros los buenos y ustedes los malos. Aquí los que queremos la Cuarta Transformación, allá los neoliberales, fifís, que han quebrado al país. Todo lo bueno de un lado y lo malo del otro.

 

En el discurso periodístico, memoria histórica mundial, existen muchos ejemplos de discursos en los cuales se registra una visión parecida: la sociedad confrontada entre dos grupos, los buenos y los malos, los salvadores y los detractores de la patria. Es un discurso poderoso y seductor.

 

Es función del periodista indagar y contextualizar las ventajas y desventajas de estos discursos. Proponer alternativas para el cambio e insistir en ellas utilizando los varios formatos discursivos y soportes de difusión de los medios masivos de comunicación.

 

¿El estilo de comunicar de López Obrador contrasta con el de Donald Trump?

 

El discurso de Trump es autoritario y majadero y el de López Obrador es autoritario y “amoroso”. La audiencia está al pendiente todos los días de las ocurrencias mañaneras de ambos. En términos generales podría decirse que el discurso político no oficial se ha trasladado a las redes sociales digitales como chateo. Sin embargo, dependiendo de quién lo dice importa lo que dice. Si es Trump, todo mundo literalmente está esperando el tuit matutino. ¿Por qué? Porque es el líder del país más poderoso del orbe. No por otra cosa. Aunque también tiene unas ocurrencias bárbaras; dice y se desdice, es majadero, racista, apoya a la empresa.

 

En el caso de México, el presidente ha dicho “benditas redes sociales” porque creo que sí le ayudaron a ganar la elección y ahora en el poder también. Las redes sociales digitales van a imperar en el flujo informativo. Aclaro: no necesariamente son periodismo. Podría estar el periodismo insertado ahí. Ahora en lugar de decir ‘fulano de tal en la conferencia dijo’, se dirá ‘fulano de tal en su tuit señaló’. Y tienes a todos los políticos tuiteando sobre algún asunto. La fuente cambia. Eso es coexistir con las redes sociales digitales y hacer periodismo.

 

En los mensajes se advierte también cierta tendencia hacia el uso masivo de memes.

 

Los memes son otra cosa. No son periodismo. Es un recurso de la gente común y corriente para difundir sus ideas. Aquí va mucho de lo que se ha discutido sobre si son noticias falsas o falsos acontecimientos. Se podría reportar lo que no es cierto, cuando la noticia aspira a la veracidad. Por ejemplo, en el caso Frida Sofía [el rescate de una niña inexistente en el derrumbe del Colegio Enrique Rébsamen –en Ciudad de México–, tras los sismos del 19 de septiembre de 2017]. El militar dijo que sí estaba Frida Sofía. Entonces, la reportera no hizo la noticia falsa; él lo declaró. Y para el medio es una autoridad. ¿Cuál fue el problema de la reportera? Teatralizó el asunto. Concedemos que a ella se lo dijeron. Y, como en el caso del teléfono descompuesto o la teoría del rumor, empezó a crecer y crecer. Resulta que el primero que reveló eso fue un topo voluntario que imaginó, escuchó, inventó o se le ocurrió, y quiso ser un héroe. El escenario fluye. A la periodista le jugó en contra. Ella misma cayó en su trampa. Se agotó, se cansó, creyó en la versión, siguió; en lugar de ser más cauta, verificar y no ser heroína de tantas horas de transmisión. A fuerza quería ver qué pasaría. Se enganchó en la historia y no guardó distancia. Le hubiera convenido retirarse por un rato.

 

Perfil

 

María Susana González Reyna es doctora en Sociología por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Cuenta con 52 años de docente. En 2012 recibió el reconocimiento “Sor Juana Inés de la Cruz” por su destacada trayectoria académica. Pertenece a la Asociación Mexicana de Investigadores en Comunicación (AMIC) y la Asociación Latinoamericana de Estudios del Discurso (ALED). Es autora del multicitado Manual de redacción e investigación documental; así como del libro Periodismo de opinión y discurso. También coordinó la obra Géneros periodísticos. Reflexiones desde el discurso.

 

https://www.alainet.org/es/articulo/199537
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