Kirchner ante una encrucijada electoral

¿Por qué la lúmpen derecha arrasó en Buenos Aires?

05/06/2007
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En buena medida, el resultado expresó las características de la sociedad capitalina –segundo distrito electoral del país –, pero también las múltiples disputas que se registran a nivel nacional.

El 45 por ciento de los votos en el segundo distrito electoral del país a favor de una derecha que más tiene de lúmpen que de derecha, con un 20 por ciento de distancia respecto de las dos fuerzas autoproclamadas de centro – izquierda (una impulsada por el presidente Néstor Kirchner y la otra por el gobernante metropolitano saliente, Jorge Telerman), no es un dato si se entiende a la política como una herramienta para mejorar las condiciones de vida materiales y no materiales de la sociedad.

En primer lugar ciertas aclaraciones conceptuales. El candidato en la primera vuelta electoral por la jefatura de gobierno de la ciudad capital y por la renovación de su cámara legislativa, el empresario del fútbol Mauricio Macri, es más un gestor de negocios para su grupo familiar y aliados que un líder orgánico, con propuestas de derecha.

Su neoliberalismo es funcional a una matriz que comparte en forma histórica la burguesía argentina: la utilización de las estructuras políticas, económicas y financieras del Estado para la realización de negocios de alta velocidad y con poco riesgo empresario. Por eso en este artículo se habla de lúmpen derecha.

Esa característica de las clases sociales hegemónicas se plasmó en una verdadera matriz cultural de la denomina corporación política que ocupa casi la totalidad de los cargos gubernamentales desde el primer gobierno constitucional que sucedió a la dictadura militar (1976-1983), mediante reiteradas mutaciones, impuestas por las variantes coyunturales y cíclicas del capitalismo y, por consiguiente expresadas en el comportamiento político del bloque de poder.

Las referidas mutaciones han tenido – y tienen lugar –tanto en el plano de los discursos como en el de los alineamientos políticos y electorales. Una mayoría abrumadora de fuerzas políticas, corporaciones privadas e incluso sindicales, dirigentes y funcionarios gubernamentales de distintos niveles y jurisdicciones son protagonistas decisivos del “modelo” desde principios de la pasada década del ´80.

La corriente de cultura política de mayor influencia y eficacia desde hace más de medio siglo en Argentina es, sin lugar a dudas, el peronismo. Desde el peronismo se impulsaron procesos nacional –populares, en el seno del peronismo se expresaron movimientos revolucionarias y reacciones fascistas. Desde el peronismo se implantó la década de plomo de neoliberalismo, durante los dos mandatos presidenciales de Carlos Menem.

Y sólo el peronismo fue capaz de liderar una salida política reconstructora tras las crisis de finales de 2001 y 2002, reacondicionando al bloque de poder frente a los terremotos sociales y políticos que fueron respuestas, casi en cada rincón de América Latina, a la furia neoliberal de los años ´90.

Ese es el escenario que Kirchner supo leer con claridad, como emergencia actual del peronismo, y encabezando un gobierno nacional aglutinante tras políticas de crecimiento económico, en buena medida explicables desde la compleja trama de coyuntura nacionales, regionales y globales del sistema capitalista-imperialista, posicionamientos internacionales (MERCOSUR y alianza con Venezuela por ejemplo) y esfuerzos positivos en materia de derechos humanos, todos reclamos y aspiraciones que se habían instalado en la epidermis social mayoritaria.

Al ser el peronismo, como se señalara antes, la corriente de cultura política de mayor influencia y eficacia, es inevitable que sus líderes y referencias tiendan a dirimir cada escenario de tensión desde una perspectiva endógena o intestina, fenómeno que este país se denomina “la interna”.

Como en esa “interna” participan las expresiones de las más diversas facciones del bloque de poder e incluso fuerzas con aspiraciones contrahegemónicas que entienden a la “interna” peronista como el único escenario posible para dirimir en torno del poder real, es entonces que los gobiernos de matriz peronista casi siempre constituyen espacios atravesados por múltiples disputas.

Quizá sea esa última característica la que explique, en última instancia, la tendencia dentro del peronismo a visualizar como un proyecto posible el encarnado por el protagonista que logra la hegemonía en coyunturas de mayor o menos extensión en el tiempo. Es probable entonces que, dentro del tablero de múltiples facciones del bloque de poder, sea ese el factor que explique y en cierta medida le de contenido al denominado “proyecto Kirchner”.

Es dentro de esa lógica que podría entenderse la euforia del candidato kirchnerista a la jefatura de gobierno de Buenos Aires, Daniel Filmus –actual ministro de Educación nacional – el domingo por la noche, cuando sólo había conseguido algo mas del 23,7 de los votos, frente al 45,6 del empresario futbolístico, y proclamaba su confianza en dar vuelta ese resultado en la segunda vuelta electoral, prevista para el 24 de este mes.

Las encuestadoras no se animan a desconocerle esa posibilidad, aunque recuerdan que no se registran antecedentes de una segunda minoría en primera vuelta revirtiendo resultados cuando la brecha en cantidad de votos fue de semejante magnitud.

La lúmpen derecha ganó en todos los distritos de la ciudad capital y ella sola cosechó más votos que Filmus y Telerman juntos. Sin embargo, desde el gobierno nacional –el verdadero animador de la campaña del ministro de Educación es el propio Kirchner – hacen lecturas tales como que el éxito consistió en derrotar –tan sólo por tres puntos – a Telerman, quien hasta un mes y medio antes del comicio aspiraba a los favores presidenciales.

¿Pero acaso Macri ganó la primera vuelta en forma tan contundente porque la derecha conciente cuenta con mas del 45 por ciento de las voluntades capitalinas?

Es probable que no; que el empresario futbolístico haya sabido aprovechar la fatiga de un electorado de por sí lábil y no proclive al peronismo ante tanto confusionismo e idas y vueltas de dirigentes y candidatos que, en rigor de verdad, casi todos han participado en los últimos 10 años de gobiernos capitalinos.

Gobiernos capitalinos que, además, se alojaron en un espacio autodenominado progresista pero ajado y superpoblado de acrobacias oportunistas y sin capacidad de resolver los principales problemas de la población involucrada, problemas que, en su mayoría, requieren de una eficaz gestión comunal.

Además, la lúmpen derecha logro ese resultado porque el kirchnerismo no supo –probablemente no haya querido – aglutinar en una sola propuesta electoral al denominado espacio progresista, sobre todo porque privilegió las practicas endógenas, las disputas hacia el interior de su propia facción política, una verdadera tradición en la cultura política peronista.

Esta especie de microscopía que impera en la política argentina –abonada desde los grandes medios de comunicación hegemónicos, que silencian toda voz que no pertenezca a la matriz del poder – propone la no lectura de algunos fenómenos que sí deberían ser tenidos en cuenta.

El 30 por ciento de los ciudadanos habilitados para votar se abstuvo de hacerlo, en una marco histórico - político donde el abstencionismo nunca fue protagonista, entre otras cosas porque en Argentina el voto es obligatorio por ley. Ese abstencionismo se registró sobre todo en los segmentos juveniles.

Corresponde asimismo una reflexión sobre el conjunto de la izquierda que se expresa por fuera de la centro izquierda peronista y no peronista, que tuvo una actuación silenciada por los medios de comunicación pero más relevante de lo previsto.

Atomizada más de lo históricamente habitual, con serias incapacidades para trasladar sus practicas sociales a los espacios electorales, con discursos y prácticas anquilosadas y en muchos casos con dirigentes que quedaron atravesados por la cultura política dominante, la sumatoria de votos de todo ese espectro llegó al 7 por ciento.

Si se tienen en cuenta las circunstancias propias descritas y el hecho de que Filmus contara con el aparato del gobierno nacional y Telerman con el de la ciudad, apenas superando cada uno de ellos el 20 por ciento de los sufragios, esos 7 puntos de la izquierda al granel no dejan de ser significativos y les abre a esos agrupamiento una seria expectativa si es que se ponen en sintonía y encuentran una propuesta unitaria y audaz, al mismo tiempo que convincente de cara a la sociedad.

Pero como se afirmó en el primer párrafo de esta nota, el 45 por ciento de los votos en el segundo distrito electoral del país a favor de una derecha que más tiene de lúmpen que de derecha, no es un dato menor si se entiende a la política como una herramienta para mejorar las condiciones de vida materiales y no materiales de la sociedad.

Fuente: Agencia Periodística del MERCOSUR (APM), Mar del Plata / Argentina

http://www.prensamercosur.com.ar



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