La economía sí es política
05/09/2011
- Opinión
Para quienes dudan que la economía es política, basta recordar el incidente presupuestal en Estados Unidos, escenificado entre los ultramontanos del Tea Party y el presidente Barack Obama, que enloqueció a los mercados financieros. Otro botón de muestra es el desafío planteado a Washington por la desprestigiada, pero poderosa calificadora de riesgos Standard & Poor’s, que degradó la deuda estadounidense. Su fallido objetivo había sido elevar las muy bajas tasas de interés, que han abatido las ganancias de los especuladores y de los inversionistas del mercado de dinero. Tan grave es el asunto, que el Mellon Bank de Nueva York ha decidido cobrar intereses a sus clientes por los depósitos, en vez de pagarles réditos. La evidencia manifiesta que la economía refleja la lucha legítima de intereses entre todos sus participantes. Entonces, la economía sí es política, fruto de acuerdos y convenciones, y no una ciencia más allá del bien y el mal.
Y como toda acción humana, en la economía política hay un proceso de aprendizaje mediante la experiencia, que sugiere qué debe hacerse y hasta qué grado. Así, por ejemplo, la historia nos enseña, después de la trágica experiencia alemana previa a la Segunda Guerra Mundial –durante la República de Weimar–, que la emisión excesiva de papel dinero provoca hiperinflación y ruina. Hoy, como entonces, los países ricos, particularmente Estados Unidos, han abusado de la impresión de papel moneda. Durante la gran recesión, que irrumpió en 2008, se recurrió a la emisión de dinero y al rescate de los especuladores. El resultado fue evitar un colapso financiero a un costo excesivo, pues se salvó a dichos especuladores y no al consumidor ni a las pymes. Estamos en el peor de los mundos: alto desempleo, parálisis del crédito, de la inversión y el consumo, así como excesiva creación de papel moneda y enorme deuda pública.
Cuando los mercados se deprimen, las corporaciones dejan de invertir, pese a que ahora sus arcas están colmadas de efectivo. Por su lado, los gobiernos de los países ricos tienen escaso margen para reactivar la economía mediante la deuda pública y emisión de dinero. Estamos entrampados. ¿Qué hacer? ¿Debemos esperar que el diluvio nos arrase para lavar nuestros pecados? ¿Es hora de recortar la deuda, los déficit públicos y retirar el dinero de circulación? Si ésta es la elección, suben las posibilidades de depresión e hiperinflación: si se paraliza la producción, el exceso de dinero va a encarecer a unos bienes escasos.
La salida es política: gravar a las grandes fortunas para invertir su exceso de liquidez, no emitir dinero ni endeudarse más, pero aplazar la austeridad fiscal y la contracción monetaria.
Fuente: Forum en línea
https://www.alainet.org/fr/node/152350
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