La violencia del amor de San Romero de Las Américas

24/03/2010
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Jamás hemos predicado violencia.  Solamente la violencia del amor,
la que dejó a Cristo clavado en una cruz,  la que se hace cada
uno para vencer sus egoísmos  y para que no haya desigualdades  
tan crueles entre nosotros.  Esa violencia no es la de la espada,  la del odio.
es la violencia del amor,  la de la fraternidad,  la que quiere convertir
las armas  en hoces para el trabajo.
San Romero de Las Américas
 
Introducción:
 
En este 30 aniversario de la resurrección de Monseñor Oscar Arnulfo Romero en nuestro San Romero de Las Américas, y como ejercicio de Cuaresma, me gustaría poder reflexionar sobre su postulado teológico sobre la violencia del amor.
 
Primeramente lo que pretendo con esta reflexión es poder tener una idea mucho más clara sobre lo que San Romero entendió que es violencia. Y luego, identificar,  30 años después de su martirio, el como poder entender la aplicabilidad  de esta violencia del amor a nuestras luchas del diario vivir. Esta última fase me ayudará a visualizar la acción profética de San Romero aquí en la ciudad de Nueva York, en el año 2010.  
 
¿Qué es violencia?
 
Permítanme comenzar por aclarar este fenómeno de violencia el cual me parece necesario. En la conceptualización de la violencia es necesario el poder tener un enfoque de intervención e investigación que parta del postulado que no es posible explicar la violencia personal o interpersonal sin un claro entendimiento de su relación con la violencia institucional y la violencia cultural-estructural. De aquí que todo proceso de intervención debe de tomar en consideración la experiencia de la concienciación a través de la cual se pueda reconocer la necesidad de no solo cambiar las conductas personales e interpersonales de violencia, sino también cambiar las instituciones, estructuras y aspectos culturales de opresión y exclusión de la sociedad.
 
En otras palabras, lo que se debe de perseguir es el poder deslegitimar la dimensión ideológica de la violencia. De aquí el que Ignacio Martín-Baró (cura jesuita asesinado por los escuadrones de la muerte en el Salvador) nos dijera que es necesario el poder entender que la violencia tiene un carácter histórico y por consiguiente es imposible entenderla fuera del contexto social en que se produce.
 
Ahora bien, ¿por qué es que cuando hablamos de violencia lo primero que tiende a venir a nuestras mentes es el encuentro físico entre dos personas? Por ejemplo, el hambre es una expresión de violencia institucional por omisión. ¿En qué academia de la policía se les entrena para arrestar a quienes producen el hambre en nuestra sociedad? ¿Quién acusa a un gobierno de producir hambre a su ciudadanía? Esta realidad de violencia institucionalizada o cultural estructural tiende a ser invisible en nuestras sociedades capitalistas. Por supuesto, también se hace necesario el que podamos incluir en nuestro análisis crítico la manera en que el Banco Mundial, el G-8, Fondo Monetario Internacional, la Organización Mundial del Trabajo, Tratado de Libre Comercio, y otras entidades fueron creadas para defender, promover y proteger las políticas capitalistas neoliberales, a través de la violencia institucional.
 
Asimismo esta realidad demuestra que Estados Unidos sigue siendo el país industrializado que más dinero invierte en asuntos de guerras y a la vez el que menos invierte en el desarrollo humano.  De nuevo, hablar de violencia y limitarla solo al ámbito personal/interpersonal y no incluir la violencia institucional, sobre todo, el facilitar información para que el pueblo entienda que Dios no es responsable de este tipo de crimen, sino más bien las políticas neoliberales y de exclusión social, es contribuir a los procesos violentos.
 
¿Qué es la violencia del amor para San Romero?
 
Me parece necesario el poder desarrollar un fundamento Bíblico para que podamos entender lo que San Romero nos quiso decir con la violencia del amor, porque la misma aunque no recurre a la violencia antes definida, tiene la capacidad dialéctica que con sus prácticas solidarias del amor siempre atrae hacia sí misma la violencia que proviene de los grupos de poder. 
 
Por ejemplo, el paradigma de liberación del hermano y compañero Jesús, ese que San Romero imitó y que sirve de inspiración para el modelo de violencia del amor, nos demuestra que en nuestro ministerio es sumamente importante el que aprendamos a denunciar el pecado, o sea, lo que contamina a los/as seres humanos/as. Esto está muy claro en la narrativa del Evangelio de  Marcos (7:145-23) cuando Jesús les habla de la verdadera pureza y lo que está en nuestros corazones que se convierten en acciones opresoras. Ante esta realidad es que Jesús recurre a una expresión solidaria sumamente radical: denunciar. Es este tipo de denuncia lo que e última instancia le traerá muchos problemas con la clase dominante: religiosa, política y social. En la narrativa del Buen Samaritano en el Evangelio de Lucas (10:25-37) Jesús denuncia la religión que no es respaldada con acciones solidarias tildándola de hipócrita. En el Evangelio de Lucas (11:46) denuncia al liderato religioso de ponerle cargas injustas al pueblo, y asimismo denuncia a los gobiernos corruptos y tiránicos en el Evangelio de Mateo (20:25). Y por supuesto, la denuncia contra la gente rica siempre estuvo presente y lo podemos apreciar en el Evangelio de Marcos (10:21-23). Jesus llevó a cabo un ministerio de denuncias, rompió el silencio y no se pactó con quienes oprimían, colonizaban y explotaban al pueblo.
 
Es importante que tengamos claro que este tipo de acción de denunciar lo que está mal no tiene ningún elemento de violencia sino más bien de solidaridad radical. Lo que en verdad desata la violencia hacia Jesús es que se convirtió en un enemigo del poder que las estructuras e instituciones sociales, militares, políticas y religiosas estaban representando. Este fue asimismo el ministerio de nuestro San Romero en sus prédicas y escritos. Véalo de esta manera, una vez una/o se emprende en esta tarea profética de denuncias, comienza a crear arrepentimientos y cambios significativos. Pero por desgracia a la misma vez se comienza a crear un resentimiento por parte de aquellas personas y/o instituciones de poder que ven que este tipo de denuncia les puede afectar sus beneficios.
 
En el caso de Jesús las denuncias contra la opresión y exclusión dejaron como resultado el que se le persiguieran (Lucas 6:11); le arrestaran (Marcos 14:46); levantaran falsos testimonios contra él (Marcos 14:57); le traicionaran (Marcos 14:66-72); le torturaran (Marcos 14:65; 15:16-19); y le llevaran al martirio (Marcos 15:37). San Romero vivió en su viacrucis asimismo cada una de etas experiencias hasta llegar al martirio.
 
¿Cuáles son los componentes de esta violencia del amor de acuerdo a San Romero?
 
San Romero en su ministerio de la violencia del amor dejó claro que la denuncia constante es un componente de este paradigma profético. ¿Qué se denuncia? Por aquí les comparto algunas de ellas: Denunciar al capitalismo: No usemos, queridos/as capitalistas, la idolatría del dinero, el poder del dinero para explotar a la gente más pobre. (Homilía 25 de marzo de 1979/VI 230). Denunciar la idolatría: Es necesaria una reestructuración de nuestro sistema económico y social, porque no se puede estar absolutizando esa idolatría de la propiedad privada que es francamente un paganismo. El cristianismo no puede admitir una propiedad privada absoluta. (Homilía, 30 de septiembre de 1979/VII 310). Denunciar las falsas democracias: ¿Qué democracia es ésta donde la justicia es sometida a las armas? (Homilía, 5 de noviembre de 1978/V 284). Denunciar la hipocresía: No me agrada tu plegaria si arranca de un corazón de rencor. No me reces, no me ofrezcas misas si vienes con injusticias, tus manos manchadas de odio, de violencia. Misericordia quiero.(Homilía, 11 de junio de 1978/V 34). Denunciar a los medios de desinformación masiva: Es lástima, hermanos y hermanas, que en estas cosas tan graves de nuestro pueblo se quiera engañar al pueblo. Es lástima tener unos medios de comunicación tan vendidos a las situaciones. Es lástima no poder confiar en la noticia del periódico o de la televisión o de la radio porque todo está comprado, está amañado y no se dice la verdad. (Homilía, 2 de abril de 1978/IV 129-130). Denunciar las misas (cultos de adoración) que se acompañan de acciones malignas: Una religión de misa dominical pero de semanas injustas no gusta a Dios. Una religión de mucho rezo pero con hipocresías en el corazón no es cristiana. (Homilía, 4 de diciembre de 1977/III 25). Simplemente en este componente de la violencia del amor San Romero nos está pidiendo que: cada uno/a de nosotros/as tiene que ser devota/o enardecido/a de la justicia, de los derechos humanos, de la libertad, de la igualdad, pero mirándolos a la luz de la fe. (Homilía, 5 de marzo de 1978/III 189)
 
Otro componente sumamente importante en esta violencia del amor lo sigue siendo el que como personas y como Iglesias siempre encontremos una manera de acompañar al pueblo en su proceso de liberación.  Si miramos la vida de San Romero y hacemos un retorno al 11 de noviembre de 1979 nos daremos cuenta que este fue el momento crucial -solo cuatro meses antes de su martirio- cuando él le dijo al pueblo Salvadoreño en particular y al resto del mundo en general: quiero asegurarles a ustedes, y les pido oraciones para ser fiel a esta promesa, que no abandonaré a mi pueblo, sino que correré con él todos los riesgos que mi ministerio me exige.  (Homilía, 11 de noviembre de 1979/VII 432). Qué bueno es cuando podemos decirle al pueblo que jamás le abandonaremos y que no le traicionaremos.
 
Otro componente lo es la persecución.  San Romero nos dice: La persecución es una nota característica de la autenticidad de la Iglesia. Que una Iglesia que no sufre persecución, sino que está disfrutando de los privilegios y el apoyo de las cosas de la tierra, tengan miedo, no es la verdadera Iglesia de Jesucristo (Homilía, 11 de marzo de 1979/VI 190). Pero a la misma vez San Romero nos dice que es importante el que constantemente estemos evaluando a nuestras amistades y enemigos/as, lo cual en última instancia es una manera de poder verificar nuestras acciones de justicia, o sea, cuan auténticos/as somos. Por eso nos dice: Hermanos/as, ¿quieren saber si su cristianismo es auténtico? Aquí está la piedra de toque: ¿con quiénes están bien? ¿quiénes te critican? ¿quiénes no te admiten? ¿quiénes te halagan?... (Homilía, 13 de noviembre de 1977/I-II 323).
 
La capacidad de ser humanistas, entendiendo por esto el compromiso que debemos de tener en ser personas humanitarias, o sea,  que demostremos un compromiso por la seguridad y bienestar del ser humano. Entre otras cosas que podamos comprender que no existe ninguna discrepancia entre bienestar social, político y económico y la seguridad humana. Es por esto que nos dice: Antes de ser un/a cristiano tenemos que ser muy humanos. (Homilía, 31 de diciembre de 1978/VI 82). Esto es un reto radical para quienes se han enganchado en una teología deshonesta de olvidarse de sus hermanas y hermanos porque lo más importante, dicen esta gente, es mantener una relación con Dios. Queda al descubierto con este componente, por un lado que no es posible establecer una relación con nuestra Diosa fuera de la relación que podamos mantener con nuestras/os hermanos y hermanas. Y por otro lado, señala lo erróneo de algunas teologías de la santidad de tratar de entender la espiritualidad como una experiencia del despegue de lo terrenal. Otra manera de verlo es cuando San Romero nos dice: El cristianismo no viene a quitarnos nada de lo humano. (Homilía, 8 de octubre de 1978/V 231).
 
San Romero nos dice que el amor de Jesús por el pueblo lo llevó a la cruz, por lo tanto dejando claro que el martirio es otro de estos componentes a los cuales se enfrenta quienes desarrollan un ministerio profético de denunciar las injusticias y de acompañar al pueblo. Él nos dice: Quien se compromete con las gentes pobres tiene que correr el mismo destino de las gentes pobres. Y en El Salvador ya sabemos lo que significa el destino de la gentes pobres: ser desaparecidos/as, ser torturados/as, ser capturados/as, aparecer cadáveres (Homilía, 17 de febrero de 1989/VIII 240). Definitivamente, aquel 24 de marzo de 1980 demostró esta realidad, pero luego aprendimos, tal y como nos lo sigue cantando Alí Primera (revolucionario y cantautor venezolano): Quienes  mueren por la vida no pueden llamarse muertos…y a partir de este momento es prohibido llorarles.
 
Conclusión:
 
A manera de conclusión permítanme decir que no tengo la menor duda, sobre todo en este 30 aniversario del martirio de nuestro San Romero de Las Américas, que ya él resucitó en las luchas del pueblo salvadoreño y en todas las luchas de los pueblos que buscan su liberación. Por lo tanto, su presencia está diariamente en las luchas que encarnamos sean estas cuando luchamos por una amnistía general para el pueblo inmigrante o el que cesen las guerras genocidas y terroristas contra los pueblos de Iraq, Afganistán y Palestina, por solo mencionar tres. 
 
Pero también San Romero debe de estar presente en las luchas de liberación que realizamos diariamente contra el racismo, sexismo, heterosexismo, clasismo, etc. De la misma forma es real su presencia en nuestra lucha por erradicar el VIH/SIDA, lograr mejores servicios educativos y de salud. Que no se nos olvide, es nuestro deber de acompañar al pueblo y si por alguna razón la calumnia, el rechazo, el arresto, el encarcelamiento, la tortura o el martirio llegan como resultado de luchar por la paz con justicia -tal y como le sucedió a San Romero- vamos a darle la bienvenida. Ojalá que ese pequeño sacrificio personal adelante la liberación del pueblo. Salgamos en el día de hoy a violentar a este mundo con el amor hasta que lo saturemos. En última instancia el amor solidario es el sacramento más importante y el mismo nos corrobora que ¡San Romero vive, la lucha sigue! Esto es exactamente lo que la narrativa del Evangelio de Lucas (15, 1-3. 11-32) para este 4to. Domingo de cuaresma no está diciendo: Pero esa razón que le celebráramos y nos alegráramos, porque este tu hermano estaba muerto y ha revivido…
 
- Padre Luis Barrios, Iglesia de Santa María, New York, New York
https://www.alainet.org/fr/node/140250
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