Un argentino y la paz
16/11/2006
- Opinión
Carlos Alberto Saavedra Lamas fue el primer argentino y latinoamericano galardonado con un Premio Nobel. Nació el 1 de noviembre de 1878 en Buenos Aires, cursó estudios de Derecho y desempeñó el cargo de catedrático en las universidades de La Plata y Buenos Aires.
Fue secretario general de la Municipalidad de Buenos Aires y en 1908 ocupó la banca de diputado, tarea que desempeñó hasta 1915. Años después fue ministro de Justicia e Instrucción Pública y de Relaciones Exteriores.
Fue también presidente de la Liga de las Naciones, la primera organización internacional con vocación universal y predecesora de las Naciones Unidas, y también presidente de la Asamblea Anual de la Organización Internacional del Trabajo.
Saavedra Lamas tuvo a su cargo la organización y la presidencia del comité internacional de mediación en la Guerra del Chaco, en el que también participaron Brasil, Chile, Perú, Uruguay y Estados Unidos. Las tareas llevadas adelante por dicho comité aseguró el armisticio del 12 de junio de 1935, y más tarde tuvo parte esencial en las negociaciones que originaron un tratado de paz permanente.
En 1936, como reconocimiento a su actuación, se le concedió el Premio Nobel de la Paz. Este año, pese al silencio oficial y a la amnesia colectiva, se festeja el 70 aniversario de ese momento tan significativo para los argentinos y para la paz internacional.
Haber contribuido de tal modo a la finalización de la Guerra del Chaco no fue un hecho menor. Aquélla se libró desde 1932 hasta 1935 entre Bolivia y Paraguay, y estuvo orientada al control de la región del Chaco boreal, el que pese a su aridez y escasa población tiene un valor estratégico por su proximidad al río Paraguay.
El dominio del río suponía una ventaja crucial para los únicos dos países no costeros de Sudamérica y una cuestión nacional para Bolivia, que había perdido el acceso al océano Pacífico en la llamada Guerra del Pacífico de 1879.
La del Chaco fue la primera guerra moderna en la historia de Latinoamérica. El enorme despliegue de material bélico y municiones no tuvo comparación con ningún otro conflicto en la región a lo largo del siglo, ni siquiera con la Guerra de Malvinas.
Durante tres años, 250.000 soldados bolivianos y 150.000 paraguayos se enfrentaron en los cañadones chaqueños. La malaria y otras enfermedades, al igual que la falta de agua, diezmaron más los ejércitos que las balas. En lo económico, la guerra fue un desastre para ambos países. Y para peor, años después se descubrió que no existían los ansiados yacimientos petrolíferos esperados en la precordillera boliviana del Chaco.
Saavedra Lamas supo interpretar la necesidad de contribuir, desde el sur del mundo, a los esfuerzos por una paz duradera que venían gestándose en la escena internacional desde décadas anteriores. Prueba de ello resultaron ser las Conferencias de Paz de La Haya de 1899 y 1907, las iniciativas de la Sociedad de las Naciones (1919/1939) y el Tratado General de Renuncia a la Guerra, o Pacto de París, de 1928.
Nuestro primer Premio Nobel se encolumnó así detrás del tucumano Juan Bautista Alberdi, quien medio siglo antes había escrito su emblemática obra "El crimen de la guerra". Uno y otro encontraron razón, finalmente, cuando en 1945 la Carta de las Naciones Unidas proscribió definitivamente el uso y la amenaza de la fuerza en las relaciones internacionales.
Setenta años después de recibir el Premio Nobel, Carlos Alberto Saavedra Lamas sigue siendo un notable referente para la paz internacional. Máxime si se tiene en cuenta la dramática actualidad de la guerra y de los siempre pérfidos argumentos con los que se pretende su justificación.
- Martin Lozada es juez de Instrucción y profesor de Derecho Internacional Universidad FASTA, Bariloche.
Fue secretario general de la Municipalidad de Buenos Aires y en 1908 ocupó la banca de diputado, tarea que desempeñó hasta 1915. Años después fue ministro de Justicia e Instrucción Pública y de Relaciones Exteriores.
Fue también presidente de la Liga de las Naciones, la primera organización internacional con vocación universal y predecesora de las Naciones Unidas, y también presidente de la Asamblea Anual de la Organización Internacional del Trabajo.
Saavedra Lamas tuvo a su cargo la organización y la presidencia del comité internacional de mediación en la Guerra del Chaco, en el que también participaron Brasil, Chile, Perú, Uruguay y Estados Unidos. Las tareas llevadas adelante por dicho comité aseguró el armisticio del 12 de junio de 1935, y más tarde tuvo parte esencial en las negociaciones que originaron un tratado de paz permanente.
En 1936, como reconocimiento a su actuación, se le concedió el Premio Nobel de la Paz. Este año, pese al silencio oficial y a la amnesia colectiva, se festeja el 70 aniversario de ese momento tan significativo para los argentinos y para la paz internacional.
Haber contribuido de tal modo a la finalización de la Guerra del Chaco no fue un hecho menor. Aquélla se libró desde 1932 hasta 1935 entre Bolivia y Paraguay, y estuvo orientada al control de la región del Chaco boreal, el que pese a su aridez y escasa población tiene un valor estratégico por su proximidad al río Paraguay.
El dominio del río suponía una ventaja crucial para los únicos dos países no costeros de Sudamérica y una cuestión nacional para Bolivia, que había perdido el acceso al océano Pacífico en la llamada Guerra del Pacífico de 1879.
La del Chaco fue la primera guerra moderna en la historia de Latinoamérica. El enorme despliegue de material bélico y municiones no tuvo comparación con ningún otro conflicto en la región a lo largo del siglo, ni siquiera con la Guerra de Malvinas.
Durante tres años, 250.000 soldados bolivianos y 150.000 paraguayos se enfrentaron en los cañadones chaqueños. La malaria y otras enfermedades, al igual que la falta de agua, diezmaron más los ejércitos que las balas. En lo económico, la guerra fue un desastre para ambos países. Y para peor, años después se descubrió que no existían los ansiados yacimientos petrolíferos esperados en la precordillera boliviana del Chaco.
Saavedra Lamas supo interpretar la necesidad de contribuir, desde el sur del mundo, a los esfuerzos por una paz duradera que venían gestándose en la escena internacional desde décadas anteriores. Prueba de ello resultaron ser las Conferencias de Paz de La Haya de 1899 y 1907, las iniciativas de la Sociedad de las Naciones (1919/1939) y el Tratado General de Renuncia a la Guerra, o Pacto de París, de 1928.
Nuestro primer Premio Nobel se encolumnó así detrás del tucumano Juan Bautista Alberdi, quien medio siglo antes había escrito su emblemática obra "El crimen de la guerra". Uno y otro encontraron razón, finalmente, cuando en 1945 la Carta de las Naciones Unidas proscribió definitivamente el uso y la amenaza de la fuerza en las relaciones internacionales.
Setenta años después de recibir el Premio Nobel, Carlos Alberto Saavedra Lamas sigue siendo un notable referente para la paz internacional. Máxime si se tiene en cuenta la dramática actualidad de la guerra y de los siempre pérfidos argumentos con los que se pretende su justificación.
- Martin Lozada es juez de Instrucción y profesor de Derecho Internacional Universidad FASTA, Bariloche.
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