Nuestra lucha es por la vida, la solidaridad y la integración caribeña
03/07/2008
- Opinión
Con la aprobación de la Declaración Final y un llamado por la soberanía, la resistencia y la integración de las naciones del Caribe, concluyeron las sesiones de trabajo de la IV Asamblea de los Pueblos del Caribe (APC), evento que reunió en Caimito, localidad cercana a la capital habanera a unos 167 delegados y delegadas de organizaciones y movimientos sociales, políticos, campesinos, sindicales, de trabajadores, de mujeres, de estudiantes y jóvenes, artistas e intelectuales, y organizaciones ambientalistas, comunitarias de base, de solidaridad y no gubernamentales de 20 países del Caribe y representantes de importantes redes y campañas continentales.
Durante los cinco días de intensas y fructíferas reflexiones se reafirmó que la Asamblea es un valioso espacio de diálogo, intercambio y construcción colectiva de iniciativas y acciones para el desarrollo y la convergencia de las luchas caribeñas en defensa de la vida, la soberanía e independencia nacional, la paz, el desarrollo sustentable, la justicia social, la equidad y la identidad cultural de nuestros pueblos.
Los participantes a esta cuarta edición de la APC rechazaron las prácticas neoliberales imperialistas y sus políticas económicas, configuradas en los Tratados de Libre Comercio, EPAs, en la presencia creciente de las empresas transnacionales, las privatizaciones, la dependencia de muchas de las economías caribeñas a los destinos económicos de sus actuales o antiguas metrópolis, la creciente deuda financiera, social, ecológica y de género. Todas ellas constituyen un freno para el desarrollo de las pequeñas y estructuralmente subdesarrolladas economías caribeñas, de ahí que la resistencia y lucha de estos pueblos, así como la construcción de renovados y verdaderos modelos de integración tales como el ALBA y el Banco del Sur, se conviertan en una necesidad impostergable y requieren del más decidido apoyo.
Las delegadas y delegados denunciaron el actual modelo neoliberal y lo calificaron como el mayor depredador del medio ambiente, que atenta contra la soberanía alimentaria de los pueblos del Caribe, y convierte el uso de la energía no renovable en lucro de las grandes transnacionales, dada su alta demanda y desmedido consumo, peligrando su disponibilidad a corto y mediano plazo.
Por otra parte, destacaron cómo el calentamiento global pone riesgo la existencia misma de la vida humana y del planeta, lo que convierte en una prioridad la exigencia a los países industrializados y a las transnacionales que se desarrollen modelos energéticos alternativos y sostenibles.
La APC hizo un enérgico llamado a la defensa de las producciones agrícolas tradicionales destinadas a la alimentación humana como agrocombustibles. “De ahí la imperiosa necesidad de desarrollar —dice el texto de la Declaración Final— nuestra lucha en defensa de la soberanía alimentaria y energética, construyendo modelos alternativos de consumo. No podemos vivir para consumir de una manera absurda e irracional. Debemos vivir para aportar y ser parte continuadora de la vida y del planeta, en armonía con la naturaleza”.
Otro punto de la agenda de discusión de la IV APC fue el relacionado con los derechos sociales: al trabajo, la vivienda, la educación, la salud, la seguridad social y la tierra. Estos son incompatibles con el modelo neoliberal impuesto por el capitalismo globalizado, cuyo modelo de dominación, patriarcal, racista y excluyente, tiene en las políticas económicas la fuente generadora de pobreza generalizada en los pueblos caribeños y latinoamericanos. “Nuestra lucha —afirmaron los delegados— ha de estar enfocada a la construcción de un mundo de plena igualdad y la justicia social”.
Somos conscientes —enfatizaron los participantes— de que los flujos migratorios de personas procedentes de nuestra subregión se motiva en causas socioeconómicas, asociadas a la coyunturas de la economía global y las políticas seguidas por las potencias industrializadas europeas y por los Estados Unidos. Estas constituyen un verdadero saqueo de cerebros, incitan al tráfico ilegal de personas, especialmente de mujeres para la prostitución, frente a lo que reclamamos un flujo racional y equilibrado de personas entre nuestros países, bajo el principio de que ningún caribeño es ilegal en el Caribe, y rechazamos las medidas migratorias discriminatorias de las grandes potencias. Mención aparte merece nuestro repudio a la criminal Ley de Ajuste Cubano, aplicada selectivamente por los Estados Unidos como un instrumento de desestabilización contra la Revolución Cubana”.
En otra parte de la Declaración Final de la IV APC se afirma que “los pueblos del Caribe hemos luchado por siglos contra la dominación y el sistema cultural impuesto por los colonizadores y recolonizadores de todas las épocas. Hemos creado y construido nuestro sistema de valores, que se sustenta en la necesidad de una identidad propia, en el rechazo a la transculturación que nos han querido imponer, y a la defensa del derecho a desarrollar modelos educativos autóctonos y ajustados a nuestras necesidades de desarrollo”.
Un punto clave de las reflexiones del evento, que sesionó del 30 al 4 de julio, estuvo relacionado con las luchas que, en los distintos ámbitos de la vida política, social, económica y cultural, son protagonistas los pueblos del Caribe. Según refirieron los y las participantes, estas luchas requieren de una mayor articulación, en la cual es cada vez más necesaria la participación amplia de los más diversos actores sociales. De igual modo se hace indispensable remontar las supuestas fronteras de la diversidad lingüística y los orígenes socioculturales impuestos por las metrópolis y por las actuales políticas hegemónicas y depredadoras de las grandes potencias imperialistas.
“Configurar un escenario propio de actuación para la convergencia de nuestras luchas y, a la vez, para trabajar por una mayor integración en el contexto hemisférico fue reclamado por los asistentes a esta IV APC”.
Finalmente, en un apretado abrazo, las y los participantes, reafirmaron que “en la región latinoamericana se vienen desarrollando, con mayor o menor profundidad y efectividad, notorios procesos transformadores orientados en beneficio de nuestros pueblos y de la justicia social. La cooperación y la solidaridad genuinas son los ejes sobre los que se sustentan esos nuevos mecanismos de integración, los cuales abren nuevos horizontes para la inclusión social, el bienestar humano y el desarrollo. Válido resulta para el Caribe, en ese esperanzador contexto, fortalecer sus mecanismos propios y volcarse a una participación más activa y comprometida con la nueva dimensión integradora continental”.
“Las ideas y debates, los acuerdos e iniciativas que hemos adoptado en estos días de conocimiento, encuentro e intercambio —expresa la Declaración Final— nos conducen a reafirmar nuestro compromiso con la lucha y la defensa de la Diversidad, la Resistencia, la Solidaridad y la Integración Alternativa de los Pueblos del Caribe y el socialismo”.
Durante los cinco días de intensas y fructíferas reflexiones se reafirmó que la Asamblea es un valioso espacio de diálogo, intercambio y construcción colectiva de iniciativas y acciones para el desarrollo y la convergencia de las luchas caribeñas en defensa de la vida, la soberanía e independencia nacional, la paz, el desarrollo sustentable, la justicia social, la equidad y la identidad cultural de nuestros pueblos.
Los participantes a esta cuarta edición de la APC rechazaron las prácticas neoliberales imperialistas y sus políticas económicas, configuradas en los Tratados de Libre Comercio, EPAs, en la presencia creciente de las empresas transnacionales, las privatizaciones, la dependencia de muchas de las economías caribeñas a los destinos económicos de sus actuales o antiguas metrópolis, la creciente deuda financiera, social, ecológica y de género. Todas ellas constituyen un freno para el desarrollo de las pequeñas y estructuralmente subdesarrolladas economías caribeñas, de ahí que la resistencia y lucha de estos pueblos, así como la construcción de renovados y verdaderos modelos de integración tales como el ALBA y el Banco del Sur, se conviertan en una necesidad impostergable y requieren del más decidido apoyo.
Las delegadas y delegados denunciaron el actual modelo neoliberal y lo calificaron como el mayor depredador del medio ambiente, que atenta contra la soberanía alimentaria de los pueblos del Caribe, y convierte el uso de la energía no renovable en lucro de las grandes transnacionales, dada su alta demanda y desmedido consumo, peligrando su disponibilidad a corto y mediano plazo.
Por otra parte, destacaron cómo el calentamiento global pone riesgo la existencia misma de la vida humana y del planeta, lo que convierte en una prioridad la exigencia a los países industrializados y a las transnacionales que se desarrollen modelos energéticos alternativos y sostenibles.
La APC hizo un enérgico llamado a la defensa de las producciones agrícolas tradicionales destinadas a la alimentación humana como agrocombustibles. “De ahí la imperiosa necesidad de desarrollar —dice el texto de la Declaración Final— nuestra lucha en defensa de la soberanía alimentaria y energética, construyendo modelos alternativos de consumo. No podemos vivir para consumir de una manera absurda e irracional. Debemos vivir para aportar y ser parte continuadora de la vida y del planeta, en armonía con la naturaleza”.
Otro punto de la agenda de discusión de la IV APC fue el relacionado con los derechos sociales: al trabajo, la vivienda, la educación, la salud, la seguridad social y la tierra. Estos son incompatibles con el modelo neoliberal impuesto por el capitalismo globalizado, cuyo modelo de dominación, patriarcal, racista y excluyente, tiene en las políticas económicas la fuente generadora de pobreza generalizada en los pueblos caribeños y latinoamericanos. “Nuestra lucha —afirmaron los delegados— ha de estar enfocada a la construcción de un mundo de plena igualdad y la justicia social”.
Somos conscientes —enfatizaron los participantes— de que los flujos migratorios de personas procedentes de nuestra subregión se motiva en causas socioeconómicas, asociadas a la coyunturas de la economía global y las políticas seguidas por las potencias industrializadas europeas y por los Estados Unidos. Estas constituyen un verdadero saqueo de cerebros, incitan al tráfico ilegal de personas, especialmente de mujeres para la prostitución, frente a lo que reclamamos un flujo racional y equilibrado de personas entre nuestros países, bajo el principio de que ningún caribeño es ilegal en el Caribe, y rechazamos las medidas migratorias discriminatorias de las grandes potencias. Mención aparte merece nuestro repudio a la criminal Ley de Ajuste Cubano, aplicada selectivamente por los Estados Unidos como un instrumento de desestabilización contra la Revolución Cubana”.
En otra parte de la Declaración Final de la IV APC se afirma que “los pueblos del Caribe hemos luchado por siglos contra la dominación y el sistema cultural impuesto por los colonizadores y recolonizadores de todas las épocas. Hemos creado y construido nuestro sistema de valores, que se sustenta en la necesidad de una identidad propia, en el rechazo a la transculturación que nos han querido imponer, y a la defensa del derecho a desarrollar modelos educativos autóctonos y ajustados a nuestras necesidades de desarrollo”.
Un punto clave de las reflexiones del evento, que sesionó del 30 al 4 de julio, estuvo relacionado con las luchas que, en los distintos ámbitos de la vida política, social, económica y cultural, son protagonistas los pueblos del Caribe. Según refirieron los y las participantes, estas luchas requieren de una mayor articulación, en la cual es cada vez más necesaria la participación amplia de los más diversos actores sociales. De igual modo se hace indispensable remontar las supuestas fronteras de la diversidad lingüística y los orígenes socioculturales impuestos por las metrópolis y por las actuales políticas hegemónicas y depredadoras de las grandes potencias imperialistas.
“Configurar un escenario propio de actuación para la convergencia de nuestras luchas y, a la vez, para trabajar por una mayor integración en el contexto hemisférico fue reclamado por los asistentes a esta IV APC”.
Finalmente, en un apretado abrazo, las y los participantes, reafirmaron que “en la región latinoamericana se vienen desarrollando, con mayor o menor profundidad y efectividad, notorios procesos transformadores orientados en beneficio de nuestros pueblos y de la justicia social. La cooperación y la solidaridad genuinas son los ejes sobre los que se sustentan esos nuevos mecanismos de integración, los cuales abren nuevos horizontes para la inclusión social, el bienestar humano y el desarrollo. Válido resulta para el Caribe, en ese esperanzador contexto, fortalecer sus mecanismos propios y volcarse a una participación más activa y comprometida con la nueva dimensión integradora continental”.
“Las ideas y debates, los acuerdos e iniciativas que hemos adoptado en estos días de conocimiento, encuentro e intercambio —expresa la Declaración Final— nos conducen a reafirmar nuestro compromiso con la lucha y la defensa de la Diversidad, la Resistencia, la Solidaridad y la Integración Alternativa de los Pueblos del Caribe y el socialismo”.
https://www.alainet.org/pt/node/128625
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