Continúa la matanza de inocentes en Levante
07/04/2002
- Opinión
Acababa de cruzar el puente norte de Israel, sobre el río Jordán, para
hacer una breve visita a Ammán, cuando el conductor del automóvil en
que iba viró a la derecha, junto a un grupo de soldados, y tomó por una
vereda que corría al lado de un canal. "Tenemos que evitar el primer
pueblo", dijo sin agregar mayor comentario. Unos minutos después me di
cuenta por qué.
Sobre el camino principal se elevaban columnas de humo de unas llantas
a las que habían prendido fuego, y multitud de jóvenes jordanos
detenían automóviles. "Lanzan piedras a los extranjeros y buscan
israelíes", me dijo el conductor. Y era cierto. Durante dos horas vi
mucho humo negro elevarse sobre Ammán mientras más y más manifestantes
expresaban a gritos su odio a Estados Unidos e Israel.
Y eso que ésta es, recuerdo, la amigable y pro occidental Jordania,
cuyo rey conmueve hasta las lágrimas al Parlamento británico, cuyo
tratado de paz con Israel se ha elogiado -en forma absurda, por
supuesto- como el inicio de una bonanza económica, una nueva libertad y
seguridad para una nación cuya población está formada por palestinos en
más de 50 por ciento.
En todo el mundo árabe, los dictadores locales reprimen la rabia del
pueblo. En Jordania puede uno incluso encontrar personas que no sólo
preguntan por qué el fallecido rey Hussein firmó un tratado de paz con
Israel, sino algo más: qué se propone su hijo, el rey Abdullah. No es
extraño que los dirigentes árabes hayan dicho el mes pasado al
vicepresidente estadounidense Dick Cheney que debe olvidarse de la
épica cinematográfica que Estados Unidos está anunciando para Irak y
concentrarse en la guerra israelí-palestina. Días valiosos se
perdieron mientras Cheney recorría la región en un intento desesperado
de buscar apoyo árabe y mundial para un ataque a Irak. Y, como tan a
menudo ocurre en estos días, por increíble que parezca, los árabes
tenían la razón en tanto los estadounidenses fantaseaban con su "eje
del mal".
Resistencia imprevista
Tal vez el único hombre que tiene tiempo ahora para tratar de entender
la lógica de este conflicto abrumador sea el líder palestino que está
preso en su derruido cuartel en Ramallah. La única característica que
Yasser Arafat tiene en común con el primer ministro israelí Ariel
Sharon -aparte de la edad avanzada y la decrepitud- es su perpetua
negativa a planear con anticipación. Lo que dice, hace y propone lo
decide sólo en el momento en que se ve obligado a actuar. Esto obedece
en parte a su antiguo adiestramiento guerrillero: si uno no sabe lo que
va a hacer mañana, es seguro que el enemigo tampoco. En contraste, el
ejército israelí alardea de sus ataques mucho antes de que ocurran, con
lo cual los palestinos -y, por supuesto, los periodistas- están
preparados para cuando los llevan a cabo.
Lo que el mundo ha atestiguado hasta ahora -y los palestinos se
percataron de ello desde el principio- es que los israelíes enfrentan
una resistencia que nunca esperaron. Los "pocos días" que necesitaban
para "arrancar el terror de raíz" tendrán ahora que extenderse, según
funcionarios israelíes, a un mes. El presidente George W. Bush
concedió a Sharon unos cuantos días para terminar su campaña contra los
palestinos -el aplazamiento de la misión "urgente" del secretario de
Estado a Medio Oriente- y todo el mundo sabe ahora que los
estadounidenses dan por sentado que Israel ponga fin a su asalto para
cuando Powell llegue a la región, en el curso de esta semana.
Así, la lógica militar es simple. Este fin de semana, el ejército
israelí tiene que aplastar a los palestinos al punto de la sumisión.
Sin embargo, de algún modo las fuerzas palestinas han logrado
sostenerse y siguen peleando. Si tienen éxito, y los israelíes se
repliegan sin haber conseguido someterlas, Sharon habrá sufrido una
amarga humillación. Si los israelíes no se retiran ante la exigencia
de Powell, aparecerá la primera fisura seria en la alianza Sharon-Bush.
Y en ese caso, Arafat ganará una vez más.
Entretanto, el ejército de Tel Aviv vuelve a demostrar -como en Líbano-
que no es la fuerza de "elite" de que tanto se habla. Es imposible
pasar por alto los muy difundidos informes de saqueos de hogares en
Ramallah (y no es la menor razón el hecho de que eso fue precisamente
lo que hicieron los soldados de Israel en Líbano en 1983), en tanto que
Avi Shalaim, ese valiente académico israelí, ha acusado a Israel de
ejecuciones extrajudiciales en Ramallah.
Observar a los israelíes en esa ciudad y en Belén la semana pasada fue
una experiencia perturbadora. Eran indisciplinados y disparaban como
milicianos; el grado de control de fuego (o más bien de falta de él)
ejercido por el soldado israelí promedio era casi el mismo que el del
gatillero palestino. Tres veces observé tanques israelíes atorarse tan
sin remedio en estrechos callejones, que sus tripulantes tuvieron que
salir de la cabina bajo el fuego, saltar a un lado del camino y guiar a
señas a los conductores para que pudieran dar marcha atrás.
Y, por supuesto, siguen muriendo inocentes. El campanero de Belén, la
doctora de Jenín, la chica de 14 años muerta por fuego de tanques en
Tubas, la madre e hijo asesinados por balas israelíes y dejados 30
horas en el suelo de su casa en Belén junto a sus deudos
sobrevivientes. Los periodistas y los pacifistas occidentales
desarmados que se cruzan en el camino del ejército israelí son baleados
o volados con granadas. Sería bueno saber qué piensan de eso las almas
gentiles para quienes la protesta pacífica, al estilo Gandhi, es la
forma de poner fin a la ocupación israelí.
¿Y qué hace el gobierno de Tel Aviv cuando las balas y granadas no
silencian a los periodistas? Bueno, la semana pasada amenazó con
emprender acciones judiciales contra las cadenas estadounidenses CNN y
NBC por no salir de las "zonas militares cerradas" en la franja
occidental. No importa que la ley de Israel carezca de legitimidad en
las zonas palestinas que ese país ocupa: el mundo acepta aún los
acuerdos de Oslo aunque Sharon los destruya, y la CNN y la NBC
mansamente se guardaron de hacer comentarios. ¿Qué ocurrió, se
pregunta uno, con ese gran principio de los periodistas estadounidenses
de oponerse a tolerar la censura?
Pero hay otra cuestión que el mundo ha olvidado con rapidez a raíz de
la invasión israelí. Si Tel Aviv fracasa en lo militar -como sin duda
ocurrirá-, ¿cómo se podrá detener entonces a los fanáticos bombarderos
suicidas? Cierto, ha habido una pausa después de las matanzas israelíes
del mes pasado. Pero incluso si los suicidas han sido sacados
temporalmente de equilibrio por la ofensiva israelí, Tel Aviv ha creado
mucho más "mártires" potenciales para la causa palestina en el baño de
sangre de la semana pasada.
Los invasores se niegan aún a aceptar la llegada de una fuerza
extranjera de protección -el sueño de todo palestino-, pero ha llegado
el momento de considerar el envío de tropas de la OTAN y Estados Unidos
para proteger tanto a israelíes como a palestinos. No se hablará de un
protectorado extranjero, pero en eso se convertirá Israel/Palestina,
una versión actualizada de aquel viejo e inútil mandato británico.
Mientras tanto, podemos estar seguros de que Washington seguirá armando
hasta los dientes a los israelíes. Hace poco menos de dos semanas, por
ejemplo, los estadounidenses sacaron de la línea de producción el
primer helicóptero Black Hawk S-70A-55 de transporte de tropas que será
vendido a Tel Aviv. Israel ha comprado 24 de esos nuevos aparatos con
un costo de 211 millones de dólares, la mayor parte de los cuales, por
supuesto, será pagada por Estados Unidos. El libro de navegación del
primero de los nuevos Black Hawks fue entregado al ministro israelí de
Defensa nada menos que por Alexander Haig, el ex secretario de Estado
que dio al entonces primer ministro Menahem Begin la luz verde para
invadir Líbano en 1982.
De manera que pronto veremos en los cielos del Medio Oriente, sobre las
ciudades de la franja occidental, una nueva generación del Black Hawk.
Curioso que nadie haya sabido antes una sola palabra al respecto.
Robert Fisk: The Independent
Traducción: Jorge Anaya
Traducción: Jorge Anaya
https://www.alainet.org/pt/node/105810?language=es
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