Colombia se moviliza y lo cielos se abren
- Análisis
Que el paro nacional que comenzó el 21 de noviembre y que lleva más de una semana no sabe para dónde va, como lo afirman algunos analistas políticos, no importa. Lo importante es lo que significa y lo que viene de ahora en adelante.
La protesta, que adquirió una magnitud que no se veía desde el paro nacional de 1977, fue convocada inicialmente por cincuenta organizaciones sindicales, pero con el transcurrir de los días se fueron sumando diferentes grupos de inconformes e indignados, traduciendo un profundo malestar social que ha puesto al Gobierno contra las cuerdas.
El paro se citó inicialmente para protestar por el llamado “paquetazo” de Duque que ha suscitado el temor entre los trabajadores ante las posibles reformas pensional, laboral y tributaria. A estas eventualidades se sumaron reivindicaciones relacionadas con el incumplimiento del Gobierno a los acuerdos pactados en La Habana, con los indígenas y los estudiantes; los reparos a la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP); el rechazo al asesinato selectivo de desmovilizados de las FARC-EP y líderes sociales; la minería en los páramos y los líos ambientales; la salud y la inequidad. En pocas palabras, la ciudadanía se aglutinó para manifestar su inconformidad con el rumbo del país y lo que algunos califican de falta de liderazgo del Gobierno.
La magnitud de la protesta tomó por sorpresa a más de uno, pero la dirección de los vientos ya se sentía. En efecto, las elecciones de octubre habían dejado en claro el descontento general con el Gobierno de Duque y su partido, desplazando el centro de gravedad de la política. El Centro Democrático sufrió una derrota contundente en las urnas, se manifestó con fuerza un voto independiente de los partidos tradicionales que fortaleció fuerzas alternativas, y por primera vez la imagen pública de Uribe fue negativa. A estos hechos se sumaron el fracaso de la política exterior con Venezuela y las torpezas el Ministro de Defensa cuya renuncia fue forzada por el Congreso cuando se reveló la muerte de ocho menores de edad durante un bombardeo a grupos disidentes de las Farc-EP. La mala lectura del clima político por parte de Duque, sordo a las voces de la sociedad y lo que algunos consideran como debilidad al no actuar con contundencia, han afectado su figura y lo han hecho blanco de críticas cada vez más duras e irrespetuosas provenientes del interior de su partido.
Atemorizado por el paro y en un intento por deslegitimar la protesta anunciada, en búsqueda de un enemigo, dado que el fantasma de las Farc- EP se ha desvanecido y que el narcotráfico no concita todas las voluntades, el sector radical del Centro Democrático, declaró por boca del senador Uribe que el paro hacía “parte del Foro de Sao Paulo que intenta desestabilizar la democracia de América Latina secundado por grupos opositores cuyo propósito ha sido bloquear el gobierno del presidente Iván Duque”. Aunque el mensaje fue repetido en redes sociales, acompañado de videos terroríficos y trinos falsos, no hizo mella en la opinión pública. El siguiente paso en el marco de una acción destinada a restringir la libertad de expresión antes de las jornadas de protesta fue la realización de allanamientos a casas de activistas y colectivos como el perpetrado a las oficinas de la revista Cartel Urbano, acusada de “incitar a la marcha”.
Amén de la militarización de la capital como respuesta a los desmanes causados por grupos de vándalos que destruyeron bienes públicos y privados en algunas ciudades, y la conversión de una crisis política y social en un tema de orden público, el gobierno ha declarado que los argumentos de los organizadores del paro no tienen sentido por cuanto no ha habido ninguna reforma laboral ni pensional, como tampoco ha sido aprobada la reforma tributaria que sigue en estudio, ahora llamada Ley de Crecimiento. Que se pone en peligro el crecimiento del Producto Interno Bruto que bordea un nada despreciable 3,3 por ciento cuando el resto de economías de la región no superan el 2 por ciento.
Es verdad que nada ha sido decidido en materia de reforma al sistema de pensiones y que la Ley de Crecimiento no es una realidad, pero no puede negarse que lo pensado va en el sentido de lo denunciado por las organizaciones sociales y que el cacareado crecimiento de la economía por encima de la media de las economías de la región esconde una realidad menos atrayente.
No puede negarse que la cifra de crecimiento resalta cuando se compara con la del vecindario. Sin embargo, un examen detallado de los datos que la componen, como el realizado por el profesor Kalmanovitz, permite apreciar que es un crecimiento impulsado por el sector financiero que creció un 8 por ciento, el comercio (casi 6 por ciento) y el sector público (4,3 por ciento). Paralelamente, otros renglones clave muestran resultados preocupantes: la otrora locomotora mineroenergética solo crece 1 por ciento; la construcción cayó un 3 por ciento; la industria apenas creció un 1,5 por ciento y la agricultura 2,6 por ciento. Las exportaciones siguen estancadas, las importaciones aumentan al ritmo del 10 por ciento, y con ellas el déficit de cuentas externas del país. De ello se deduce que el gran motor del crecimiento es el sector de intermediación, concentrado en pocas manos (77 por ciento del negocio bancario reposa en cuatro actores) y nada intensivo en mano de obra. Así se explica la aparente paradoja según la cual la economía crece y con ella el desempleo que ya supera los dos dígitos, así como el endeudamiento de la nación y de la población.
En el plano simbólico, más que las demandas de los sindicatos y que los actos vandálicos que destruyen la infraestructura del país y vulneran la propiedad, lo que evidencia el tremendo malestar de la población, es la marcha de los cacerolazos que ha sacado miles de personas de todos los estratos sociales a las calles para llamar la atención y expresar su inconformidad.
“Somos un Gobierno que escucha” ha dicho el presidente, pero los ciudadanos no ven que el mismo salga de la ambigüedad que ha caracterizado su mandato desde el inicio. Lo que espera la ciudadanía es que el Gobierno ponga sus cartas sobre la mesa y sea claro en sus intenciones para saber qué terreno se pisa. Se habla de concertación mas no de propuestas. En una mesa de negociación se discuten posiciones, no verdades a medias ni se monta una sesión de lluvia de ideas.
En las manifestaciones llevadas a cabo en el paro nacional ha primado el tono festivo de las movilizaciones el cual ha contrastado con el ambiente de miedo previo a las protestas. El paro nacional se ha convertido en una prueba decisiva para la gestión del gobierno de Iván Duque quien tiene ante sí dos opciones: o llega a acuerdos con sectores políticos y sociales diversos, alejándose del manejo tecnocrático que ha primado hasta ahora en su administración, o persiste
Rubén Sánchez David
Profesor, Universidad del Rosario
https://www.sur.org.co/colombia-se-moviliza-y-lo-cielos-se-abren/
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