Desigualdad y depredación van de la mano
21/10/2012
- Opinión
El consumismo es fuente de desigualdad y depredación. Así como la necesidad de mantener un alto estatus social (entendido como el que “más y mejores” propiedades posee) origina estrés y propicia violencia, también induce al consumismo para supuestamente mantener al hombre en la cúspide de la pirámide y del reconocimiento social: a mayor consumo mayor autoafirmación del yo y, por tanto, valía. Esta escala de valores, que es la esencia del capitalismo, ha gangrenado nuestra alma: consumir y desechar para mantener la producción (por ello la ideología de moda habla de consumidores y no de ciudadanos). Crecer “hasta el infinito” aunque ese crecimiento genere cada vez menos empleos y ciertamente más y más precarios; crecimiento que garantiza el desastre y condena a la humanidad por abusar de todos los recursos naturales.
El Club de Roma planteaba en los años 70 que en algún momento de la historia de la humanidad el paradigma del crecimiento, vía consumo sin límite, sería insostenible y que causaría grandes trastornos políticos y sociales. La pregunta clave que hacía es: ¿cómo mantener la democracia si la economía deja de crecer y, por tanto, comienza la destrucción de empleos?
Hoy, el consumismo comprometió la sustentabilidad económica, y ya rompió el vínculo entre crecimiento y empleo, que hacía tolerable la creciente desigualdad –y que estimuló la pirámide de deudas y la escalada especulativa. Por eso voces tan serias y autorizadas, como la del eminente sociólogo estadunidense Immanuel Wallerstein, prevén una gran dislocación social en Estados Unidos.
El crecimiento ya no genera bienestar y amenaza a la democracia y a la sustentabilidad. ¿Qué falló? El quid es la desigualdad. Cuando las necesidades básicas están satisfechas veneramos las posesiones; de ahí el arrebato consumista. “Como miembros de sociedades desiguales e individualistas –sostienen Wilkison y Pickett en Desigualdad. Un análisis de la infelicidad colectiva–, usamos las posesiones para proyectar una buena imagen, para dar una impresión favorable y para no parecer incompetentes... El consumismo demuestra hasta qué punto los otros condicionan nuestra personalidad... En un mundo ideal, nuestras opiniones sobre los demás surgirían de la interacción cara a cara en el transcurso de la vida comunitaria, y no de las apariencias…”
Los límites del consumo-crecimiento-empleo imponen revalorizar la igualdad para evadir la trampa del consumismo y el colapso democrático; y urge a forjar una escala de valores que privilegie la vida comunitaria, la templanza y libertad personal, en contraposición a la libertad del capital.
Fuente: Forum en línea
https://www.alainet.org/fr/node/162016
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