El miedo como fórmula colonial de dominio

16/09/2013
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 El colonialismo es sobre todo mental, de comportamientos, de miradas, de percepciones y muy poco de palabras, porque las palabras son engañosas y nebulosas. Lo dicen incluso escritores brillantes como Cortazar, quién no creía en las palabras porque las creía hipócritas y de barnices. Sin abundar en esas teorías complejas, simplemente quería considerar los aspectos mentales costumbristas del colonialismo. Por supuesto que esos actos mentales tienen mucho poder, tanto así que ahora se siente más ese miedo porque los colonialistas se cuidan ahora con sus palabras; pero no con sus actos y percepciones. El mundo gringoide, o pro gringoide, el mundo de las mentalidades gringas actúan ahora bajo las sombras. Se mimetizan en instituciones, estatales o privadas, disimulan con sus palabras, pero complotan todos los días contra el proceso. Sus comportamientos están en contra de lo que se habla y se recomienda. Tienen vergüenza de sentirse servidores públicos, no lo dicen pero actúan ocultándose de los demás. Esta psicología de masas colonial, es por supuesto contagiosa y peligrosa, porque infunde miedo en todos los demás. Hay todo un proceso mental de comportamientos duales: de palabras hacia afuera, y de comportamientos hacia adentro.
 
El miedo es entonces, sigue siendo, el arma mental más importante del mundo colonial. Los que trabajan en entidades públicas tienen que tener miedo, porque los ojos coloniales vigilan en todos los espectros. El mundo colonial sigue siendo el dueño de todo lo demás, incluso del mismo estado en construcción. El Estado sigue siendo la otra propiedad privada del mundo colonial, por tanto todos deben cuidarse. Y ese comportamiento es cotidiano en personeros citadinos: no hay agresividad nacionalista, no hay en estas personas identidad clara con lo que se construye, sólo miedo y comportamientos duales sospechosos. El mundo colonial sigue siendo dueño de los símbolos y las ideologías de la sociedad. La prensa sigue reflejando ese mensaje. Entonces el miedo actúa con todo su poder mediático, colonial y de comportamientos tímidos en entidades del estado. Es decir, el poder del miedo es proporcional a la falta de identidad con nuestras naciones.
 
Pues seguiremos así, con miedos y dubitaciones, si no se toma consciencia de lo que está sucediendo, y lo que está sucediendo es demasiado evidente: la agonía del mundo gringo de su hipócrita manera de ver las cosas y su sanguinaria forma de actuar con el mundo: guerras, cambio climático, crisis terminal económica y corrupción mundial a escala universal. Ese mundo debe ser destruido en todos los rincones del globo terráqueo. En nuestro caso construyendo otro tipo de estado, descontaminado de ese orden criminal occidental, que sólo ha traído tristeza y crueldad a todas las culturas, con sus motivaciones materialistas y sanguinarias de destruir todo el hábitat humano y animal. Eso es tan evidente, que sólo las mentalidades ciegas y enfermas gringoides no la ven, o la ocultan porque no soportan no ser esclavos de occidente. Esos comportamientos esclavos de occidente, son lo más peligroso de este proceso de cambio. Porque el colonialismo es de percepciones, de actos, de comportamientos, no de palabras. Y ese colonialismo sigue entre nosotros, disimulado, etiquetado incluso con palabras a favor del cambio; pero en esos actos cotidianos está el peligro interno del mismo proceso.
 
No es porque lo diga, no es radical ni invento mío. Ha sucedido ya en otras realidades del mundo: Alemania, Irán, Israel, Corea del Norte. Si es que no se toma consciencia de lo que está sucediendo en nuestras narices: formaciones, recuperación, de nuestras nacionalidades que han sido aplastadas y oprimidas, y vaciadas de sus contenidos ideológicos y de autoestima, creaciones de nacionalidades capaces de enfrentar los desafíos complejos del mundo. Y eso sólo es posible con personas conscientes y capaces de dejar la enfermedad mental, colonial, occidental de la dependencia y la esclavitud respecto de occidente. Estas construcciones o reconstrucciones de nuestras identidades, dependen de grupos absolutamente nacionalistas de nuestros estados y naciones. Sin miedos ni coartadas coloniales, sin temores al mundo colonial progringoide. Sólo así cambiaremos la educación, que es el principal instrumento colonial actualmente; sólo así cambiaremos la moda y la invasión de las costumbres coloniales, absolutamente dañinas y criminales para nuestras juventudes, costumbres de drogadicción, prostitución, pandillas y otras formas occidentales criminales, que devienen de sus formas sociales en decadencia y brutal corrupción mental, ya sin sentido social y de vida como civilización. Nosotros somos los dueños de estas tierras, de nuestros ancestros y dioses; ningún miedo debemos tener de los invasores, de sus mentalidades que infunden miedo y dolor. De sus patronales maneras de vernos y actuar contra nosotros. Sólo nuestras radicales formas de tomar consciencia, y no tener miedo al invasor o sus descendientes, podremos salir en estos procesos de construcción por fin de nuestros estados, de nuestras naciones.
 
 La Paz, 17 de septiembre de 2013
https://www.alainet.org/es/articulo/79348
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