El fracaso de la reforma constitucional

07/11/2019
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“El único y verdadero dueño de las Reformas es el pueblo panameño. Los convoco a participar… ¡con respeto! Los convoco a que sean parte de las mesas de diálogo. Así hacemos patria”. Estas fueron las palabras del Presidente de la República Laurentino Cortizo, el viernes 1 de noviembre del presente año, frente a las movilizaciones populares contra la reforma constitucional que se debatió en la Asamblea nacional.

 

Empero, la posibilidad de una reforma constitucional que permita una salida creíble a la crisis institucional que vive la democracia panameña ha resultado un fiasco. El debate abierto en el seno de la Asamblea Nacional se desarrolló en medio de una trifulca política entre las distintas corrientes que conviven en el partido de gobierno, el Revolucionario Democrático.

 

La disputa entre las distintas facciones enfrenta -lo que una de las corrientes denomina “el quinto PRD”- los que se aglutinan alrededor del hemiciclo parlamentario, los diputados que controlan el partido octubrino y el actual poder ejecutivo. El objetivo del quinto PRD fue abrogarse prerrogativas institucionales para obtener más control político.

 

Diseñaron las reformas constitucionales del ancho y largo de sus deseos políticos. El quinto poder tiene el interés de mantener sus privilegios -en especial la impunidad que los protege frente a la justicia y la ciudadanía a través de la inmunidad parlamentaria- con total arrogancia y prepotencia.

 

Además, los señores diputados, tienen el propósito de: poder negociar la aprobación del presupuesto nacional, seguir teniendo acceso y control de los fondos públicos, poder nombrar familiares y personal de confianza en la Asamblea Nacional y en los distintos ministerios e instituciones y negociar sus votos según los intereses del momento. Eso son sus deseos más íntimos.

 

Lo que los “padres de la patria” no calcularon fue que sus actuaciones iban a ser conocidas y provocarían malestar social y protestas. Con sus acciones alimentaron la frustración y el fastidio social acumulado por años por parte de la población.

 

La muestra del poco importa de la opinión pública, fue la activa participación de uno de los diputados PRD, Jairo ‘Bolota' Salazar del Circuito 3-1 de la provincia de Colón. Contraproducente figura del escenario político criollo que reivindicó su relación con los pastores evangélicos expuso abiertamente su homofobia, su fundamentalismo religioso y conservadurismo con lenguaje chabacano provocando críticas por parte de la ciudadanía y la del propio presidente de la república.

 

La animadversión de la población se profundizó con el sentimiento de rechazo al abuso y la brutalidad de la Policía Nacional sobre los manifestantes. Las escenas del excesivo uso de la fuerza con el despliegue de armas de fuego alimentaron más el distanciamiento de la propuesta de reformas constitucionales.

 

La mesa está servida, el sabor amargo de los intereses políticos como primer plato, la corrupción generalizada de los poderes públicos como segunda plato y el escenario de fondo de una economía que no incentiva la esperanza de los trabajadores, de los profesionales, de las juventudes y del pueblo solo tendrá una salida: un “masivo No” a las reformas el día del referéndum para su aprobación o rechazó.

 

Quedará en la memoria popular la actuación de los diputados y el fracaso de la gestión del Partido Revolucionario Democrático, así como del resto de la partidocracia, incluyendo a los denominados “diputados independientes” en la búsqueda de la anhelada institucionalidad democrática neoliberal.

https://www.alainet.org/es/articulo/203118
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