¿A quién engañó con ese discurso anaranjado?
- Opinión
Los referentes de la cultura masiva que promueve la hegemonía angloestadounidense apela más que al raciocinio, a las emociones primarias, banales… ¿Está Cuba en salmuera?
“…las personas en las que menos debes confiar son las que mejor sepan lo que están hablando.” Charles Pierce.
Aun admitiendo que uno atraviesa un proceso mental semejante al funcionamiento digestivo de los rumiantes, resulta indispensable analizar intelectivamente (regurgitar) aquel discurso en el teatro Nacional Alicia Alonso de la Habana, del presidente de los EEUU Barack Hussein Obama durante su visita a Cuba en el mes de marzo de este año.
Se puede elucidar que como un gesto de atención el gobierno revolucionario le permitió acceder a él solo al escenario, colgar el escudo de los EEUU en el frente del atril y utilizar un par de bien disimulados telepromters para que se luciese como mulatico simpático a teatro lleno. Incluso que alguno más que otro prorrumpiese en aplausos cerrados tras algún que otro “milagro” verbal.
Es necesario aclarar, por si alguien no desea continuar leyendo, que a mi personalmente Barack Hussein Obama nunca me sorprendió. Ni me sorprende. Todo lo que ha cumplido y dejado de cumplir en sus dos mandatos presidenciales, fue diseñado, orientado y aprobado por el Estado Profundo angloestadounidense. De lo contrario, alguna que otra cabeza no permanecería hoy encima de sus respectivos hombros.
Pero el objetivo que aquí se persigue no es analizar el contenido del discurso de Obama en la Habana; sino insistir (una y otra vez), en que la cultura política estadounidense nació y creció autista, desde un excepcionalismo que es capaz solo de mirarse a su ombligo.
¿De qué valieron todos esos seriales hollywoodenses en que les pasaban la mano por el lomo a la “minoría” afroamericana, burlándose de algún que otro policía ultraderechista, racista y homófono; que llenasen las estaciones de policías de tenientes y capitanes negros y mulatos, incluso mujeres, muy éticos y que querían mucho a su familia (parodiamos a Martínez Heredia y a su excelente artículo), sino como un modo hipócrita de viabilizar a sus modos históricos de dominación y evitar de esa manera las reacciones rebeldes por parte de esa comunidad?
De nada valió, para recordarle a “malanga” que aquel es un dominio WASP, en las mismas postrimerías del segundo mandato del primer presidente negro, se ha desatado una temporada eterna de cacería al negro(a) por parte de los cuerpos represivos que no deja lugar a dudas, de que Hilary Rodman Clinton no dejará policía blanco sin vengar una vez que acceda a la Casa Blanca. Tras deshacerse del compromiso electoral con los indocumentados, “ilegales” o “dreamers” que ya suman unos cuantos miles, a Obama no le queda, en tanto “pato cojo”, otra cosa que limpiarle el camino alfombrado a la esposa del infiel Bill. Todo con tal que evitar que entre en la sala Oval el velociraptor de Trump.
Con respecto a la últimas noticias relacionadas con los crímenes perpetrados en la vía pública durante esa temporada interminable de cacería al negro(a), algunos comentaristas jóvenes cubanos en nuestros medios de información locales, expresan sus comentarios de manera algo deshistorizada; como si el fenómeno del racismo en los EEUU fuese uno de nuevo cuño, un problema social de “ahora mismo” porque (¿quizás exagero?) el muy inteligente y simpático Obama ya está alejándose diciendo “adiós”…
Lamento mucho tener que advertir cierto tufo a banalidad en algunos comentarios de periodistas jóvenes, sobre todo en programas informativos de la televisión cubana.
Es una mala noticia para los ingenuos y lo tontos; a Obama le “indicaron” que reanudase las relaciones diplomáticas hacia un proceso de normalización en el cual la embajada estadounidense en Cuba permanecería sin embajador por el tiempo que a él le restase como presidente. Los EEUU no desperdician embajadores; poner al gobierno revolucionario cubano en salmuera para acelerar el momento en que desde el lado de adentro de la zona aún bloqueada, se pueda implementar una “revolución naranja”. Por cierto ¿con cuáles “anaranjados”?
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