Camino a las ciencias sociales críticas
El Congreso Centroamericano de Sociología
30/10/2006
- Opinión
Durante la semana pasada en Antigua Guatemala se llevó a cabo el décimo Congreso Centroamericano de Sociología y primero Nacional. Fue un esfuerzo por continuar las discusiones académicas entre profesionales y estudiantes de sociología en torno a temas de interés para la región. Debido a la historia de los países centroamericanos, la democracia y la democratización siguen siendo temas de la agenda de discusión. En los primeros Congresos, en las dos décadas anteriores, el tema giraba en torno al cómo, ¿cómo democratizar las sociedades de la región? ¿Cómo hacer la transición de regímenes militares a democráticos? En el recién finalizado Congreso, el tema central fue constituido por los procesos de reconfiguración de los países de Centroamérica en el nuevo siglo, de cara al futuro, es decir, las preguntas ya superaron el cómo y se orientan a responder por qué, para qué, hacia dónde. Estos procesos han sido caracterizados como complejos, y abarcan las diferentes esferas de la vida social, económica, cultural y política de los siete países de la región. El fin era hacer una reflexión teórica y al mismo tiempo, hacer propuestas desde las particulares visiones y potenciales de cada sociólogo y socióloga.
A partir de este eje transversal, para el Congreso se definieron diferentes ejes temáticos de discusión, lo que amplió el abanico de abordajes en las ponencias presentadas por hombres y mujeres dedicados a las ciencias sociales y provenientes de Guatemala, El Salvador, Costa Rica, Honduras, Panamá, Nicaragua, Francia, México, República Dominicana, Bolivia, Argentina, Chile, España e Inglaterra. Desde los diferentes aportes de los y las expositoras, se puede ver que Centroamérica permanece sin lograr resolver sus problemas estructurales históricos que se reflejan en la pobreza, la desigualdad en acceso a recursos y servicios, el desempleo, la amplia brecha entre ricos y pobres, la precariedad laboral, el cuentapropismo como forma de sobrevivencia, el racismo, y, más recientemente, una lucha por los recursos naturales y la defensa de los territorios comunitarios, étnicos, municipales o nacionales.
A partir de las preocupaciones “históricas” (entre comillas) de la sociología y de las nuevas corrientes teóricas, los ejes temáticos se centraron en: el pensamiento sociológico de la región, el desarrollo, los movimientos sociales, la democracia y la ciudadanía, la cultura y los imaginarios sociales.
Entender es el fin último de quien se dedica a la sociología. Y en esta tarea, nos dicen los sociólogos clásicos, debe regir la objetividad. Una objetividad como sinónimo de neutralidad: evitar que los valores, prejuicios, preferencias e ideología entren en la investigación sociológica. A Weber, Comte, St. Simon y todos los que les siguen sin cuestionarlos, les proponemos las siguientes reflexiones: ¿no están presentes todos estos elementos desde la mera escogencia del tema a investigar? ¿Despojarse de todos estos rasgos completamente humanos no es una pretensión de no ser parte de la realidad, de ser seres superiores y ajenos a ella, capaces de verla desde una óptica alejada pero empática?
Peter Berger dijo “el sociólogo es un utópico pedante”. Un utópico porque sueña con una sociedad mejor, puede, a partir de develar las causas y procesos internos de situaciones actuales, vislumbrar un horizonte donde exista una sociedad más acorde a aquello que considera su utopía. Y es un pedante porque tiene que dominar datos, métodos, historia, valores y teorías, porque es, al final de cuentas, un científico. Pero, siguiendo con las reflexiones anteriores, no puede ser tan pedante que sea acrítico sobre su tarea, sus teorías y sus conclusiones. No puede dejarse llevar a creer que conoce las leyes de la sociedad porque la realidad es siempre cambiante. Estas trampas del proclamado pensamiento único niegan una verdad compleja, pero verdad al fin: quien investiga la realidad desde las ciencias sociales es parte de esa misma realidad que investiga. Es responsable, junto con los sujetos de su investigación, de la construcción de esa misma realidad.
Por ello no puede existir ciencia aséptica. No puede existir una torre de cristal desde la que se observa la realidad. No se puede negar el papel de la ideología en la epistemología. Somos, como científicos sociales, hombres y mujeres, responsables de lo que afirmamos sobre lo que observamos. Y es desde estas afirmaciones que podemos apostarle a la construcción de una realidad donde los problemas estructurales se vayan resolviendo.
Guatemala tiene para este período la presidencia de la Asociación Centroamericana de Sociología -ACAS. A la academia centroamericana, y especialmente a la guatemalteca, le toca, entonces, la tarea de llevar el pensamiento sociológico de la región a ser una fuente de constantes aportes en la construcción de una realidad donde la mayoría no tenga que solamente sobrevivir cada día, sino que pueda tener una vida digna.
Desde este espacio felicitamos a la compañera de AVANCSO Lily Muñoz por haber sido electa presidenta de la ACAS y nos congratulamos por poder ser parte de este esfuerzo de llevar a las ciencias sociales de ser meras observadoras neutras a ser ciencias críticas responsables de la realidad que construimos.
- Ana López Molina (Área de Estudios sobre el Campesinado de AVANCSO)
Fuente: Asociación para el Avance de las Ciencias Sociales en Guatemala (AVANCSO)
http://www.avancso.org.gt
A partir de este eje transversal, para el Congreso se definieron diferentes ejes temáticos de discusión, lo que amplió el abanico de abordajes en las ponencias presentadas por hombres y mujeres dedicados a las ciencias sociales y provenientes de Guatemala, El Salvador, Costa Rica, Honduras, Panamá, Nicaragua, Francia, México, República Dominicana, Bolivia, Argentina, Chile, España e Inglaterra. Desde los diferentes aportes de los y las expositoras, se puede ver que Centroamérica permanece sin lograr resolver sus problemas estructurales históricos que se reflejan en la pobreza, la desigualdad en acceso a recursos y servicios, el desempleo, la amplia brecha entre ricos y pobres, la precariedad laboral, el cuentapropismo como forma de sobrevivencia, el racismo, y, más recientemente, una lucha por los recursos naturales y la defensa de los territorios comunitarios, étnicos, municipales o nacionales.
A partir de las preocupaciones “históricas” (entre comillas) de la sociología y de las nuevas corrientes teóricas, los ejes temáticos se centraron en: el pensamiento sociológico de la región, el desarrollo, los movimientos sociales, la democracia y la ciudadanía, la cultura y los imaginarios sociales.
Entender es el fin último de quien se dedica a la sociología. Y en esta tarea, nos dicen los sociólogos clásicos, debe regir la objetividad. Una objetividad como sinónimo de neutralidad: evitar que los valores, prejuicios, preferencias e ideología entren en la investigación sociológica. A Weber, Comte, St. Simon y todos los que les siguen sin cuestionarlos, les proponemos las siguientes reflexiones: ¿no están presentes todos estos elementos desde la mera escogencia del tema a investigar? ¿Despojarse de todos estos rasgos completamente humanos no es una pretensión de no ser parte de la realidad, de ser seres superiores y ajenos a ella, capaces de verla desde una óptica alejada pero empática?
Peter Berger dijo “el sociólogo es un utópico pedante”. Un utópico porque sueña con una sociedad mejor, puede, a partir de develar las causas y procesos internos de situaciones actuales, vislumbrar un horizonte donde exista una sociedad más acorde a aquello que considera su utopía. Y es un pedante porque tiene que dominar datos, métodos, historia, valores y teorías, porque es, al final de cuentas, un científico. Pero, siguiendo con las reflexiones anteriores, no puede ser tan pedante que sea acrítico sobre su tarea, sus teorías y sus conclusiones. No puede dejarse llevar a creer que conoce las leyes de la sociedad porque la realidad es siempre cambiante. Estas trampas del proclamado pensamiento único niegan una verdad compleja, pero verdad al fin: quien investiga la realidad desde las ciencias sociales es parte de esa misma realidad que investiga. Es responsable, junto con los sujetos de su investigación, de la construcción de esa misma realidad.
Por ello no puede existir ciencia aséptica. No puede existir una torre de cristal desde la que se observa la realidad. No se puede negar el papel de la ideología en la epistemología. Somos, como científicos sociales, hombres y mujeres, responsables de lo que afirmamos sobre lo que observamos. Y es desde estas afirmaciones que podemos apostarle a la construcción de una realidad donde los problemas estructurales se vayan resolviendo.
Guatemala tiene para este período la presidencia de la Asociación Centroamericana de Sociología -ACAS. A la academia centroamericana, y especialmente a la guatemalteca, le toca, entonces, la tarea de llevar el pensamiento sociológico de la región a ser una fuente de constantes aportes en la construcción de una realidad donde la mayoría no tenga que solamente sobrevivir cada día, sino que pueda tener una vida digna.
Desde este espacio felicitamos a la compañera de AVANCSO Lily Muñoz por haber sido electa presidenta de la ACAS y nos congratulamos por poder ser parte de este esfuerzo de llevar a las ciencias sociales de ser meras observadoras neutras a ser ciencias críticas responsables de la realidad que construimos.
- Ana López Molina (Área de Estudios sobre el Campesinado de AVANCSO)
Fuente: Asociación para el Avance de las Ciencias Sociales en Guatemala (AVANCSO)
http://www.avancso.org.gt
https://www.alainet.org/de/node/117919
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