La campaña electoral sucia y desatinada de Trump

22/07/2020
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Históricamente, todas las campañas electorales de los candidatos de la derecha en Europa, América Latina, y, por supuesto, de los candidatos en el seno del imperio norteamericano, han estado plagadas de suciedad, malos manejos y de una hipocresía que raya en lo increíble, por decir lo menos extravagante, y el actual presidente Trump no es la excepción.

 

En su campaña actual Trump entre el 10 y 13 de julio 2020, realizó una visita de campaña electoral al Estado de Florida, donde intenta ganar y salvar los 29 votos electorales de este Estado, que es uno de los Estados que más votos electorales aportará en los comicios de noviembre.

 

Bien es sabido que este Estado es un nido de cubanos gusanos, quienes se prestan a cualquier cosa por tener el apoyo de Trump, en su afán de derrocar el gobierno de Cuba principalmente, Venezuela, Nicaragua y otros.

 

En este sentido, se reunió con la comunidad cubana y venezolana del sur de Florida. Trump recuerda que, en los pasados comicios de 2016, en la ciudad de Hillsboro, en el condado de Broward, votó por él alrededor de un 58%; allí recaudó fondos para su campaña, donde una mesa para ese evento costo 580 mil dólares por pareja.

 

Esta visita y reunión se da en el contexto de un foco de la pandemia de coronavirus en este Estado, donde se cerraron dos campamentos de verano en Miami-Dade y en la ciudad de Miami; también se reunió con el Comando Sur, para revisar el avance de la “operación antinarcóticos” en el Caribe.

 

Además, los habitantes de Florida, quienes están inconformes, todavía tienen frescas las declaraciones polémicas de Trump, tras afirmar que podía reunirse y conocer al presidente de Venezuela. Ya conocemos que, posteriormente agregó que solo podía reunirse para discutir su salida del poder en Venezuela.

 

Lo cierto es que Trump viajó a Florida, no preocupado por el avance de la pandemia allí, no viajó como mandatario, sino como candidato, lo evidencia que no envió ni una palabra para los enfermos y familiares de los fallecidos por la Covid-19, ninguna palabra para los trabajadores sin empleo, las empresas pequeñas quebradas y cerradas. Sólo culpó a China de la pandemia.

 

Su preocupación es por los números que ponen a Joe Biden, al frente de la contienda electoral, y Venezuela, Cuba y el socialismo, que según él amenazan a los Estados Unidos, fueron el centro de sus discursos.

 

Con su prepotencia habitual, Trump señala que el objetivo es el combate al narcotráfico, el de afuera, el de Venezuela, a quien presenta como la principal amenaza hacia USA. Celebró el éxito de una supuesta operación antidroga hace meses en el Caribe y contra Venezuela.

 

En este contexto, presumió del poder militar de su país, señalando que es “mucho más poderoso, letal y mejor preparado que nunca” y magnificó la presencia de las fuerzas armadas de EE.UU. en el hemisferio occidental en una magnitud “sin precedentes en la historia reciente”, hablando, además, del aumento del patrullaje “antidrogas” en lo que denominó “las fronteras regionales desde el Mar Caribe hasta el Pacífico Oriental”.

 

Luego expresó lo que la comunidad hispana de Florida deseaba oír: “Vamos a estar luchando (por Venezuela), y vamos a estar luchando por nuestros amigos de Cuba…Cuba y Venezuela, tenemos eso bajo control”.

 

No contento con esto, Trump sostiene una reunión en la Iglesia Centro de Adoración Iglesia Doral Jesús, donde su objetivo es contentar a las bases anticubanas y anti venezolanas, con los anticubanos Mario Díaz Balart, Rosa María Paya, con el terrorista Orlando Gutiérrez Boronat, del llamado Directorio Democrático, una de las organizaciones de Miami, que más dinero recibe del gobierno estadounidense para los planes subversivos y las acciones contra Cuba. El venezolano Ernesto Ackerman llevó la voz del anexionismo anti bolivariano: “Le hago dos pedidos: eliminar los gérmenes del socialismo en Cuba, Venezuela y Nicaragua y que ayude al pueblo de Venezuela a salir del estado narcoterrorista que ha secuestrado nuestra nación”.

 

Y con un personaje siniestro llamado Alexander Alazo Baró, quien es, si no miembro de esta Iglesia, asistente habitual, es el terrorista que ametralló la embajada cubana en Washington a fines de abril pasado.

 

En esta Iglesia se reúnen regularmente personas con conductas a favor de la agresión, la hostilidad, la violencia y el extremismo contra Cuba.

 

Lo anterior nos permite ver porque USA guardó un silencio cómplice ante el ataque terrorista a la embajada en cubana en Washington, y nos devela algunas premisas fundamentales:

 

  1. La extrema derecha anticubana de la Florida, núcleo duro de Trump, está estrechamente vinculada con el terrorismo anticubano.

 

  1. USA mantiene el terrorismo como arma anticubana.

 

  1. Los grupos terroristas anticubanos son el principal soporte electoral de Trump en la Florida.

 

  1. Queda confirmado que EEUU tolera a instituciones e individuos que promueven el terrorismo contra Cuba.

 

  1. El gobierno americano y Trump tiene que dar explicaciones de sus vínculos con instituciones religiosas que promueven el terrorismo anticubano.

 

Se corrobora además que el pastor de esta Iglesia, Frank López, lugar donde se predica el terrorismo, mantiene contacto cercano con el senador Marcos Rubio, con el venezolano Carlos Vecchio, y con otras figuras de conocido extremismo contra Cuba y promotores de la agresión a ese país, incluido el ya mencionado congresista Díaz-Balart.

 

Por su parte, el terrorista Alexander Alazo Baró se asoció y conoció en esta Iglesia, con Leandro Pérez, ciudadano cubano, quien está a favor de acciones magnicidas en Cuba, contra el presidente Miguel Díaz Canel Bermúdez, contra Raúl Castro Ruz, y contra lugares oficiales de La Habana.

 

Una reunión como esta, con la atmósfera religiosa campante, no podía terminar sin recoger la ofrenda, cuyos contribuyentes fueron los más ricos y poderosos de la Florida. Más aun, cuando será Florida el escenario de la proclamación de Trump como candidato presidencial. Una derrota allí en noviembre sería mortal en su enfermiza obsesión reeleccionista.

 

Y es que lo desatinado de la campaña electoral de Trump, se evidencia también en que, en medio de una pandemia mundial, haya en USA “gente en la calle pidiendo justicia y cese de la discriminación y un presidente alentando a las fuerzas del odio y la xenofobia. Con una policía que sigue matando personas a mansalva, una crisis económica que golpea a millones y un número espeluznante de nuevos casos de Covid-19”.

 

Una terrible situación y testarudez presidencial: "La grave situación de la nación empeora por la ignorancia y la negación de Trump. Todavía afirma incorrectamente que el aumento en el número de casos se debe a más pruebas. Él dice falsa y cruelmente que "el 99%" de los casos son totalmente inofensivos". “El Presidente está desconectado de la realidad”.

 

Las unidades de cuidados intensivos del hospital están colapsadas desde Florida hasta California. A pesar de los heroicos esfuerzos de los trabajadores de la salud, la pandemia está fuera de control en la mayoría de USA, muchos estados están abrumados y luchando, y el número de muertos asciende cada día.

 

Mientras tanto, Trump calla y juega golf, vive y sueña pensando en su reelección, mientras el país zozobra en medio de la pandemia.

 

En síntesis, la obsesión de destruir la Revolución Bolivariana de Venezuela, la Sandinista de Nicaragua y la Martiana de Cuba se reflejó, una vez más, en la agenda del presidente Donald Trump durante su recorrido por el estado de la Florida, donde se reunió con grupos extremistas opuestos a la soberanía de esos países.

 

 

https://www.alainet.org/pt/node/208034?language=en
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