Hacia un nuevo cambio de paradigmas
19/01/2005
- Opinión
El proceso que se iniciara con la gran movilización de Seattle
contra la OMC(1), en 1999 y el primer Foro de Porto Alegre, no
tiene todavía un referente simbólico de la magnitud de la caída
del Muro de Berlín(2). Sin embargo, ha empezado a tener
similares impactos en el desarrollo de las ideas.
Las grandes rupturas teórico-políticas y epistemológicas en él
ámbito del pensamiento social están generalmente articuladas a
tres grandes procesos: mutaciones en el curso y sentido de la
historia, cambios cardinales en el terreno de las llamadas
ciencias naturales y/o tendencias internas de los saberes
sociales. No todas concurren con la misma intensidad y
causalidad y su temporalidad es distinta.
Dada la perspectiva del presente artículo, queremos referirnos a
las innovaciones teóricas que se están abriendo paso al calor de
los procesos gestados contra la globalización neoliberal y el
poder imperial.
1. El desvanecimiento del pensamiento crítico
En tanto los grandes cambios históricos abren el horizonte de
visibilidad social para la emergencia de un nuevo campo teórico,
su primera incidencia se manifiesta en la crítica del campo
teórico vigente, hoy referido a aquel cuyo mayor referente
simbólico y garantía de verdad fue la caída del Muro de Berlín
Empero, la caída del Muro fue más la coronación que el inicio de
un proceso, tanto político como teórico e ideológico que venía
fraguándose desde los 80. En ese proceso hubo toda una serie de
categorías –totalidad, contradicción, sistema de
contradicciones, clases, lucha de clases, proletariado, poder
Estatal, dominación, capital, plusvalía...- que un buen día
desaparecieron del horizonte teórico. ¿Mutación del campo
teórico por nuevas relaciones de poder?(3).
De hecho, la caída del Muro de Berlín vino a constituirse en la
garantía de verdad de la frustración del marxismo y del
pensamiento crítico, y del consecuente cambio de paradigmas.
Empero, el proceso iniciado en Seattle y la crisis del proyecto
neoliberal y del modelo de poder imperial centrado en la
hegemonía norteamericana parece haberse convertido en la contra
garantía. Buena parte de aquellos paradigmas olvidados entonces
parecen retornar y entrar en crisis aquellos que los
sustituyeron.
El campo teórico aun vigente es muy complejo y se expresa en
todos los terrenos desde la problemática filosófica de la
posmodernidad, el llamado neobarroco cultural, el pensamiento de
la diferencia, la política de las identidades, etc. Dado el
sentido político del presente texto, queremos centrarnos en
aquellas categorías -capital, poder imperial y totalidad- que
desaparecieron del pensamiento social y político, y en la tesis
del fin de la historia que fue uno de los fundamentos de tal
ocaso.
2. La muerte del capital y del ogro filantrópico
Hacia finales de los 70 y en la década de los 80 se desarrolló
una vasta teorización que recusaba la centralidad del Estado –
reducido a la esfera de la "sociedad política"- como ámbito
exclusivo y excluyente de la política. En ese postulado
confluyeron múltiples determinaciones: la extrema concentración
del aparato de Estado en los regímenes socialistas a despecho de
la formula leninista de su progresiva extinción, la reacción
contra el estalinismo de los partidos comunistas y el
jacobinismo de los movimientos guerrilleros, la lucha en contra
de los regímenes despóticos de la periferia europea –España,
Portugal, Grecia y Turquía- y del Cono Sur latinoamericano y los
consecuentes procesos de democratización que promovían la
consolidación de la "sociedad civil", la emergencia de los
nuevos movimientos sociales, la "politización" de esferas hasta
entonces inmunes a la política como la sexualidad, la vida
cuotidiana... Habría que concebir dicha formulación, también y
sobre todo, como efecto teórico del proceso de formación de una
estructura estatal mundial y del consecuente debilitamiento de
los Estados nacionales, en especial de los países de la
periferia, proceso que encontró su legitimación en el discurso
del neoliberalismo.
Dicha tesis coadyuvó a liberar las potencialidades políticas de
los llamados nuevos movimientos sociales" y de diversas esferas
de la vida social y, en tanto tal cumplió un gran rol. Empero
condujo a un efecto sui géneris quizá imprevisto: el olvido de
la categoría fundamental de dominación y la del antagonismo que
le es inherente(4).
El olvido del Estado y de sus aparatos como lugar del poder: la
"metástasis" de "lo político" se diseminó por todo el cuerpo
social a cambio de abandonar el corazón y/o el cerebro. Mas
aun, la euforia del discurso de la omnipresencia de lo político
hizo que se llegara a creer y plantear una suerte de anarco-
capitalismo. Lo dijo claramente Benjamín Arditi "En la medida
en que estos efectos suponen la progresiva socialización de "la
política" y la expansión de lo "político" sobre el territorio
societal, el sentido del proceso en su conjunto prefigura, en el
límite y en clave no economicista, lo que Marx y Engels pensaron
como la abolición-disolución de la forma Estado, o cuando menos
una cierta "des-formalización" de éste a través de reabsorción
de ámbitos de decisión dentro de la sociedad"(5).
La invasión a Irak y la guerra contra el terrorismo ha dado un
golpe de muerte a ese olvido.¿ Resulta extraño sin duda ese
olvido en la era en que se estaba gestando el más grande poder
estatal e imperial de la humanidad, dotado de una estructura
militar planetaria -cinco comandos regionales, bases militares
en más de 120 países- y de un ilimitado poder que se está
concentrando mientras destroza o debilita a los estados de la
periferia y subordina a la Unión Europea y al Japón.
A la invisibilización del Estado y del poder imperial
correspondió la del capital(6). Zizek, lo ha señalado a
propósito de la tesis del multiculturalismo que "...está
ofreciendo el último servicio al desarrollo irrestricto del
capitalismo al participar activamente en el esfuerzo ideológico
de hacer invisible la presencia de éste"(7).
Tan sorprendente como el encubrimiento del poder estatal ha sido
éste escamoteo del capital cuando se ha convertido en la forma
dominante absoluta y ha logrado imponer su forma multinacional
no sólo como la hegemónica sino la que rige el dinamismo –o la
degradación- de la vida de la tierra hasta en sus últimos
rincones. Mas aún, en el período de su invisibilización
teórica, se produjo la más intensa centralización de capitales
de su historia, al punto que hoy las 200 trasnacionales más
grandes controlan la economía mundial.
La categoría de capitalismo fue sustituida por la de Modernidad
que, en tanto tal, ha sido muy rica para salir del encierro
economicista que cierto marxismo produjo y abrirse a la
problemática no solo de la cultura sino de la civilización.
Gracias al pensamiento ecológico surgió la tesis de una crisis
civilizatoria para caracterizar el momento actual, tesis
increíblemente fecunda. Cabe insistir en que también la
categoría de Modernidad no es opuesta o sustitutiva de la de
capitalismo que fue la forma concreta que asumió la modernidad,
sin la cual no puede ser comprendida.
Otra categoría desarticulada fue la de totalidad y sustituida
por la idea de una multiplicidad de ámbitos, historias y
temporalidades, la fragmentación de las luchas, la mutación
incesante de los actores, la descentración del sujeto...
La imagen de un sujeto y un mundo descentrados produjo efectos
interesantes en el imaginario cultural y en las prácticas
estéticas. No es tampoco antagónica a la categoría de totalidad
pues ésta se ubica en el nivel de las estructuras y aquella en
el de la superficie fenoménica.
La fragmentación de la superficie social no es solo un espejismo
o el carrusel de las imágenes o efecto del vértigo de la
circulación. Es una estructura también. O más bien una
desestructura. Los procesos de automatización y robótica han
gestado procesos de descentración y desterritorialización muy
fuertes. El capital se ha vuelto pulsátil, discontinuo(8).
Pero no se trata de una fractura estructural sino de una
descentración fenoménica.
La tesis de la quiebra de la totalidad de lo real parece
seriamente resquebrajada por la propia unificación mundial del
poder y del capital multinacional -llamada globalización-. La
revitalización y prestigio que han asumido las tesis de la
escuela de la economía mundo y los análisis de Wallerstein son
una muestra de ello.
La tesis del final de la historia -en su versión desenfadada, la
de Fukuyama y el discurso único, o aquella que confina la vida
política y los cambios en el interior del actual sistema
económico y político mundial- y de la pérdida de su sentido, tan
cara el posmodernismo, parece gravemente cuestionada por los
procesos de coordinación de las luchas sociales y políticas y de
gestación de aquello que hemos llamado la humanidad como sujeto
político. Es hoy precisamente cuando se han abierto las
condiciones para una historia realmente universal. Las redes
mundiales de los movimientos sociales, la emergencia de un
superproletariado mundial, tal como lo sostiene Jameson, la
migración y su tendencia a precipitar cambios y mestizajes
culturales, la lucha universal contra la guerra y el poder
imperial reflejan ese proceso. La imagen de un mundo
intercultural, único y diverso, es la forma que asume esa
totalidad dinámica y cambiante.
No se trata, por supuesto, de una resurrección sin más de
aquellas categorías del pensamiento crítico que fueron
escamoteadas en las últimas décadas. Las nuevas categorías que
surgieron -modernidad, ampliación del locus de lo político mas
allá del aparato estatal, descentración del sujeto y de lo real,
multiplicidad de sentidos- posibilitaron nuevos imaginarios y
dimensiones simbólicas y expresaron a diversos movimientos
sociales. Los problemas surgieron cuando se convirtieron en
sustitutos y categorías únicas y excluyentes.
Uno de los ejes de la reconstrucción del pensamiento crítico
está surgiendo del diálogo fecundo y del intenso debate entre
esos dos ámbitos teóricos. La problemática es enorme y abarca
múltiples campos, zonas vulnerables en conflicto -la relación
entre contradicción y diferencia, lo
universal y lo particular (lo local), trabajo y deseo, la
dimensión festiva de la lucha social.
El camino empero está abierto.
1) Y quizá antes con la insurgencia de Chiapas y el primer
Congreso intergaláctico organizado en la Realidad por el
Subcomandante Marcos
2) La caída de las Torres Gemelas no tiene el mismo sentido
porque si bien reveló el enorme sentimiento antiimperialista que
se había acumulado en el mundo fue el resultado de un criminal
atentado de la extrema derecha del integrismo islámico y el
punto de partida de la política de terror de Bush. Por otra
parte, la gran marcha pacifista del 15 de febrero del 2003
contra la invasión norteamericana a Irak que congregó a cerca de
30 o 40 millones de personas en todo el mundo y que fuera un
embrión de lo que hemos llamado la constitución de la humanidad
como sujeto político, no ha alcanzado tal sedimentación
simbólica.
3) Habría que pensar y explorar el estatuto epistemológico de
esa figura de la desaparición de todo un campo teórico y su
sustitución por otro, sin la mediación de una guerra de
posiciones de la magnitud planteada. Sin duda, hubo
escaramuzas, refriegas, reyertas, incluso batallas, pero no una
guerra en toda la profundidad que significaba una revolución
teórica, un cambio tal de paradigmas.
4) Ese proceso se expresó en una secuencia implacable: Primero,
se concentró la imagen de la dominación en los aparatos de
Estado que luego fueron dejados al margen de la reflexión y, al
mismo tiempo, se expandió la imagen de la política a todos los
escenarios e intersticios de la vida social que dejaron así de
ser el lugar de la dominación
5) Arditi, Benjamín: "Expansividad de lo social, recodificación
de lo político" en "Imágenes desconocidas". En Arditi opera una
elemental cosificación del Estado, reducido a la materialidad
física de los aparatos de Estados.
6) La "ciencia económica" ha excluido de su explicación las
categorías de plusvalía y explotación. Sin embargo, no por ello
dejó de nombrar su objeto: el capitalismo. Mas, la categoría de
capital y capitalismo se habían impregnado tanto de las de
explotación, dominación, contradicción, antagonismo y de las
luchas por el socialismo que el famoso "cambio de paradigmas"
fue sobre todo un cambio de significantes. Después de todo es
el poder quien tiene la capacidad y la autoridad de nombrar al
mundo.
7) La afirmación de Zizek continúa: "en una típica "crítica
cultural" posmoderna, la mínima mención de capitalismo en tanto
sistema mundial tiende a despertar la acusación de
"esencialismo", "fundamentalismo" y otros delitos".
8) En la perspectiva del "grado cero del capital", la actual
tecnología ha superado los pesados aparatos industriales, las
grandes concentraciones obreras y la centralización de la
administración, en aras de estructuras flexibles, móviles e
incluso efímeras y continuamente cambiantes. El eje del poder y
la ganancia se ha trasladado a aquellas áreas casi inmateriales:
información, imágenes, fluidos electrónicos, manejo del código
genético... La organización y la gestión del capital han
cobrado también una forma inestable, en constante flujo,
intermitente".
* Alejandro Moreano, escritor, novelista y ensayista ecuatoriano.
Su ultima publicación: El Apocalipsis Perpetuo, Ed. Planeta,
Quito, 2003.
Publicado en América Latina en Movimiento, No. 385-386, edición especial, Foro Social de las Américas, ALAI, 20 julio 2004
https://www.alainet.org/pt/node/111209
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