La cultura burguesa le pega candela a la “mecánica popular”
02/09/2014
- Opinión
Parodiando a Desmond Tutu, llegaron los dominadores con sus libros, cuando nosotros éramos los dueños de la tierra. Al otro día despertamos con un libro en la mano y ellos se quedaron con la tierra. ¿Moraleja? La dominación tiene un profundo fundamento cultural. Porque el libro que los dominadores nos trocaron por la tierra, a la fuerza, era un libro sobre la cultura y la acumulación histórica de ellos; así fue como nos resignamos a ser “mecánicos” socotrocos como el modo adecuado para consensuar con la dominación. Así fue como aprendimos a despreciar al estudio y al conocimiento como algo prescindible y hasta petulante.
Ellos levantaron sus antagónicos muros clasistas desde una guerra cultural que la precariedad intelectiva, la premura por alcanzar objetivos básicos bajo el acoso insoportable de la dominación (imperialista); y la misma idiotez heredada del sometimiento a ella, aun cuando ya teníamos el poder político con que desmantelar al orden social que la promovía. La desinencia más trastornada durante el cambio social radical antimperialista hacia la sustentabilidad de una transición socialista posible es convocar constantemente a los fantasmas del empirismo que impone un sentido común banalizado por el analfabetismo funcional. Cuba padeció su Quinquenio Gris gracias a la ronda de tales fantasmas. Y hasta allí ya estuvo bueno, fue suficiente.
Que alguien joven que creció y estudio en Cuba durante los últimos veinticinco años en medio de la crisis y la reforma a partir de los 90’s del siglo veinte se incline a convocarlos es una señal alarmante por deplorable. Se podría discernir que en algún rescoldo de nuestra sociedad actual, los sacerdotes de ese culto al extremismo dogmático y oligofrénico, por analfabetismo funcional (en Cuba hace ya más de medio siglo hay menos analfabetos de facto que dinosaurios, y que nadie me sobre-entienda, hablo de aquellos animales del pleistoceno, etc., no en sentido figurado). Y no es suficiente.
Como de la guerra cultural hablamos debo subrayar que no existe peor síntoma en expansión -que hoy nos lanza hacia el sometimiento a los referentes culturales de la hegemonía capitalista globalizada; y en rumbo contrario al de la rectificación radical socialista posible, a partir del grado pertinente de cultura política (socialista)-, que el de la banalización de la indispensable e interminable preparación intelectiva. Si cabe una primera razón está el objetivo que persigue la pacificación mental burguesa que pretende la despolitización de todo lo social; pero fundamentalmente del desarrollo intelectivo. Si hay algo que place a tal despolitización es el fomento de una actitud displicente en contra del esfuerzo por procesar la información hacia conocimiento en contexto histórico específico.
Tan oligofrénico como intentar la equivalencia “pachuca” entre el trabajo manual y el intelectual, es separar uno del otro.
Pese a todos los errores cometidos en nuestro modelo –algunas de nuestras meteduras de pata pasarán a los anales-, el esfuerzo de mayor importancia, aún si insuficiente, ha sido y todavía se despliega en el campo de la enseñanza. Si alguien con menos de treinta años de edad denosta del espacio y la diversidad del campo intelectual, es que de una manera u otra ha sido influenciado no solo por la pacificación mental burguesa ambiente; a su vez aldeanos vanidosos del socialismo con bueyes viejos, que supuestamente debieron haber doblado la esquina del tiempo. Y habría que buscarlos no solo al interior de las familias, también en la escuela o la academia, en los espacios de influencia social. Y en un rescoldo de la política que repta hacia la materialización de intereses personales turbios. Para que alguien joven, que no experimentó los fuertes bamboleos del dogmatismo se preste a promover esa tendencia tiene que padecer de una ingenuidad monstruosa, mezcla de discoteca nocturna habanera de los noventa e impertinente pobreza orgánica en periodo especial. Dicha mistura desarrolla un oído de piedra que equivoca todos los sonidos, sin interacción entre la conciencia del paso del tiempo y el equilibrio psíquico. Sin acumulación pertinente de conocimientos los individuos quedan huérfanos de futuro y solo pueden avanzar hacia atrás; recorriendo como si novedad los mimos yerros que rechazó aprender. De suscitarse un asunto así en el campo del periodismo en un país socialista, no es extraño que cualquiera pueda experimentar un disgusto agudo entre el estómago y el cerebro.
Y sin dar más vueltas, erase una vez que en el dominical del segundo diario más importante de Cuba socialista, una joven periodista[1] tomó a un primo suyo (mecánico empírico por demás) como ejemplo de “pureza proletaria” confirmado en el hecho de que no había estudiado formalmente mecánica o profesión alguna; además liberado de todo vínculo “psico-tóxico” no solo del mundo intelectual, a su vez de la más mínima relación con la letra impresa, o de esfuerzo mental para el desarrollo del, llamado por Roa, músculo primo; pero que al pasarse el día embadurnado en, y oliendo a grasa de pies a cabeza, debía ser bendecido por librarse del mundo de la gente que estudia, lee y se rompe el moropo por entender metódicamente al mundo que lo rodea. Al bendecirlo así, ella entra en hosanna de pabellón psiquiátrico cuando al mismo tiempo se muestra como “conocedora” avezada de Gramsci –el pensador marxista con el que más se ha equivocado hasta malanga-, en la dimensión más idiota. Existe una inobjetable gravedad en el asunto: su artículo apareció en el dominical de JR, en la sección Opinión, durante la época de descanso lectivo (vacaciones) en el país; y la misma dirección del periódico (aun si poco tiempo después el artículo “El intelectual y el mecánico”, de la Dra. Graziella Pogolotti, vino a reparar relativamente aquel trastorno de una “mecánica popular” ambiente que ronda al sentido común de la filosofía de la calle que aún padecemos), jamás aterrizó en el núcleo de esa gravedad; que es cultural en su implicación política.
La libertad de expresión es un subterfugio si alguien facultado como periodista puede expresar un disparate esquizofrénico por inculto. Me atrevería a pensar que sería menos lesivo alguien que exprese su total desacuerdo con nuestro sistema socialista, ofreciendo los elementos de juicio que a su parecer nos desmeriten; es su criterio. El dislate lo es más allá de su implicación ideo-política. Supuestamente Gramsci “bendice” y defiende a su primo zocotroco, en su derecho a ser legitimado por negarse a ejercer el derecho ciudadano al estudio, en un país donde la enseñanza a todos los niveles es totalmente gratuita, y con acceso para todos. A estudiar; aun si enclaustrado de su casa.
Será indispensable en medio de la rectificación radical de la transición socialista posible, en la que estamos enredados, asumir una brega con delectación ardua contra la imbecilidad intelectiva. Padecemos profesionales de nivel superior con serias deficiencias en el grado pertinente de cultura general; y (lamentablemente jóvenes) publican trabajos más insulsos que una receta de cocina común y corriente; de una sensiblería en madurez de guapura; y lo más alarmante: de un “pre-desprecio” por el trabajo intelectual en su diversidad de opciones, y contra la interacción entre el supuesto trabajo manual y el intelectivo. Como si cada cosa que el ser humano crea no requiriese de un esfuerzo serio de las capacidades de la mente. Y de un conocimiento previo. El esfuerzo por caerle bien a la “mayoría” de la gente nos hace escribir sandeces contenidas en monstruosidades del disparate cultural e intelectivo. Y si en un diario como JR publican algo que roce tal dimensión –aunque sea una sola vez-, será suficiente para comenzar a dudar de la seriedad de su profesionalismo. Y es un problema político que no poca gente sobrevuela hacia la banalidad.
Quién desee leer tal “churrasco” puede acceder al periódico online. Yo me tomo la atribución de promover (que me disculpen Arturo Arango, el profesor Rodríguez Rivera, y el cineasta cubano Juan Carlos Tabío) algunos criterios algo mucho más que interesantes con respecto al artículo que nos ocupa.
Arango pone el dedo en la llaga acerca de las consecuencias de la crisis de los 90’s del siglo veinte en Cuba y de la llamada inversión de la pirámide social, que ha propiciado la emergencia de una clase media ¿alta? de bolsillo, experta en la depreciación del vínculo interactivo entre economía y cultura política, equivalente a cultura general. Todas estas referencias han sido extraídas de los emails intercambiados a estos efectos.
“Cuando resurge una clase media alta, básicamente ignorante, cuando cada vez más la idea del socialismo defendida por los dirigentes del país se reduce a lo económico (sostenible, sustentable) y se aleja de la calidad de las relaciones humanas (del humanismo), esta periodista viene a revivir (¿casualmente?), el antiintelectualismo que tanto daño ha hecho no ya a los intelectuales sino a la vida espiritual de la nación cubana."
Juan Carlos Tabío devuelve con inteligencia la pelota hacia cancha de la periodista.
"no conozco a ningún “intelectual” que haya “excluido” a nadie; sí conozco a muchos intelectuales que han sido “excluidos” por “algunos de esos «otros» que se constituyen como casta”, y a la que la compañerita se cuida mucho de no tocar ni con el pétalo de una rosa [...] yo creo que lo único que quería decir la compañerita ( ella que sí puede “deletrear o conocer el significado de palabras como multidisciplinario, empoderamiento, deconstrucción, panóptico o hipertexto”; ella que sí sabe quién es Borges y Ernesto Sábato, ella que no confunde a Bukovsky con Chaikovsky, ella que pronuncia bien Michael Foucault) es “informarle al mundo” que ella sí es una “intelectual”."
El profesor, poeta y ensayista Guillermo Rodríguez Rivera, sin petulancia alguna, puede hacer reflexionar a Cardentey.
“Me parece que algún intelectual (o un seudo, según lo mire ella) ofendió gravemente a la joven periodista pinareña a la que no se le ocurrió nada mejor que soltar la diatriba que Juventud Rebelde le permitió colocar en sus páginas."
"El articulillo de Mayra es la exaltación de su primo mecánico autodidacta y empírico, quien no estudió en ninguna parte a pesar de todas las oportunidades y facilidades que suele dar nuestro país. Seguramente era muy bruto o muy vago."
"me eduqué también en la Placita de Crombet de Santiago de Cuba y puedo darle algunas lecciones populares a su primo. Pero los libros no me volvieron loco. Lo que enloquece es la ignorancia que puede existir hasta en los universitarios. Su artículo le hace muy poco favor a un país que tuvo su máximo revolucionario en un hombre que fue, también, su mayor intelectual, con un pensamiento que todavía no ha podido ser superado. Los plebeyos fueron los que asaltaron La Bastilla, pero sus líderes –Marat, Danton, Robespierre – eran los discípulos de Voltaire, Montesquieu y Rousseau"
"parece inconcebible esa exaltación de la ignorancia en un país pionero mundial en la educación y que obtiene sus mayores ingresos de los médicos que ha formado en tantos años de esfuerzo. Un demérito periodístico para Mayra. Y para su periódico."
"hay gente que, siempre justifica lo que es, y convierte eso en que se ha convertido, en la imagen de la virtud. La “Universidad de la Calle” es la más difícil y de ahí salen sabios pero también jineteros, delincuentes y farsantes."
"Me preocupa mucho un tal Don, Director de Capital Humano que afirma que el especialista es el que va aprendiendo las cosas observándolas, sin estudiar: nos va a costar dios y ayuda actualizar nuestro modelo económico con esos dirigentes callejeros, que no intelectuales."
"todos ignoramos cosas: en el mundo actual el conocimiento ha crecido enormemente y crecen las especializaciones, y tienen que existir: yo, al menos, no me someto a una operación hecha por una persona que no se haya graduado de medicina y se haya especializado en cirugía, por muy “médico de la calle” que sea"
[En Cuba los santeros y los babalawos te remiten al médico.]
"La doctora va camino de convertirse en aquello que mi difunta e ilustre profesora, la doctora Vicentina Antuña, por décadas profesora de la Universidad de la Habana, llamaba el “bárbaro especializado”: esa persona que sabe su profesión pero que ignora cualquier otra cuestión de la cultura humana . Debía saber por ejemplo, que la Camerata Romeu no toca música de cámara y que Mayra García Cardentey se confundió cuando la opuso a la música clásica, porque la música de cámara es música clásica y la diferente a ella es la sinfónica.”
[La chusma clase media "de la calle" se ostenta como ignorante]
"una pregunta: el primo de Mayra, ¿cobra en pesos cubanos o en cuc? Mayra debía no estar tan segura de su olor a motor de carro, y olerlo en la noche, cuando se ha bañado con Heno de Pravia y se ha “enchumbado” en Eau Sauvage, de Christian Dior. A lo mejor no sabe pronunciar el nombre, pero si pagarla y ponérsela."
"Que los “callejeros” se lo piensen dos veces para hablar mal de Vicentina, revolucionaria desde los años 30 y Heroína Nacional del Trabajo."
Existen señales de alarma dentro de la actual reproducción social (cotidianidad) que alertan sobre los criterios de la periodista García Cardentey.
1. El imperialismo exige hacer implotar a la capacidad de disenso político anticapitalista dentro del socialismo; despolitizarlo sometiéndolo a su histórica expansión cultural.
2. Durante la praxis pertinente para la rectificación radical posible del actual modelo de socialismo cubano, aumenta la implicación del grado de la cultura política (equivalente al de cultura general) como producto a largo plazo de la historia.
3. Va resultando beneficioso existir en la incultura al margen de lo político, o trocándolo por su valor de cambio: rentismo improductivo. La despolitización apropiándose de lo material, sin vínculo con los asuntos y problemas sociales. La incultura política por analfabetismo funcional.
4. Es improbable un pueblo políticamente organizado y empoderado desde distribución amplia por democrática del poder para evitar el sometimiento del proyecto de emancipación (cultura), sin el grado pertinente de cultura política socialista dentro de la conciencia en democracia, donde los ciudadanos con independencia de su labor profesional, oficio u ocupación laboral disciernan de qué se habla cuando exista alguna referencia a tales asuntos. Nadie podría defender su libertad, respetar a la libertad de los otros, conservar y defender valores, ni crear un espacio social equilibrado de interacción social, desde la insustentabilidad o la falta de actualización en el grado de cultura política pertinente, que equivale al de cultura general.
5. Al restar importancia a determinados componentes del contrato social, equivalentes a actos efectivos de justicia social –como el derecho a la enseñanza gratuita-, se exacerban referentes de la cultura capitalista que los desmantelan. Uno de los objetivos para la implosión del disenso anticapitalista emerge cuando un acto de justicia social efectiva se despolitiza hacia su valor de cambio en la cotidianidad que busca sustentabilidad política (en democracia) a la transición socialista posible.
6. La expansión de una cotidianidad chata, por despolitizada o formalmente politizada desde la incultura se percibe durante la actual cotidianidad como una tendencia insuficientemente atendida, sobre todo entre personas sometidas a la pacificación mental burguesa. Existe dicha expansión que determina la noción política, culturalmente necia, de que a alguien le “pagan” un salario, recibe asignación material y posee legitimidad de su autoridad institucional no como ciudadano sometido al mandato popular por democrático, sino como "dirigente"; lo que implica a una parcela de poder privado a su vera que hace “innecesario” el esfuerzo por superarse dentro del compromiso social con esa rectificación radical socialista posible.
7. El éxito social fácil exacerba a la inutilidad de la virtud; extasiada en la destreza del cacharreo tecnológico como si el dominio mismo de la tecnología. Y ese es un campo desarrollado por las personas pobres, preferentemente, con insuficientes oportunidades en el acceso a los estudios, o condicionadas en la búsqueda de dinero en el rentismo parasitario. El esfuerzo personal bajo compromiso político se trueca por relaciones personales ventajistas, que abandonen a los demás a su vera.
La actual sociedad cubana en medio del cambio imprescindible aumenta su impredecibilidad; el más grande enemigo del socialismo es el socotroquismo.
Desde el litoral oeste de La Habana revolucionaria, socialista, martiana y bolivariana. 03/09/2014
[1] Ver: MAYRA GARCÍA CARDENTEY. Gramsci y las «cosas de intelectuales». Sección Opinión. Juventud Rebelde. DOMINGO 10 DE AGOSTO DE 2014. Pág. 5
https://www.alainet.org/fr/node/102964
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