Otra Argentina es posible?
14/10/2002
- Opinión
Argentina es el más claro reflejo del fracaso que implica la implementación
de las políticas neoliberales, dictadas por el FMI, el B.M. y las
transnacionales.
De ser un país rico, en el sentido amplio de la palabra, con una economía
diversificada, una industria avanzada, una clase obrera cualificada, con un
sistema de cobertura social comparable al de Europa, con un sector agrícola
y ganadero competitivo (uno de los mayores exportadores de carne y
cereales) y con una gran riqueza en fuentes de energía: petróleo, gas
natural, energía hidráulica, con el nivel de vida más alto de la región ha
pasado a ser un país en quiebra, desindustrializado, descapitalizado y con
un 51 % de la población por debajo de los índices de pobreza, con un
desempleo galopante y una miseria nunca vista antes por los propios
argentinos.
El cumplimiento de todas las fórmulas dictadas por el FMI, implementadas
por un gobierno corrupto y autoritario fueron los artífices del desastre.
La apertura de los mercados, con la entrada masiva de productos
provenientes de áreas con bajos salarios por un lado y de productos
subsidiados de Europa y EE.UU. por otra, hundieron la industria nacional.
La avalancha de privatizaciones, organizada por el gobierno de Menem, no
sólo puso en manos de capitales extranjeros los sectores estratégicos, sino
que supuso un alud de despidos de trabajadores, una reducción drástica de
ingresos para el Estado y unos peores servicios para toda la población. Al
mismo tiempo, las inversiones extranjeras se introducían en la
agroindustria, la propiedad inmobiliaria, quedando grandes extensiones de
tierra en manos extranjeras (el mayor propietario de tierra Argentina es
Soros y el segundo es Benetton, con 685.000 mil hectáreas de Patagonia) (1)
Finalmente, la paridad con el dólar, el aumento desmesurado de la deuda,
junto con el consiguiente pago de la misma, el desplazamiento del capital
hacia inversiones financieras especulativas, la desregularización de la
banca con las grandes evasiones de capitales, hicieron el resto. Los
bancos quebraron y los argentinos se quedaron con sus ahorros secuestrados.
La otra Argentina
La reacción popular, espontánea y masiva, ante tales desastres, dio inicio
a una Otra Argentina. Así, mientras las elites financieras y políticas
(que se calcula que no llegan a un 10 % de la población) se enzarzaron en
debates internos sobre la mejor manera de salir del agujero, sobre como
negociar y renegociar con el FMI; mientras los partidos oficiales dedican
sus esfuerzos en disputarse el liderazgo y el futuro poder, una gran
mayoría de la población les da la espalda y, al grito de "Que se vayan
todos", se dedican a construir formas alternativas de subsistencia, de
solidaridad y de lucha. Una economía paralela, fuera del sistema se está
implementando en un sinfín de grupos, redes, cooperativas, clubs de
trueque, asambleas, barrios, etc., que combinan producción,
comercialización, intercambio directo y servicios con organización y acción
directa.
El Movimiento de los desocupados, la lucha piquetera, las empresas tomadas
y autogestionadas por los trabajadores/as, las asambleas vecinales, los
clubs de trueque, el movimiento de ocupación de viviendas, los movimientos
campesinos e indígenas en defensa de la tierra, conforman un mosaico de
iniciativas novedosas con unas características en común:
. Se conforman desde la base, con una presencia mayor o menos de la
izquierda tradicional, pero con un alto grado de independencia y
autoorganización.
. Resuelven problemas concretos al margen del sistema, en vez de
redactar grandes alternativas globales o programas electorales con las
consiguientes promesas de solución
. Han conseguido implicar a una gran cantidad de hombres, mujeres y
jóvenes que no estaban organizados y que, a partir de la acción, están
avanzando en conciencia política y en capacidad de lucha.
De la ira a la acción
Contaba una mujer, de clase media, la emoción y la magia del alzamiento
popular del 19 y 20 de diciembre de 2001, cuando el gobierno de la Rua
cerró los bancos y decretó el estado de excepción: "Estaba en casa,
escuchando la intervención del presidente. Cuando terminó, una ira inmensa
se apoderó de mí. De repente, oí, bajito, alguien que en el apartamento
del lado golpeaba con una cuchara algo de metal. Sola en mi casa, me puse
yo también a golpear una cacerola. Primero flojito, después más fuerte,
después ya con mucha rabia. Y, como por arte de magia, sin que nadie lo
decretara, el ruido era cada vez mayor, ya no era sólo un apartamento, sino
todo el edificio. Después, salí al balcón y vi que todos estaban llenos de
personas como yo, golpeando furiosamente. El ruido puso en movimiento mis
piernas y bajé a la calle. Éramos muchos y muchas. Empezamos a andar
hacia al centro, sin decir nada. De repente, las calles estaban llenas, el
ruido era ensordecedor y todos caminábamos hacia la plaza de Mayo, como
atraídos por una fuerza magnética. Fue el inicio de una nueva etapa para
este país. Este día, los argentinos despertamos de una largo y terrible
letargo".
El levantamiento duró dos días, con cientos de miles de participantes,
terminó con el Gobierno de De la Rua, hubo decenas de muertos y miles de
heridos y detenidos. En los próximos 14 días se sucedieron cuatro
gobiernos. Pero lo más importante fue el inicio de la contestación, de la
organización y de la lucha que estos días se fraguó.
El Movimiento piquetero y los trabajadores desocupados
"Las organizaciones piqueteras de desocupados son la socialización
del drama del paro", así empieza el relato de un piquetero en el barrio de
El Jagüel.
La organización de los desempleados es una de las más fuertes y dinámicas.
Se organizan por barrios, municipios o zonas, y han adoptado los piquetes
como método de lucha para conseguir sus demandas: cortan las rutas
principales, normalmente las que dan acceso a las ciudades, queman
neumáticos, se defienden con palos, organizan ollas comunes y no se mueven
hasta conseguir sus demandas.
El llamado movimiento piquetero no es nuevo en Argentina. Los primeros en
utilizar los cortes de rutas fueron los trabajadores despedidos a partir de
la privatización de la Petrolera YPF, en 1996. Progresivamente, se van
sumando los despedidos de otras privatizaciones, minería, gas, acero, etc.
y, finalmente, se multiplica en el último años con todos los despedidos de
las industrias cerradas. Así, de 191 piquetes que tuvieron lugar en el 97-
98, pasaron a 2.992 piquetes en el 2001-2002 (hasta julio) (2)
En la actualidad, la demanda concreta de los piqueteros son los Planes de
Trabajo o de Jefes de Hogar, unos 150 pesos al mes, que da el gobierno a
cambio de 4 horas de trabajo comunitario. Con este dinero, (que al cambio
en agosto eran 45 Euros), organizan comedores populares, hornos caseros
para hacer pan, bibliotecas para los niños y jóvenes, huertas, talleres de
capacitación, cooperativas de producción, etc.
Una de las conquistas fue conseguir que estos planes no los administraran
los gobiernos locales (los "punteros"), sino las propias organizaciones.
El movimiento piquetero, sin embargo, no es uno solo, sino que se conforma
en tres grandes bloques: el que deriva de la CTA (Central de
Trabajadores Argentinos,), el "Bloque Piquetero", ligado a partidos
trskistas y comunistas, y la "Coordinadora Aníbal Verón", que se organiza
al margen de partidos y sindicatos y cuya base la componen mayoritariamente
el MTD (Movimiento de Trabajadores Desocupados). Entre ellos tienen sus
diferencies, pero la base social es la misma: los marginados de los barrios
ex-obreros y los excluidos.
El Bloque Piquetero y la Coordinadora Aníbal Verón son más radicalizados en
sus protestas y el último el más autoorganizado. Para el MTD "lo
importante no son los 150 pesos, con esto no se vive, sino que, gracias a
los planes estamos reorganizando a los desempleados y, sobre todo, a los
jóvenes y las mujeres. La socialización de los planes y el trabajo
comunitario no sólo permite mejorar la subsistencia del barrio, sino que
dignifica a las personas, reinstaura la solidaridad y fortalece la
organización", cuenta Miguel (del MTD y piquetero de la Aníbal Verón). No
quieren oír hablar de políticos ni quieren participar en espacios
partidarios. Se reúnen en asambleas y toman en ellas todas las decisiones.
Las mujeres, en estos movimientos, son las grandes protagonistas. Muchas
de ellas jefas de hogar (un 28.8 % de los hogares tiene una mujer al
frente) y con una mayor tradición de solidaridad comunitaria que los
hombres, son las que con mayor fuerza organizan los trabajos, sobre todo
los comedores populares (que permiten la subsistencia de cientos de niños).
Ocho de cada diez centros piqueteros están encabezados por mujeres (3),
aunque todavía la palabra y las decisiones están en manos de los hombres.
El Trueque
Se calcula que hay 6.200 clubs de trueque en todo el país, registrados en
la Red Global, que nuclean a 1.200.000 asociados, que a su vez, representan
a unos 6 millones de personas. Además de estos, existen muchos otros que
no forman parte de la Red.
Los Clubs de trueque se estructuran a partir de una asamblea de barrio, de
una ONG, una escuela o cualquier otra instancia. Funcionan con "créditos"
(papeles de colores) editados por ellos mismos y que tienen valor de cambio
dentro del grupo. Todo el mundo debe aportar algo para el intercambio:
productos de auto-elaboración (comida, ropa, utensilios), productos viejos
o servicios: desde fontaneria, pasando por refuerzos escolares o masajes
chinos.
"Somos la organización social más numerosa del país", dicen. Tienen una
página en Internet sobre la sede de los diferentes clubs y los horarios de
funcionamiento, que también se publica en la prensa local. A partir de
estos clubs están surgiendo, también, toda una organización que va más allá
de la subsistencia y en algunos lugares están entrando en el "mercado
externo" vendiendo los productos que ellos mismas realizan o montando
cooperativas de producción.
Las Asambleas populares
Nacieron de forma espontánea en los barrios de clase media, a partir de la
necesidad de articular las primeras protestas y posteriormente encontrar
salida a los problemas del barrio y de las personas más vulneradas por la
crisis y el "corralito". Son autoconvocadas, normalmente en una plaza o un
parque, y a ella acuden vecinos y vecinas de todas las edades e ideologías.
Se montan comisiones para problemas concretos, se discuten cuestiones
políticas y, en general han servido para recomponer el tejido social en los
barrios medios de las ciudades.
Al principio, esta clase media empobrecida, miraba con mucho recelo la
lucha de los "desarrapados" de los barrios marginales, sobre todo los
piqueteros, pero la discusión y la marcha de los acontecimientos
consiguieron hacer confluir las dos luchas, bajo el lema de "Piquetes y
cacerolas, la lucha es una sola".
Empresas recuperadas
Más de 100 fábricas, que agrupan a unos 10 mil trabajadores/as, han sido
recuperadas por los obreros. La mayoría de ellos funcionan como
cooperativas con control obrero y en este momento están impulsando la
creación de leyes que contemplen esta nueva modalidad de trabajo (4). Hace
6 meses se constituyó formalmente el Movimiento Nacional de Empresas
recuperadas por los Trabajadores (MNERT), bajo el lema de "Ocupar, resistir
y producir" (curiosamente el mismo lema del MST de Brasil)
Eran empresas que amenazaban cierre y despidos masivos. Los trabajadores
decidieron primero ocupar las fábricas para impedir que sacaran la
maquinaria. Ello trajo represión, batallas legales y desalojos policiales.
Pero obtuvieron el apoyo de las asambleas barriales, del MTD (Mov. Traba.
Desocupados), de los vecinos y consiguieron quedarse. A partir de ahí
organizaron la producción de forma autogestionada, buscaron apoyo técnico y
han logrado demostrar que "es posible" otra manera de producir.
La lucha por la tierra
Otro de los movimientos que se están consolidando son las organizaciones
campesinas e indígenas que luchan por conservar sus tierras, ocupar las que
les fueron arrebatadas y conseguir servicios mínimos sociales: salud,
educación, insumos. De entre ellos, los más importantes son el movimiento
de los Mapuches y el MOCASE (Movimiento Campesino de Santiago del Estero),
MAPUCHES
En la Patagonia, el pueblo mapuche, el gran desheredado, perseguido y
silenciado pueblo originario, está sufriendo una nueva ofensiva destinada a
despojarles de las pocas tierras en las que malviven, por parte del
gobierno y las multinacionales. La Patagonia es una de las zonas más ricas
en recursos naturales y los mapuches se enfrentan a las petroleras, a los
grandes terratenientes, a las multinacionales mineras y a una total
desprotección por parte del Estado.
A fines de la década del '80 y principios de la del '90 comenzó en la
Puelmapu, un proceso de recuperación territorial. Un proceso que no sólo
se da al interior del Pueblo Puelche-Mapuche sino que se enmarca dentro de
otro que engloba a todos los Pueblos Originarios del continente.
La afirmación de la identidad y del derecho mapuche por parte de
algunas organizaciones urbanas y rurales estimuló la reconstitución de
buena parte de las comunidades mapuches existentes en la norpatagonia, 46
en la provincia de Neuquén y 20 en la de Río Negro, que agrupan a alrededor
de 11.000 personas.
Este 'florecer' muchas veces se da en el marco de conflictos. Por
ejemplo la comunidad Kaxipayñ (en Loma de la Lata) demandó el
reconocimiento estatal en medio del enfrentamiento con la petrolera Repsol
YPF; lo mismo sucedió con las comunidades Gelay Ko (en Zapala) y Logko
Purran (en Cutral Co) que enfrentan a otras petroleras Alberta S.A. y
Pioneer S.A., respectivamente. Esta estrategia – a la que apelan los
mapuches para contar con una serie de instrumentos legales con los que
enfrentar a corporaciones, terratenientes y al mismo Estado – en la mayoría
de los casos es acompañada por un movimiento reculturante. Es decir, junto
a la demanda territorial algunas comunidades comienzan a recuperar tanto
sus prácticas comunitarias cotidianas como sus ceremonias: su cultura.
Si bien este proceso de recuperación territorial fue acompañado por un
reconocimiento formal de los derechos de los pueblos originarios por el
Estado, como siempre la legislación está condicionada a los intereses de
los sectores de poder. Esta negación estatal se profundiza aún más con la
crisis económica que atraviesa la Argentina. Al avance de los
terratenientes y las corporaciones transnacionales sobre el Wajmapu, que se
acentuó en las últimas décadas, se suma la posibilidad de que en los
próximos meses el Estado – nacional y provincial – comience a vender
'tierras fiscales' para generar recursos y paliar dicha crisis. 'Tierras
fiscales' que en muchos casos son comunidades mapuches sistemáricamente
desconocidas por el Estado (5)
EL MOCASE
En el Norte, en la provincia de Santiago del Estero, otro importante
movimiento está tomando fuerza. El MOCASE (Movimiento Campesino de
Santiago del Estero): nacido en 1990 agrupa a 8.500 familias campesinas, de
descendencia indígena, que se organizan con el objetivo de defender sus
tierras ante los constantes allanamientos por parte de los terratenientes.
"Venían y decían que eran los dueños. Nosotros vivimos desde siempre en
estas tierras, pero no tenemos papeles" , cuenta Lucía, campesina de la
comunidad de Rincón de Saladillo, delante de un fuego con una olla en donde
nos espera la comunidad entera, en medio de la "nada" más absoluta del Gran
Chaco Argentino.
En esta provincia, feudo particular del Gobernador Juárez, viven
14.000 familias, el 65 % son indígenas y ocupan el 14 % de las peores
tierras. La propiedad colectiva de la tierra, la vida comunitaria, la
protección de lo que queda del monte (arrasado a finales del siglo XIX por
las madereras belgas que cortaron miles de "quebrachos colorados" para
hacer los travesaños de los ferrocarriles europeos), son el objetivo de la
organización. Beben del ejemplo del MST del Brasil, a la que llaman
organización hermana y reclaman la construcción de una "sociedad
diferente". (6)
Aprendieron de la organización que tienen derecho a la tierra (la ley
reconoce el derecho de posesión cuando han vivido más de 20 años en ella) y
con la organización ganaron fuerza para oponerse a las excavadoras que
allanan sus moradas. El último proyecto es la construcción de una
Universidad campesina, que esta ya en marcha, en unos galpones auto-
construídos (con ayuda de jóvenes catalanes de diferentes ONGs) y que
pretende ser el punto de encuentro, dinamización y formación, en la lucha
por la tierra.
Y, avanzando en esta nueva construcción, han empezado a tender puentes con
organizaciones urbanas, con las que comparten planteamientos organizativos
y políticos, sobre todo con MTD, para ir construyendo nuevas alternativas,
tanto económicas (de intercambio de productos) como ideológicas.
Las dos izquierdas. Antagónicas o complementarias?
Después de hablar con piqueteros, desocupados, campesinos, jóvenes, líderes
comunistas, sindicalistas, intelectuales, políticos, mujeres, indígenas...
se llega a la conclusión que, a lo largo y a lo ancho de todo este gran
entramado de organizaciones y luchas, se debaten dos grandes concepciones
políticas que atraviesan todos los movimientos. Más allá de los matices,
dos grandes planteamientos están sobre la mesa, en las luchas concretas y
en los postulados teóricos: los de la izquierda política tradicional y los
de los nuevos movimientos sociales.
La izquierda partidaria, comunista, troskista y socialista, con poca o nula
presencia institucional, y la CTA (Central de Trabajadores de Argentina),
fueron desbordados por los primeros acontecimientos y las luchas que se
conformaron más allá de su liderazgo. La propia dinámica del movimiento
forzó a esta izquierda a desplazar sus planteamientos, más electoralistas
que movimentistas, y volcarse en las distintas luchas. Con la crisis y el
auge de las movilizaciones, el protagonismo de esta izquierda creció
asombrosamente: "la CTA pudo hacer un paro por sí misma por primera vez
este año, después de 10 años de existencia", cuenta Julio Gambina,
dirigente de ATTAC y de la CTA, y "eterno candidato" del PC. Y junto con
su protagonismo, aumentó también la disputa sobre quien va a "liderar" este
"auge revolucionario" que, según algunos, se avecina.
Para estos grupos, las movilizaciones (incluidos los cortes de ruta de los
piqueteros) son una forma de acumular fuerza para la mejor negociación con
las instituciones gubernamentales (Planes de Trabajo, subsidios, reformas,
etc.) y para futuras elecciones. Para muchos se trata de forzar una nueva
Asamblea Constituyente, después que se "hayan ido todos" y convocar unas
nuevas elecciones en las que la izquierda pudiera tener la suficiente
fuerza para gobernar e implementar sus propuestas para salir de la crisis:
suspensión del pago de la deuda externa, nacionalización de la banca,
eliminación de la evasión y reformulación del sistema impositivo, reparto
del trabajo sin reducción de salario, seguro de empleo y formación,
recuperación de los servicios públicos y gestión democrática de los mismos,
etc. (7)
Dentro de ello se manejan distintas posibilidades, un gran Frente Popular
con la participación de grupos políticos y movimientos sociales, la
construcción de un nuevo partido de la izquierda, al estilo del PT
brasileño, quizás a partir de la reconversión de la CTA y la inclusión de
grupos y movimientos. En todo caso, el planteamiento parte del esquema
clásico: acumulación de fuerzas, toma del poder y cambios desde el Estado.
Frente a ello, otro discurso, otra práctica y otro planteamiento teórico,
más o menos elaborado, está emergiendo y tomando fuerza. Para algunas de
las organizaciones, sobre todo una parte de los piqueteros (el MTD), el
MOCASE y un sinfín de pequeños grupos locales, barriales y muchos/as
militantes sociales, lo importante no es la toma del poder, sino la
construcción desde abajo de formas alternativas de organización, de
relación y de vida. "Nosotros no le disputamos el espacio a nadie, ni
queremos ser vanguardia de nadie. Vamos construyendo porque hay una
realidad que hay que cambiar" (8)
A todos ellos les une el rechazo a la política institucional, el rechazo a
"ser representados" por un grupo o un partido político, el rechazo a la
organización vertical, la desconfianza a que "desde arriba" vayan a cambiar
las cosas: "Nosotros estamos por el cambio social, pero vamos viendo que
este cambio no será la obra de un partido, ni de una alianza de
organizaciones con una propuesta que se va a poner allí arriba; también
vemos que no habrá un sólo método, sino miles de formas sociales" (9)
Frente a ello plantean la organización asamblearia, la coordinación entre
distintos grupos, la acción directa y la construcción de formas
alternativas, de producción, de intercambio y de relaciones sociales.
Resistencia, insubordinación, rebeldía, autogestión, participación,
contrapoder, solidaridad, lucha, educación popular, autonomía... son
algunos de los conceptos que siempre están presentes.
Frente al "revolucionario", descrito en palabras del Subcomandante
Marcos como el que lucha por el poder con una idea de la futura sociedad en
su cabeza, se proclaman "rebeldes sociales" que son los que alimentan
diariamente la rebelión en sus propias circunstancias, desde abajo,
resistiéndose a subordinar sus luchas a las conveniencias coyunturales de
tal o cual grupo o partido. "Nosotros decimos: desde abajo, sin
plantearnos la toma del poder, vamos luchando. Nosotros estamos abajo y no
queremos salir de ahí, queremos seguir estando en la base, siempre vamos a
ser rebeldes" (10)
Se trata de "hacer camino al andar", de partir de la base que no hay
caminos previamente trazados ni modelos a aplicar, ni una vanguardia
revolucionaria que va a solucionar todo. Esto implica una permanente
creación de nuevas formas de organización, de pensamiento y de vida, a
partir de las experiencias concretas, transformando, desde abajo, la
sociedad. "Incluso si viniera un poder popular, como hubo en Chile... la
organización lo apoyaría pero no por eso debería desorganizarse, al
contrario, las organizaciones deberían ser la mejor garantía para que este
gobierno continuara siendo popular", cuenta un militante de MOCASE.
¿Se trata, realmente, de dos visiones antagónicas?, o ¿son las dos caras de
la misma moneda?. ¿Son, realmente, dos caminos divergentes, antagónicos? O
simplemente ¿dos maneras de abordar la misma cuestión?. Es cierto que las
mutuas descalificaciones abundan y que por parte de los llamados "nuevos
movimientos sociales" hay una percepción de que la línea "tradicional" ha
fracasado y que hay que buscar nuevas formas de cambio social que no sea a
través de partidos políticos y sindicatos organizados. Pero también es
cierto que, por más que avancen los movimientos sociales, terminan
encontrándose con el techo del poder.
En todo caso se trata, seguramente, de poder llegar a una situación
complementaria pero sin dependencias: los partidos políticos de izquierdas
y los sindicatos deberían abandonar las "viejas prácticas" de utilizar en
provecho propio a los movimientos sociales, de no tratar de coaptarlos, de
domesticarlos ni de encuadrarlos dentro de su organización, sino de
respetar sus propias dinámicas y entender que son imprescindibles para una
revitalización de la sociedad y aceptar su papel de "rebeldes constantes,
de garantes de una política realmente de izquierdas. Sin una movilización
importante de la sociedad, está ya comprobado que los partidos de izquierda
no tendrán nunca el poder necesario para transformar realmente la sociedad.
Quizás no se trata de que desaparezcan, pero sí de que se transformen en
"portavoces" institucionales de las luchas sociales, escuchando sus
demandas en vez de imponer sus propuestas, poniéndose "a su servicio" y no
al revés.
CONCLUSIONES
Si bien no parece cierto que la revolución "está a la vuelta de la
esquina", como proclamaban algunos izquierdistas entusiasmados con las
nuevas movilizaciones, sí es cierto que, ante la gran crisis, está
emergiendo una nueva manera de hacer política que está atravesando
distintas organizaciones y que plantea nuevos retos.
Las organizaciones tradicionales de la izquierda, partidos y sindicatos,
que venían dedicando sus esfuerzos en participar en las instituciones y
salvaguardar sus espacios de poder, han sido sobrepasados por unos
emergentes movimientos sociales que han sido capaces de responder con
contundencia a la crisis, que han derribado gobiernos y que han aportado
nuevas soluciones y nuevas formas de organización.
También es cierto, que si bien en muchos de estos nuevos movimientos hay un
claro sentimiento contra los partidos y sindicatos, por otro lado la
participación en ellos de militantes y ex-militantes de la izquierda
tradicional ha sido y es fundamental. Igual que lo está siendo la
participación de personas ligadas a la iglesia progresista y a algunas ONGs
consecuentes.
Lo novedoso de todo este entramado social de organizaciones y luchas reside
en algunas características que, curiosamente concuerdan en sus formas y en
sus planteamientos teóricos con los movimientos antiglobalización que han
emergido en nuestro país y en todos los países del Norte, y por otro lado,
se "inspiran" en los discursos del Subcomandante Marcos y toman como punto
de referencia las prácticas de uno de los movimientos campesinos más
importantes de América Latina: el MST de Brasil. Todo ello se puede
resumir en:
1. La solución, aquí y ahora, de los problemas concretos al margen, y
de forma paralela, del sistema económico oficial. Sea ocupando
tierras, sea produciendo en cooperativas, sea ocupando viviendas,
organizando la educación popular, etc.
2. La organización asamblearia, horizontal y la toma de decisiones a
partir de la participación, recuperando, de facto, la verdadera
dimensión de la democracia.
3. El distanciamiento, por el momento, de discusiones acerca del
poder y la voluntad explícita de no participar en el juego
electoral, revalorizando el papel de la organización y
movilización social como imprescindible para todo cambio social.
4. La acción directa como forma de lucha, entendida no como
violencia, sino como forma de desobediencia, insumisión, y, en
todo caso, como autodefensa.
5. La organización como forma de politización, la lucha como forma de
educación y la acción, por encima del discurso, como forma de
incluir cada vez a más sectores y extender la lucha.
En definitiva, queda mucho camino por recorrer, pero esta "Otra Argentina
posible" la están empezando a construir los miles de hombres y mujeres,
jóvenes y viejos, que luchando, están enfrentando la mayor crisis del
neoliberalismo globalizado.
* Rosa Cañadell, Psicóloga/Antropóloga, Miembro de E.U.i A y del Comité de
Apoyo al MST de Barcelona
NOTAS:
(1) Xavier Febrés: Indagaciones de Buenos Aires". Plaza y Janés 2002
(2) Clarín, 1 setiembre 2002
(3) Clarín, 4 setiembre 2002
(4) Dafne Sabanes Plou: "Ante la crisis, otra economía es posible" . Servicio informativo Alai-almantina. 16 setiembre 2002
(5) Hernan Scandizzo: "La senda mapuche". Artículo. Agosto 2002
(6) Colectivo SITUACIONES: "Movimiento campesino de Santiago del Estero". Buenos Aires, 20 junio 2001
(7) Economistas de Izquierda: "Propuestas socialistas para superar la crisis nacional". Cuadernos del Sur-Herramientas-Periferias. Buenos Aires 2002
(8) Colectivo SITUACIONES: "MTD Solano". Buenos Aires, diciembre 2001
(9) Ibid
(10) Ibid
(2) Clarín, 1 setiembre 2002
(3) Clarín, 4 setiembre 2002
(4) Dafne Sabanes Plou: "Ante la crisis, otra economía es posible" . Servicio informativo Alai-almantina. 16 setiembre 2002
(5) Hernan Scandizzo: "La senda mapuche". Artículo. Agosto 2002
(6) Colectivo SITUACIONES: "Movimiento campesino de Santiago del Estero". Buenos Aires, 20 junio 2001
(7) Economistas de Izquierda: "Propuestas socialistas para superar la crisis nacional". Cuadernos del Sur-Herramientas-Periferias. Buenos Aires 2002
(8) Colectivo SITUACIONES: "MTD Solano". Buenos Aires, diciembre 2001
(9) Ibid
(10) Ibid
https://www.alainet.org/fr/node/106489?language=es
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