Se profundiza la división conservadora

23/01/2010
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A pesar de que el pasado 20 de enero los precandidatos conservadores obtuvieron los números que tendrán en la consulta interna de su colectividad en un sorteo en el que seguidores de la ex embajadora Noemí Sanín y del ex ministro de Agricultura protagonizaron un bochornoso incidente al agredirse verbal y físicamente, la dinámica del partido sigue en la penumbra.

El origen de los problemas en el Partido Conservador reside en el significado de las elecciones de 2010 para los cinco precandidatos de dicha colectividad, en la falta de transparencia de un proceso electoral que no termina de tomar forma ante el silencio que mantiene el presidente de la República con respecto a su tercera candidatura y en las condiciones en las que se desenvuelve el proceso electoral en ausencia de reglas claras.

Mientras Marta Lucía Ramírez y Noemí Sanín están en desacuerdo con una segunda reelección presidencial y consideran que el Partido Conservador debe tener candidato propio hasta el final, así tenga que competir contra Álvaro Uribe, Andrés Felipe Arias, firmemente comprometido con la defensa del referendo reeleccionista, sigue anunciando que renunciaría a su aspiración presidencial si se aprueba la reelección del presidente. Obviamente, esta división tiene consecuencias impredecibles en temas de mecánica y de apoyos al candidato que termine representando los intereses del partido.

La situación que vive el Partido Conservador no es ajena al debilitamiento de los partidos y a las prácticas empleadas por el Gobierno para asegurar la reelección. Ante el transfuguismo que propició la última reforma política y la dramática situación por la que atraviesan el Partido Liberal, en búsqueda de posibles alianzas con otras corrientes, como lo solía hacer el Partido Conservador en el pasado, y el Polo Democrático, afectado por una división profunda entre la línea radical y la moderada, algunos conservadores piensan que su prioridad ya no es incrustarse en el poder y sacar tajada clientelista, sino convertirse en el poder mismo dado que el partido de la U no es sino una colcha de retazos que se creó alrededor del prestigio de Álvaro Uribe. Todo depende, sin embargo, de si el presidente aspira a un tercer período o no y de la fuerza que tengan los demás candidatos a la presidencia.

En efecto, en la eventualidad de que Uribe no sea candidato, la expectativa de triunfo del partido depende de la posibilidad de sumarle a la fortaleza de su maquinaria la presencia de un candidato que pueda captar votos más allá de las filas azules. En este caso la persona que mejor llena este requisito es Noemí Sanín quien mantiene su prestigio a pesar de seis años fuera del país como embajadora. Además, es de suponer que Andrés Felipe Arias, el más opcionado después de ella, no saldrá indemne de los escándalos de Agro Ingreso Seguro. Sin embargo, no puede perderse de vista que en ausencia del candidato presidente, las preferencias de los electores –cuya inmensa mayoría se identifica como sin partido- se reparten de manera dispersa. De acuerdo con encuestas realizadas durante los últimos meses, Juan Manuel Santos encabeza las posibilidades de triunfo en la eventualidad de que Uribe no sea candidato, pero sus inmediatos seguidores, Gustavo Petro y Sergio Fajardo le muerden los talones. Además, todavía no se conocen las verdaderas intenciones de Andrés Pastrana quien, por ser el único ex presidente conservador activo políticamente, puede ser considerado un jefe natural de la colectividad y desempeñar un papel decisivo en la contienda. En otros términos, nada está escrito y los momentos que se avecinan darán lugar a un forcejeo intenso en la colectividad conservadora alrededor de la estrategia a adoptar en las próximas elecciones.

Finalmente, y más allá del limbo en el que están las próximas elecciones y de los cálculos electorales, es preocupante que no se conozcan propuestas concretas dignas de candidatos que aspiran a ocupar el solio presidencial y a dirigir el Estado. Es deprimente que el tema de campaña siga siendo primordialmente el de la seguridad democrática. Es risible que mientras Sanín afirma que “si el presidente Uribe fue el padre responsable de la Seguridad Democrática, yo soy la mamá responsable”, la réplica de Marta Lucía Ramírez se oriente a reivindicar la disputada maternidad cuando afirma “la Seguridad Democrática la parí yo, la concebí yo con el presidente Uribe a la cabeza”. ¿En qué plano quedan la lucha contra la parapolítica, la defensa del Estado Social de Derecho, el acatamiento a las normas, la reducción del desempleo, la política internacional y tantos otros temas críticos que requieren la atención de todas las instancias del Estado y de la ciudadanía?

- Rubén Sánchez David es Profesor Investigador Facultades de Relaciones Internacionales y de Ciencia Política y Gobierno. Universidad del Rosario

Semanario Virtual Caja de Herramientas Nº 191 de la Corporacion Viva la Ciudadania.
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