Aunque lo niegue Benedicto XVI
Una prueba del genocidio español en América
20/06/2007
- Opinión
Un arqueólogo peruano encontró cerca de Lima los restos de un poblador originario muerto por un disparo de bala en la cabeza. Es la primera prueba material de la violencia utilizada por la cruz y la corona para arrasar con el imperio Inca.
Después de que el Papa Benedicto XVI asegurase en Brasil que la colonización de América Latina bajo la cruz católica “purificó a los aborígenes”, que el cristianismo se abrió camino "dialogando" y que la evangelización "no supuso en ningún momento una alienación de las culturas”, se develó ayer en Washington que un arqueólogo peruano encontró el primer cráneo de un indígena muerto por el disparo de bala de un conquistador español. Se trata de un hallazgo inédito: serían los primeros restos de un nativo que permitirían recrear de manera fiel el genocidio que sufrieron los pueblos originarios a manos de la corona de España. Se trata del primer caso conocido de una persona muerta por arma de fuego sobre este continente.
"Hasta ahora sólo teníamos los testimonios escritos de los cronistas españoles. Teníamos las descripciones, pero no las pruebas materiales. Esto es único", se enorgulleció el experto en excavaciones arqueológica Guillermo Cock, jefe del equipo que logró el descubrimiento.
El esqueleto estaba en un cementerio inca cerca de Lima, donde Cock halló otros 72 cuerpos. “La mitad de los cuerpos tienen rastros de heridas resultantes de una violencia extrema, inclusive se puede ver que algunos fueron masacrados", afirmó el académico.
Esta prueba fundamenta de manera objetiva la posición del presidente venezolano Hugo Chávez, quien acusó al sumo pontífice de ignorar el "holocausto" que siguió a la llegada de Cristóbal Colón a América en 1492. Por su parte líderes indígenas brasileños habían dicho que se sintieron ofendidos por los "arrogantes e irrespetuosos" comentarios del Papa.
Según el arqueólogo, el descubrimiento permitirá "determinar el tipo de armas usadas y el grado de violencia que se manifestó" en los combates del siglo XVI. Hasta ahora se sabe que el cráneo pertenece a un natural que habría sido fusilado en agosto de 1536 en la llamada Batalla del Cerco de Lima, según un equipo de peritos estadounidenses que lo analizaron.
En tanto, se dio a conocer que el impacto del proyectil de plomo produjo en el cráneo encontrado un orificio de entrada en la parte posterior y otro de salida por la cara. "El impacto no parece haber sido hecho por una bala de gran velocidad, fue una bala de hierro que siguió un recorrido elíptico, de altibajos, y hemos encontrado residuos de ese metal en los agujeros", explicó Cock en conferencia de prensa.
En sintonía con la idea de que la arqueología puede recrear momentos históricos ya sepultados por el paso de cientos de años, Cock explicó que “la víctima estaba corriendo, como escapándose, y allí es cuando recibió el impacto".
Además, por la presencia de rastros de hierro que los expertos encontraron en los bordes del agujero craneal, se pudo llegar a la conclusión que el disparo fue realizado con un mosquete, un arma de fuego que se comenzó a utilizar en Europa a principios del siglo XVI.
Si bien en Perú se guardan los restos de conquistadores como Francisco Pizarro, "no hemos tenido los restos de un solo nativo hasta ahora", dijo el explorador. Justamente, el hombre podría haber resultado muerto durante las luchas contra las fuerzas comandadas por el adelantado Pizarro, que asediaron Lima durante el verano de 1536. Esa batalla fue especialmente violenta porque los españoles estaban urgidos por un triunfo bélico tras varias derrotas contra el poderoso imperio Inca.
Pizarro quizá haya sido uno los más sanguinarios conquistadores que llegaron a América. En la actualidad, es uno de los más repudiados por los descendientes de sangre incaica. Más allá de la codicia por el oro y la plata del Nuevo Mundo, Pizarro gustaba de los ahorcar o fusilar en público a sus oponentes a modo de escarmiento.
La excavación fue realizada entre 2004 y 2006. Luego, el cuerpo con el cráneo agujereado fue analizado con un microscopio electrónico por los científicos del Instituto Henry Lee de la localidad estadounidense de Connecticut.
Si bien no hay datos exactos sobre el brusco descenso de la población americana a partir de la llegada de los europeos, los datos más aceptados indican que se pasó de unos 80 a 90 millones de personas, en 1520, a apenas 12 a 15 millones en 1570. De lo que sí hay constancia es que 1492 marca la sumisión definitiva de la América profunda a los intereses económicos de las potencias dominantes. Y, como alguna vez escribió el uruguayo Eduardo Galeano, desde aquel 12 de octubre, “los indios de las Américas viven exiliados en su propia tierra”.
El descubrimiento arqueológico será objeto de una emisión televisiva especial en Estados Unidos el 26 de junio -que estará a cargo de una cadena pública- bajo el título de “La gran rebelión inca”. Se trata de una producción de la National Geographic.
Después de que el Papa Benedicto XVI asegurase en Brasil que la colonización de América Latina bajo la cruz católica “purificó a los aborígenes”, que el cristianismo se abrió camino "dialogando" y que la evangelización "no supuso en ningún momento una alienación de las culturas”, se develó ayer en Washington que un arqueólogo peruano encontró el primer cráneo de un indígena muerto por el disparo de bala de un conquistador español. Se trata de un hallazgo inédito: serían los primeros restos de un nativo que permitirían recrear de manera fiel el genocidio que sufrieron los pueblos originarios a manos de la corona de España. Se trata del primer caso conocido de una persona muerta por arma de fuego sobre este continente.
"Hasta ahora sólo teníamos los testimonios escritos de los cronistas españoles. Teníamos las descripciones, pero no las pruebas materiales. Esto es único", se enorgulleció el experto en excavaciones arqueológica Guillermo Cock, jefe del equipo que logró el descubrimiento.
El esqueleto estaba en un cementerio inca cerca de Lima, donde Cock halló otros 72 cuerpos. “La mitad de los cuerpos tienen rastros de heridas resultantes de una violencia extrema, inclusive se puede ver que algunos fueron masacrados", afirmó el académico.
Esta prueba fundamenta de manera objetiva la posición del presidente venezolano Hugo Chávez, quien acusó al sumo pontífice de ignorar el "holocausto" que siguió a la llegada de Cristóbal Colón a América en 1492. Por su parte líderes indígenas brasileños habían dicho que se sintieron ofendidos por los "arrogantes e irrespetuosos" comentarios del Papa.
Según el arqueólogo, el descubrimiento permitirá "determinar el tipo de armas usadas y el grado de violencia que se manifestó" en los combates del siglo XVI. Hasta ahora se sabe que el cráneo pertenece a un natural que habría sido fusilado en agosto de 1536 en la llamada Batalla del Cerco de Lima, según un equipo de peritos estadounidenses que lo analizaron.
En tanto, se dio a conocer que el impacto del proyectil de plomo produjo en el cráneo encontrado un orificio de entrada en la parte posterior y otro de salida por la cara. "El impacto no parece haber sido hecho por una bala de gran velocidad, fue una bala de hierro que siguió un recorrido elíptico, de altibajos, y hemos encontrado residuos de ese metal en los agujeros", explicó Cock en conferencia de prensa.
En sintonía con la idea de que la arqueología puede recrear momentos históricos ya sepultados por el paso de cientos de años, Cock explicó que “la víctima estaba corriendo, como escapándose, y allí es cuando recibió el impacto".
Además, por la presencia de rastros de hierro que los expertos encontraron en los bordes del agujero craneal, se pudo llegar a la conclusión que el disparo fue realizado con un mosquete, un arma de fuego que se comenzó a utilizar en Europa a principios del siglo XVI.
Si bien en Perú se guardan los restos de conquistadores como Francisco Pizarro, "no hemos tenido los restos de un solo nativo hasta ahora", dijo el explorador. Justamente, el hombre podría haber resultado muerto durante las luchas contra las fuerzas comandadas por el adelantado Pizarro, que asediaron Lima durante el verano de 1536. Esa batalla fue especialmente violenta porque los españoles estaban urgidos por un triunfo bélico tras varias derrotas contra el poderoso imperio Inca.
Pizarro quizá haya sido uno los más sanguinarios conquistadores que llegaron a América. En la actualidad, es uno de los más repudiados por los descendientes de sangre incaica. Más allá de la codicia por el oro y la plata del Nuevo Mundo, Pizarro gustaba de los ahorcar o fusilar en público a sus oponentes a modo de escarmiento.
La excavación fue realizada entre 2004 y 2006. Luego, el cuerpo con el cráneo agujereado fue analizado con un microscopio electrónico por los científicos del Instituto Henry Lee de la localidad estadounidense de Connecticut.
Si bien no hay datos exactos sobre el brusco descenso de la población americana a partir de la llegada de los europeos, los datos más aceptados indican que se pasó de unos 80 a 90 millones de personas, en 1520, a apenas 12 a 15 millones en 1570. De lo que sí hay constancia es que 1492 marca la sumisión definitiva de la América profunda a los intereses económicos de las potencias dominantes. Y, como alguna vez escribió el uruguayo Eduardo Galeano, desde aquel 12 de octubre, “los indios de las Américas viven exiliados en su propia tierra”.
El descubrimiento arqueológico será objeto de una emisión televisiva especial en Estados Unidos el 26 de junio -que estará a cargo de una cadena pública- bajo el título de “La gran rebelión inca”. Se trata de una producción de la National Geographic.
Fuente: Agencia Periodística del MERCOSUR (APM), Mar del Plata / Argentina
http://www.prensamercosur.com.ar
https://www.alainet.org/es/active/18195
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