Entrevista a Camilla Chalmers
Autonomía, convergencia y comunicación: tres retos de APC
05/07/2008
- Opinión
A propósito de la recién concluida IV Asamblea de los Pueblos del Caribe, conversamos con Camille Chalmers, profesor de la Universidad de Haití y animador de la Red de Movimientos Sociales (PAPDA) de ese hermano pueblo caribeño. Camille, que ha estado vinculado a la creación de la APC desde sus tiempos fundacionales, es un defensor de los derechos del pueblo haitiano a su independencia. Recuerdo que fue precisamente en La Habana , en 2005, durante el IV Encuentro Hemisférico de Lucha contra el ALCA y los TLCs me dijo esta frase: “La lucha de resistencia que iniciamos las haitianas y los haitianos hace más de doscientos años tiene hoy más vigencia que nunca”.
¿Qué alternativas tiene hoy el Caribe para construir movimientos de lucha y resistencia frente a los desafíos de sus inestables y recolonizadas economías, y a la acumulación crecientes de problemas sociales?
CC: “En el Caribe hay una larga, rica y profunda tradición de lucha y resistencia y es importante que las organizaciones y movimientos actuales traten de enraizarse en esa tradición de lucha que tiene lecciones muy importantes. Es necesario construir movimientos que sean pancaribeños que puedan superar las diferencias y las distancias, muchas veces artificiales, creadas por la herencia del colonialismo y a la vez encontrar una agenda que sea propiamente caribeña, enfocada en los problemas económicos propios, sustentada en nuestra identidad, en la riqueza y el enorme mestizaje cultural que caracteriza a nuestras islas. Tenemos perspectivas muy interesantes para construir esa identidad política y social y avanzar hacia mayores conquistas.
El Caribe ha dado lecciones muy importantes al mundo no solo por la revolución antiesclavista de Haití, en el pasado, y la revolución cubana hoy, donde ha quedado demostrado que países pequeños, pobres, ubicados a pocas millas del imperio más agresivo del mundo puede construir una sociedad diferentes sustenta en la justicia, donde la prioridad es satisfacer las necesidad básicas de la gente. Estas son lecciones que el movimiento antineoliberal y anticapitalista debería aprovechar para que podamos tener movimientos más profundos y se ataque realmente a las raíces del desastre que hoy día estamos viviendo no sólo en la región, sino en todo el planeta”.
¿Podrían los pueblos caribeños desarrollar otro proyecto de vida diferente, propio, capaz de hacer viable la utopía de ese otro mundo posible, sobre todo si tenemos en cuenta que los pueblos que componen la región tienen múltiples complejidad sociales, políticas, una diversidad cultural y lingüística y, a la vez, una historia común. ¿Crees que podría proyectarse, al menos, dibujarse esa utopía?
“Claro que sí. Mira, un elemento del modelo imperialista actual es la cuestión de los modelos de consumo, modos de vida, de cómo organizar las familias, cómo organizar la relación con la naturaleza. En el Caribe existen muchos nichos y experiencias de resistencia cultural que tienen la posibilidad de crear otra relación con el mundo, otras relaciones entre los seres humanos, otra relación con la naturaleza. Creo que debemos estudiar esas experiencias y ver cómo se pueden insertar en la lucha global contra la dominación capitalista”.
De Trinidad y Tobago en agosto de1994 a La Habana de 2008 han pasado más de diez años. ¿Cuánto ha madurado la Asamblea de los Pueblos del Caribe como espacio de articulación de las organizaciones sociales de la región y que retos le quedan por delante?
“Primero hay que subrayar que nuestra iniciativa de 1994 se insertaba dentro de cambios muy interesantes que se estaban produciendo en la cultura política de la región y del mundo. Hemos sido, por tanto, precursores en esto de reunir a los pueblos y no sólo a los especialistas para tener un espacio de expresión, de afirmación de su identidad pero también para tener un espacio donde puedan converger las luchas y las esperanzas de esos pueblos. No es casual que algunos años después el Foro Social Mundial de 2001 haya lanzado la experiencia maravillosa de concertación y convergencia a nivel mundial. En este sentido los pueblos caribeños fuimos pioneros. Desde 1994 hasta 2001 hemos tenido muchas dificultades para asegurar el seguimiento de este proceso; pero a partir de 2001 se ha madurado y hemos creado un instrumento organizacional que es el Comité Ejecutivo Regional que permite asegurar la continuidad y el seguimiento de las agendas y las acciones de lucha en el Caribe. La realización dela IV APC , que por estos días ha sesionado en La Habana , ha sido una ocasión para fortalecer no sólo el intercambio con las organizaciones sociales de la región, sino para concretar acciones que llevaremos adelante en la zona del Caribe.
¿Qué desafíos tiene ante síla APC ante las complejas y difíciles circunstancias por la que vive hoy el mundo?
“Un reto fundamental es la cuestión de la comunicación pues se requiere inventar herramientas nuevas que permitan conocer las experiencias, las luchas que se están desarrollando en el Caribe y, a la vez, que puedan ser rápidamente conocidas por todas y todos, y nos permitan no sólo conocernos mejor sino más profundamente. La experiencia que tenemos en este sentido es que hay múltiples movilizaciones pero son muy aisladas o muy localizadas y muchas no tienen un alcance subregional. Creo que este reto de la comunicación es hoy fundamental. Para eso es necesario superar la cuestión del idioma que realmente obstaculiza mucho este proceso, pero al mismo tiempo, no lo hace imposible.
Un segundo reto es la cuestión de la autonomía, la independencia. Tenemos muchas organizaciones que dependen de ONGs que a su vez vienen de centros del Norte y, por tanto, no tienen agendas propias. En este sentido necesitamos instrumentos mucho más adaptados a nuestras propias condiciones e intereses, y mucho más enraizados en las realidades y desafíos de nuestros pueblos.
Y un tercer elemento es conectar esa dinámica caribeña de lucha y resistencia, de alternativas a lo que está pasando hoy día en Centroamérica y Sudamérica, en América Latina en general, ya que ese intercambio intrarregional puede reforzar todo lo que estamos haciendo y todo lo que estamos soñando”.
¿Qué alternativas tiene hoy el Caribe para construir movimientos de lucha y resistencia frente a los desafíos de sus inestables y recolonizadas economías, y a la acumulación crecientes de problemas sociales?
CC: “En el Caribe hay una larga, rica y profunda tradición de lucha y resistencia y es importante que las organizaciones y movimientos actuales traten de enraizarse en esa tradición de lucha que tiene lecciones muy importantes. Es necesario construir movimientos que sean pancaribeños que puedan superar las diferencias y las distancias, muchas veces artificiales, creadas por la herencia del colonialismo y a la vez encontrar una agenda que sea propiamente caribeña, enfocada en los problemas económicos propios, sustentada en nuestra identidad, en la riqueza y el enorme mestizaje cultural que caracteriza a nuestras islas. Tenemos perspectivas muy interesantes para construir esa identidad política y social y avanzar hacia mayores conquistas.
El Caribe ha dado lecciones muy importantes al mundo no solo por la revolución antiesclavista de Haití, en el pasado, y la revolución cubana hoy, donde ha quedado demostrado que países pequeños, pobres, ubicados a pocas millas del imperio más agresivo del mundo puede construir una sociedad diferentes sustenta en la justicia, donde la prioridad es satisfacer las necesidad básicas de la gente. Estas son lecciones que el movimiento antineoliberal y anticapitalista debería aprovechar para que podamos tener movimientos más profundos y se ataque realmente a las raíces del desastre que hoy día estamos viviendo no sólo en la región, sino en todo el planeta”.
¿Podrían los pueblos caribeños desarrollar otro proyecto de vida diferente, propio, capaz de hacer viable la utopía de ese otro mundo posible, sobre todo si tenemos en cuenta que los pueblos que componen la región tienen múltiples complejidad sociales, políticas, una diversidad cultural y lingüística y, a la vez, una historia común. ¿Crees que podría proyectarse, al menos, dibujarse esa utopía?
“Claro que sí. Mira, un elemento del modelo imperialista actual es la cuestión de los modelos de consumo, modos de vida, de cómo organizar las familias, cómo organizar la relación con la naturaleza. En el Caribe existen muchos nichos y experiencias de resistencia cultural que tienen la posibilidad de crear otra relación con el mundo, otras relaciones entre los seres humanos, otra relación con la naturaleza. Creo que debemos estudiar esas experiencias y ver cómo se pueden insertar en la lucha global contra la dominación capitalista”.
De Trinidad y Tobago en agosto de
“Primero hay que subrayar que nuestra iniciativa de 1994 se insertaba dentro de cambios muy interesantes que se estaban produciendo en la cultura política de la región y del mundo. Hemos sido, por tanto, precursores en esto de reunir a los pueblos y no sólo a los especialistas para tener un espacio de expresión, de afirmación de su identidad pero también para tener un espacio donde puedan converger las luchas y las esperanzas de esos pueblos. No es casual que algunos años después el Foro Social Mundial de 2001 haya lanzado la experiencia maravillosa de concertación y convergencia a nivel mundial. En este sentido los pueblos caribeños fuimos pioneros. Desde 1994 hasta 2001 hemos tenido muchas dificultades para asegurar el seguimiento de este proceso; pero a partir de 2001 se ha madurado y hemos creado un instrumento organizacional que es el Comité Ejecutivo Regional que permite asegurar la continuidad y el seguimiento de las agendas y las acciones de lucha en el Caribe. La realización de
¿Qué desafíos tiene ante sí
“Un reto fundamental es la cuestión de la comunicación pues se requiere inventar herramientas nuevas que permitan conocer las experiencias, las luchas que se están desarrollando en el Caribe y, a la vez, que puedan ser rápidamente conocidas por todas y todos, y nos permitan no sólo conocernos mejor sino más profundamente. La experiencia que tenemos en este sentido es que hay múltiples movilizaciones pero son muy aisladas o muy localizadas y muchas no tienen un alcance subregional. Creo que este reto de la comunicación es hoy fundamental. Para eso es necesario superar la cuestión del idioma que realmente obstaculiza mucho este proceso, pero al mismo tiempo, no lo hace imposible.
Un segundo reto es la cuestión de la autonomía, la independencia. Tenemos muchas organizaciones que dependen de ONGs que a su vez vienen de centros del Norte y, por tanto, no tienen agendas propias. En este sentido necesitamos instrumentos mucho más adaptados a nuestras propias condiciones e intereses, y mucho más enraizados en las realidades y desafíos de nuestros pueblos.
Y un tercer elemento es conectar esa dinámica caribeña de lucha y resistencia, de alternativas a lo que está pasando hoy día en Centroamérica y Sudamérica, en América Latina en general, ya que ese intercambio intrarregional puede reforzar todo lo que estamos haciendo y todo lo que estamos soñando”.
https://www.alainet.org/pt/node/128626
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