La vacunación universal: un imperativo para la salud pública
Es necesario descentralizar en varios niveles el proceso de vacunación aunque por supuesto siempre en manos de instituciones públicas para evitar la especulación privada y privilegiar a sectores de las clases altas.
- Opinión
En este inicio de año 2021 la pandemia del covid-19 sigue asolando el mundo entero, salvo en el caso de los denominados países socialistas como China, Vietnam, Corea o Cuba que han logrado manejar y controlar la pandemia gracias a una intervención estatal eficiente, un sistema de salud robusto, el respaldo y la confianza de su población, que tiene confianza en el carácter humano de sus instituciones públicas.
Otros países capitalistas, pero con elementos socialistas importantes, o por lo menos instituciones públicas eficientes, como Rusia, Venezuela o Bielorussia, han logrado contener la pandemia con un cierto éxito.
En el resto del mundo dominado por el capital financiero el cuadro es muy distinto, tanto en países del centro como en los de la periferia el número de contagiados y muertes sigue en un ascenso vertiginoso. Entre la ausencia total de políticas para hacer frente al covid como en Brasil o Estados Unidos -los dos más contagiados del planeta- o un autoritarismo tan delirante como ineficiente, basado en medidas puramente policiacas (como si el virus pudiera ser encarcelado), en el caso de países como Francia y España, no parece haber una salida científica y política de la crisis sanitaria.
Frente a su fracaso estrepitoso, los gobernantes del hemisferio occidental han apelado al milagro de la vacunación como solución final a la pandemia, una cortina de humo para hacer olvidar a los pueblos del mundo su criminal gestión de la pandemia. Pues aunque la vacunación permita alcanzar la inmunidad colectiva y poner un punto final a la pandemia nunca se olvidaran los más de dos y medio millones de muertos y los más de 100 millones de contagiados que hubieran podido ser evitados si los sistemas de salud pública no hubieran sido sistemáticamente saqueados y privatizados en aras de la máxima ganancia para la élite capitalista mundial. Y estos son solo los números al día de hoy. Sabemos perfectamente que van a seguir en aumento en los meses que siguen.
Pero el problema no para en denunciar las atrocidades del sistema hasta la fecha de hoy sino ver los problemas que existen ahora que amenazan nuestro futuro y la posible salida de la crisis sanitaria por arriba. El verdadero problema de fondo.
Revisamos un reporte de Airfinity y BBC News sobre los principales actores detrás de las vacunas, al menos en Occidente. La estructura estatal sigue siendo definitiva (más del 70% de los recursos puestos actualmente en la batalla contra la pandemia provienen de los Estados; hasta la fecha más de 8 mil millones de dólares):
- Oxford-AstraZeneca: +2.200 Millones de dólares (70% Estado + 30% Organizaciones sin ánimo de lucro).
- Novavax: +1.500 Millones de dólares (80% Estado + 20% Organizaciones sin ánimo de lucro).
- Curevac: +1.100 Millones de dólares (70% Estado + 23% Privados - 7% Organizaciones sin ánimo de lucro).
- Johnson & Johnson: +841 Millones de dólares (100% Estado).
- Moderna: +820 Millones de dólares (95% Estado + 5% Organizaciones sin ánimo de lucro).
- Sanofi/GSK: +579 Millones de dólares (90% Privados + 10% Estado).
- Pfizer/BioNTech: +548 Millones de dólares (66% Estado + 34% Privados).
- Sanofi/Translate Bio: +302 Millones de dólares (100% Privados).
Por lo tanto, no solo está claro que la vacuna está siendo financiada a través de los impuestos de los contribuidores sino que además está financiando al sector privado para que pueda lucrar con ello.
Debemos tomar en cuenta otra parte importante de la cuestión, que si hablamos de 2019 hacer este tipo de inversiones científicas dentro de países neoliberales no solo era impensable sino que además a quien lo hiciera lo consideraba como radical de izquierda o en contra de las propias dinámicas del mercado.
La importancia de las inversiones públicas es una prueba irrefutable de los grandes avances que se dan invirtiendo en investigación y a la comunidad científica, porque mucho se habla de la incertidumbre por acelerar los procesos para el desarrollo de una vacuna que por lo regular toma años y en esta ocasión se ha conseguido más rápidamente, lo cual es entendible. Pero con la tecnología del siglo XXI y con el concurso de muchos científicos e inversiones, es normal que haya sido tan rápido. Es una clara victoria de los resultados de la investigación colectiva de muchos científicos, organizaciones y de la inversión estatal para estos sectores lo cual nos abre un panorama enorme de todo lo que podríamos alcanzar en tan poco tiempo si los países capitalistas y neoliberales y otros más, no recortaran tanto en ciencia y servicios públicos.
En cuanto a la vacunación, desde la segunda semana de diciembre de 2020 se inició la primera fase en varios países con la vacuna de Pfizer, la primera en obtener la aprobación de autoridades sanitarias. Desde entonces las vacunas Moderna, Sputnik B y Sinovac han empezado a ser aplicadas por diversos países. Al día de hoy más de 152 millones de dosis se han administrado en 75 países, según datos recopilados por Bloomberg. La última tasa fue de aproximadamente 5,64 millones de dosis al día. En los EE.UU., más estadounidenses han recibido al menos una dosis que los que han dado positivo para el virus desde que comenzó la pandemia. Hasta el momento, se han administrado 46 millones de dosis, según un recuento estado por estado. En la última semana, se administró un promedio de 1,57 millones de dosis por día.
A pesar de la necesidad de una vacunación universal, los países capitalistas del centro han concentrado la mayor parte de las dosis de los laboratorios privados (60% del stock mundial) como Pfizer, Moderna o Astrazeneca por medio de pre compras masivas cerrando el acceso a muchos países. ¡Países como Ucrania o América Central tendrán sus primeras dosis hasta en 2023! Mientras Estados Unidos u otros países alcanzan casi el 20% de población vacunada. La lógica del mercado termina mermando la posibilidad de una vacunación universal rápida y eficiente pero el problema no para ahí. En el fondo está el tema de la capacidad de producción de los principales laboratorios privados que sacaron la principales fórmulas de vacunas validadas por autoridades sanitarias.
Su capacidad industrial es limitada a unas cuantas fábricas que están lejos de poder cubrir la demanda mundial. Y además se ha tenido que lidiar con problemas que retrasaron aún más la producción como el incendio de la fábrica de Astrazeneca en la India o la invalidación de lotes enteros de Pfizer por las autoridades sanitarias europeas. Países como Francia, a pesar de su pre compra de dosis masivas, se vieron entregadas apenas la mitad de las dosis compradas y en otros casos aún menos lo cual los obliga a frenar o inclusive parar sus fases de vacunación como en el caso del país galo. El problema subyacente evidenciado por estos síntomas, es la incapacidad estructural de la economía capitalista para dar satisfacción a la demanda mundial de vacunas. Si la producción de vacunas por industrias de los países socialistas como China o Cuba puede alterar este hecho y compensar la falta de producción de la industria privada para suplir una parte de la demanda mundial, aun así será insuficiente. Primero por la feroz oposición de las elites capitalistas occidentales que intentan por cualquier medio desacreditarlas empujando el movimiento anti-vacunas y esto a pesar del hecho de que esas vacunas han comprobado ser más seguras en términos de reacciones adversas y más asequibles en términos de logística y precios que las de los laboratorios occidentales. Es necesario luchar para convencer a la población de la superioridad de esas vacunas sobre las capitalistas.
Un segundo lugar, una posible solución para la producción y suplir la demanda mundial se encontraría en la puesta bajo tutela por parte de los Estados de la industria farmacéutica mundial privada para atender con prioridad a la demanda mundial de vacunas con el fin de poder alcanzar una vacunación universal que permita desarrollar la inmunidad colectiva que tanto necesita la humanidad para superar a esta pandemia. Crear un gran polo industrial farmacéutico al servicio de las necesidades de la salud pública es una tarea imprescindible y no solo para el manejo de la actual pandemia sino para estar listo por cualquier eventualidad en el futuro y no tener que perder años de desarrollo por tener que confinar buena parte de la sociedad y perder importantes cantidades de vidas humanas.
En el caso de México la situación es bastante grave, siendo uno de los países con más contagiados, muertos y con una tasa de mortalidad entre las más elevadas, debido en buena parte a los factores de diabetes y obesidad muy esparcidos entre la población (casi un tercio de la población total). La gestión pública de la pandemia ha sido, sino catastrófica, por lo menos claramente negligente a todos los niveles de gobierno (municipal, estatal y por supuesto federal) dejando un saldo de casi 200.000 muertos y más de un millón de contagiados todavía activos. A pesar de estar totalmente al tanto de la existencia de la pandemia, se ha esperado a que el virus entre en el país para tomar la primeras medidas en marzo de 2020, cuando ya se tenía la medida del peligro desde enero. Nunca se han aplicado las normas sanitarias necesarias en las principales fábricas y centros de trabajo, no se han cerrado los sectores no esenciales, ni tampoco ha habido ninguna medida mínima de confinamiento, más que el cierre de actividades secundarias como el ocio, donde ocurre solo un porcentaje limitado de contagios. En su lugar los gobernantes del país han incurrido en una cascada de discursos culpabilizadores haciendo caer todo el peso de los contagios en la falta de conciencia individual, del mismo nivel que el dicho de que el pobre es pobre porque quiere.
Pero el problema no termina en este aspecto. Ahora se ha empezado la fase de vacunación y se pueden registrar numerosas fallas y anomalías que tienen un hilo conductor.
El proceso de vacunación ha sido plagado por la corrupción donde administrativos e inclusos partidarios del partido gobernante han recibido la vacuna primero cuando no eran prioritarios. Pero no es el problema principal sino los escasos suministros de vacunas como la de Pfizer(donde mucha gente solo recibió una sola dosis y ahora está a la espera de la segunda sin ninguna garantía) combinado con la pésima gestión logística del mismo proceso de vacunación. Esto a pesar de las compras de vacunas Sputnik y Sinovac para compensar la falta de suministros de Pfizer, lo cual fue sin duda fue una buena decisión pero insuficiente en sí. Pues todo el proceso de la segunda fase iniciada en el mes de febrero para vacunar a los adultos mayores descansa sobre el uso de una sola plataforma digital mal concebida y que por obvias razones terminó sobrecargada por las millones de solicitudes provenientes en todo el país. Además los centros de vacunación previstos son muy insuficientes para la demanda de la población terminando con filas kilométricas con un tiempo de espera de hasta 12 horas para ser atendido. El porcentaje de vacunación es muy lento y se vuelve improbable una salida de la pandemia antes de varios años.
Es necesario descentralizar en varios niveles el proceso de vacunación aunque por supuesto siempre en manos de instituciones públicas para evitar la especulación privada y privilegiar a sectores de las clases altas. Se podrían ganar varios años y permitir al país una salida de la peor crisis sanitaria de su historia. A nivel mundial es necesario luchar por la universalización de la vacuna y el acceso para todos los países a ella. Por un polo público de salud pública en cada país y una articulación mundial de los esfuerzos sanitarios. Luchar contra los países acaparadores como EE.UU o la Unión Europea abriendo las puertas a las vacunas de países socialistas como China o Cuba y a la vacuna rusa que son pensadas para una difusión en condiciones de refrigeración sencilla.
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