El gobierno de las corporaciones y para las corporaciones
- Opinión
Washington DC. 3 de marzo de 1877—Rutherford Hayes jura como nuevo presidente de Estados Unidos. Sus adversarios, los esclavistas demócratas del sur, no reconocen el resultado de las elecciones del año anterior y lo llaman Rutherfraud. El año que viene, luego de la infame Guerra de la Triple Alianza en América del Sur, Hayes arbitrará en la disputa entre Paraguay y Argentina, concediendo a Paraguay más de la mitad de su futuro territorio.
El presidente Hayes no es un tipo fácil. Piensa que el gobierno de Estados Unidos se ha convertido en un instrumento de los millonarios y de las grandes corporaciones. Luego de cumplir con su promesa de no presentarse a la reelección, en 1886 escribirá advirtiendo a las generaciones por venir sobre la absurda desproporción de la riqueza acumulada en tan pocas manos: “El dinero es poder. Es poder en el Congreso, en los estados, en los ayuntamientos, en los tribunales, en las convenciones políticas, en la prensa, en las iglesias, en la educación—y la influencia del dinero es cada vez mayor”.
Frustrado, el 11 de marzo de 1889 escribirá en su diario: “El problema radica en la gran riqueza y el poder en manos de unos pocos inescrupulosos que controlan los capitales. En el Congreso nacional y en las legislaturas estatales se aprueban cientos de leyes dictadas por el interés de estos hombres y en contra de los intereses de los trabajadores… Este no es el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo. Es un gobierno de las corporaciones, por las corporaciones y para las corporaciones”. Luego advertirá: “La riqueza excesiva en manos de unos pocos significa pobreza extrema, ignorancia, vicio y miseria de unos muchos… Si el pueblo estuviese debidamente informado, si pudiese entender cuál es el problema, seguramente buscaría la solución… Una solución sería, por ejemplo, poder aprobar leyes que regulen el poder de las corporaciones, de sus propiedades… de los impuestos que pagan”.
El 18 de julio de 2019 el USA Today publicará una investigación sobre la dinámica de la democracia estadounidense. Solo en un período de ocho años, los congresos estatales de los cincuenta estados de la nación recibirán 10.163 proyectos de leyes escritos por las grandes corporaciones, de los cuales más de 2.100 serán aprobados. En muchos casos se tratará de un simple copia-y-pega con mínimas variaciones.
Nada nuevo. Nada que la población recuerde más allá del segundo café de la tarde o de la primera cerveza de la noche.
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