La cumbre del MERCOSUR con agenda escrita en Washington
- Análisis
La 55 cumbre del Mercosur, realizada en la ciudad brasileña de Bento Gonçalves, fue programada por el gobierno de Brasil para escenificar una despedida gloriosa de Mauricio Macri e impedir que Alberto Fernández contara con un primer escenario de presentación internacional. El cierre del encuentro se utilizó para impulsar el pretendido giro neoliberal del bloque y traspasar la presidencia pro tempore de Jair Bolsonaro al primer mandatario paraguayo Mario Abdo Benítez.
El espíritu del ALCA, que en 2005 fue rechazado por los gobiernos de Néstor Kirchner, Lula, Evo Morales y Hugo Chávez, aterrizó en el Cono Sur de la mano de Bolsonaro. La integración vertical, funcional a los intereses de las empresas trasnacionales, es una de las antiguas demandas repetidas por los diferentes gobiernos de Washington desde 1991, cuando se inició el Mercosur.
El tipo de integración impulsado por el Presidente de Brasil tiene su centro de decisión en las metrópolis donde las corporaciones monopólicas poseen su sede. Y la competitividad que promueven es la conveniente (únicamente) a los sectores más dinámicos de las empresas trasnacionales y sus respectivos vectores financieros. En ese marco, el mensaje del mandatario brasileño tiene como objeto condicionar al gobierno del Frente de Todxs, con el objeto de impedir lo que caracteriza como “retrocesos ideológicos”.
Para fundamentar su cruzada neoliberal, Bolsonaro subrayó que la reducción de las imposiciones arancelarias son imprescindibles dado que “afectan la competitividad de los países del bloque, obstaculizando el camino hacia el libre comercio”. Como es habitual entre los sectores partícipes del pensamiento único, se denomina como ideológico a aquello que se presenta como un atributo ajeno a las propias concepciones: el pragmatismo es asumido como una forma de supuesta neutralidad extraña a cualquier forma de lucha de intereses. Lo ideológico –asume Bolsonaro— es el posicionamiento de los otrxs; nunca el propio.
Los mensajes transmitidos por los mandatarios argentino y brasileño tuvieron como destinatario prioritario a Alberto Fernández, quien pretende darle continuidad al fortalecimiento industrial de las empresas autónomas del complejo trasnacional. La pretendida reducción del Arancel Externo Común (AEC), impulsada desde Washington, supondría una ventaja adicional para las entidades que poseen cadenas de valor propias. La relevancia de las negociaciones sobre los aranceles se sustenta en el hecho de que Brasil es el principal socio comercial de Argentina, y que esta última ocupa el tercer lugar en importancia —para los organizadores de la Cumbre—, después de China y Estados Unidos.
En el caso de imponerse el modelo impulsado por Bolsonaro, los máximos beneficiarios del Mercosur futuro serán las empresas trasnacionales que exigen, desde hace décadas, una disminución de los aranceles para viabilizar el acceso económico a las materias primas indispensables para darle continuidad a su hegemonía productiva mundial.
Ese modelo de desintegración regional busca garantizar la preeminencia de las cadenas de valor trasnacional y, al mismo tiempo, la progresiva reducción de la inversión en la región en las áreas de mayor valor agregado. Ese fue el espíritu promovido por el ALCA, apto para la lógica de la primarización y el acceso franco a los recursos naturales, imprescindibles para darle continuidad a la hegemonía global.
La apertura de los mercados exigida por el primer mandatario brasileño es coetánea a la medida anunciada por Donald Trump de elevar los aranceles a la importación de acero y aluminio brasileño y argentino. Frente a la guerra comercial global instaurada por Washington, el proyecto neoliberal latinoamericano pretende continuar su derrotero, cuestionando la integración autónoma, catalogando su visión como una propuesta anacrónica. Su peligrosidad, advierten los nuevos impulsores del ALCA, reside en la búsqueda por promover un desarrollo endógeno, capaz de convertirse en una competencia cierta frente a los centros monopólicos.
El intento de Washington de desintegrar el Mercosur –luego de lograr la implosión de la UNASUR— se empieza a hacer realidad de la mano del ex coronel brasileño. Su ministro de Economía, Paulo Guedes, declaró el 2 de agosto, en compañía del Secretario de Comercio de Estados Unidos, Wilbur Ross, que “Lo que era sólo un sueño ahora es una realidad: Brasil comenzó oficialmente las negociaciones [de libre comercio] con Estados Unidos”.
Desunión funcional al Comando Sur
Las periódicas advertencias de Bolsonaro respecto al oscuro futuro del Mercosur tuvieron como contrapartida el pedido del gobierno uruguayo respecto a la situación boliviana. La Vicepresidenta Lucía Topolansky y el canciller Rodolfo Nin Novoa solicitaron la aplicación de sanciones al actual gobierno de facto de La Paz, debido al golpe cívico-militar impulsado contra el Presidente Evo Morales.
Luego de esta demanda, la tirantez dentro de los socios del bloque se hizo aún más manifiesta cuando Brasilia confirmó, durante la Cumbre, el envío de un funcionario de tercera categoría a la asunción de Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner. Será la primera vez en 17 años en la que un primer mandatario de Brasil no se haga presente en una transmisión del mando argentino. Pese a esta suma de tensiones, Mauricio Macri anunció por Cadena Nacional que dejaba “un Mercosur más fuerte” y una Argentina integrada, en forma inteligente, al mundo.
Entre las variadas integraciones inteligentes exhibidas se destacan las relativas a la colaboración militar con el Comando Sur. La última de estas articulaciones se llevó a cabo un mes atrás en la Base de la Fuerza Aérea Davis-Monthan, en Arizona. El último 30 de octubre integrantes de las fuerzas aéreas de Argentina, Brasil, Colombia, República Dominicana, Ecuador, El Salvador, Honduras, México, Paraguay, Perú y Uruguay compartieron una instrucción formativa y operativa junto a oficiales estadounidenses.
Uno de los aviadores participantes, integrante de la Fuerza Aérea Argentina, Ivo Santilli, consideró que fue “un viaje increíble (…) Participamos de la semana internacional en la Academia [de la Fuerza Aérea de EE.UU.] e hicimos muy buenos amigos”. Por su parte, la Secretaria del Director de Asuntos Internacionales de la Fuerza Aérea para el hemisferio occidental, Toya Brown, describió el evento como una oportunidad de capacitación integral para los aviadores latinoamericanos, que les permitirá efectivizar “acuerdos de cooperación en el futuro«.
Antes de finalizar la Cumbre, Mario Abdo Benítez recibió del mandatario brasileño el martillo de madera que simboliza la presidencia del Mercosur. En el discurso previo al traspaso a su par paraguayo, Bolsonaro no se percató que el micrófono estaba encendido y pronunció una humorada que sintetiza el clima que la derecha pretende impulsar en América Latina: “Quiero seguir siendo Presidente… ¿No podría dar un golpe?”
Jorge Elbaum
Sociólogo, doctor en Ciencias Económicas, analista senior del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la). Publicado en cohetealaluna.com
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