Gira por países nórdicos
A paso firme, Lula continúa con la diplomacia del etanol
11/09/2007
- Opinión
Eligió el norte europeo para presentar los agrocombustibles en un mercado que promete demanda futura. También busca inversores que financien el crecimiento de Brasil y apoyo para sus banderas diplomáticas.
Después de fomentar la producción de agrocombustibles en el continente americano en alianza estratégica con George Bush, el presidente brasileño Luiz Inácio Lula Da Silva comenzó una gira por cinco países del norte europeo para, en primer lugar, presentar su programa energético de base vegetal en un mercado que demanda y demandará etanol debido a los compromisos ambientales que allí han asumido. Como objetivos secundarios aparecen financiar el desarrollo de Brasil y sustento para sus iniciativas en política exterior.
En la segunda etapa del viaje, el mandatario brasileño estuvo ayer en Suecia donde firmó un memorando de entendimiento para promover el uso de agrocombustibles e “impulsar la creación de un mercado mundial”. El documento fue rubricado por la ministra de Industria sueca, Maud Olofsson, y el ministro de Relaciones Exteriores visitante, Celso Amorim.
“Brasil y Suecia se comprometieron por el acuerdo a incrementar la colaboración entre investigadores y empresas de ambos países con vistas a desarrollar técnicas mejores y más efectivas para lograr una producción sostenible”, señaló el Gobierno sueco en un comunicado.
Los suecos pretenden para 2020 suprimir el uso de derivados del petróleo y por ahora no tienen condiciones para producir en gran escala.
El primer país del itinerario fue Finlandia, donde el lunes Da Silva mostró las ventajas futuras de obtener combustible a partir de la caña de azúcar y recibió el apoyo político de la presidenta escandinava, Tarja Halonen, en las dos batallas que le quitan el sueño a la diplomacia de Brasil: conseguir una asiento permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU y destrabar la Ronda de Doha a favor de los países emergentes, que pretenden liberar el comercio del los productos agrícolas.
Los finlandeses, que ya compran etanol brasileño, se mostraron dispuestos a ampliar sus importaciones. "Finlandia está muy interesada en los biocombustibles producidos en Brasil; hoy hemos brindado dos veces con bebidas sin alcohol, porque actualmente todo el alcohol se dedica a producir biocombustibles", afirmó Halonen en tono de broma.
Según un cable de la estatal noticiosa Agencia Brasil, Da Silva “enseñará los beneficios del etanol en la región del planeta más preocupada por el medio ambiente: el norte del viejo continente”, una afirmación que resulta una verdad a medias. Finlandia, por ejemplo, eliminó fronteras adentro las industrias contaminantes para ubicarlas en el tercer mundo, donde se dedica a instalar fábricas de pasta de celulosa para alimentar la producción de papel. Fueron capitales finlandeses los que construyeron la pastera en el margen uruguayo del Río Uruguay, la cual amenaza con destruir la cuenca citrícola más importante de Argentina y poner en riego a las poblaciones de Fray Bentos y Gualeguaychú, respectivamente.
También es de esa bandera el 50 por ciento de la planta de celulosa Veracel, que funciona en el brasileño estado de Bahía, la cual fue denunciada por esa gobernación por el delito de “crimen ambiental”. Según la presentación, la firma había usado un herbicida formulado a base de glifosato en más de 30 hectáreas de un área que debe ser preservada.
Esta nueva etapa de la diplomacia del etanol se completará en los próximos días con los arribos a Dinamarca (hoy) y Noruega (mañana), en lo que representa la primera visita de Estado de un mandatario brasileño a estos cuatro países nórdicos. Esa situación obliga a Da Silva mantener encuentros con sus iguales y con los presidentes de los parlamentos.
Noruegos y daneses, como productores de crudo y gas, son autosuficientes en sus necesidades energéticas, pero buscan alternativas “limpias” a los carburantes fósiles.
“Vamos a hacer presentaciones sobre la experiencia pionera de Brasil. Ellos precisan cumplir las recomendaciones de la Unión Europea de reducción de la emisión de gases y de incorporación de etanol a la gasolina”, explicó una funcionaria de la cancillería con sede en Brasilia.
Europa fijó algunas metas para tratar de revertir el efecto invernadero, como adicionar el 6 por ciento de etanol a la nafta para automóviles antes el 2010, substituir el 10 por ciento de todo el combustible utilizado por energías renovables –en la actualidad es del 1 por ciento-.
En tanto, en Noruega, Da Silva analizará la situación de Haití y expresará su deseo de realizar emprendimientos conjuntos para fomentar el desarrollo en ese empobrecido país. Además, en lo que resta, tratará de reunir más consenso para lograr la eliminación de los subsidios y de las barreras arancelarias que los países industrializados usan para proteger su producción agrícola.
Por otro lado, Da Silva quiere aprovechar su recorrida para conseguir inversores interesados en financiar el Programa de Aceleración del Crecimiento (PAC), un esquema que prevé desembolsos de 250 mil millones de dólares en obras públicas e infraestructura industrial a partir del aporte del sector privado. El PAC, pensado a la vieja usanza desarrollista, es una de las cartas más fuertes que el Jefe de Gobierno jugó para su segundo mandato pero que todavía no ha tenido el éxito prometido.
El PAC será tratado, en paralelo a la estadía presidencial, en seminarios empresariales con la presencia de ejecutivos brasileños y locales pertenecientes a las ramas del comercio y de la industria.
La comitiva luso parlante incluye medio centenar de empresarios, lo que demuestra la histórica unión entre el Estado y el sector industrial, donde el primero es el facilitador y aval del segundo. Así fue como, durante la década del sesenta, los capitanes industriales de San Pablo se expandieron exponencialmente en convivencia con el gobierno militar de entonces, que disciplinaba a la clase obrera y a los militantes políticos mientras la renta se distribuía de forma desigual y se consolidaba un sistema productivo que, con las diferencias del caso, aún impera. Es decir, Brasil apostó siempre a un desarrollismo que harto enriqueció a un sector y excluyó a otro.
Por otra parte, Da Silva quiere intensificar el intercambio comercial con esa región – el año pasado fue de 3900 millones de dólares-, ya que representa sólo el 1,7 por ciento del comercio brasileño con el mundo y ninguna de las naciones anfitrionas está entre los 10 primeros compradores o vendedores de Brasil.
“Se trata de países que, si bien son pequeños, tienen un alto poder adquisitivo, y ahora abren la posibilidad de diversificar, de salir un poco de los productos tradicionales como los primarios e incluir ítems de mayor valor agregado”, declaró una fuente oficial.
Luego, la semana que viene, Da Silva no regresará al Cono Sur sino que partirá para España para entrevistarse en Madrid con el jefe del ejecutivo José Luis Rodríguez Zapatero y con el rey Juan Carlos. Allí también se moverá en busca de inversiones y por la ampliación del mercado de los mal llamados “biocombustibles”.
Esa denominación pretende confundirlos por combustibles preocupados por la vida, o cualquier combinación etimológica posible, cuando en términos concretos, en la actualidad, quienes están a la vanguardia de la materia, Brasil y los Estados Unidos, usan para conseguir etanol productos agrícolas sensibles a la dieta alimenticia de Latinoamérica.
"Con España nos unen lazos culturales e históricos, y es un país con el que tenemos relaciones modelo", dijo la responsable de los asuntos europeos en Itamaraty (cancillería brasileña), María Fontenele Reis, y anticipó que Da Silva firmará con Zapatero acuerdos de cooperación científica y tecnológica.
Asimismo, Reis no confirmó si las conversaciones bilaterales incluirán el interés español en la instalación de un puerto de trasbordo para su flota pesquera en el nordeste brasileño.
Desde 1998, cuando el entonces presidente Fernando Henrique Cardoso comenzó el proceso privatizador, España se situó como uno de los principales inversores en el mercado brasileño. Ese año llegó a ser el número uno en esa lista al mantener el 22 por ciento de las inversiones externas. Y, desde 2006, ocupa el tercer lugar.
Después de fomentar la producción de agrocombustibles en el continente americano en alianza estratégica con George Bush, el presidente brasileño Luiz Inácio Lula Da Silva comenzó una gira por cinco países del norte europeo para, en primer lugar, presentar su programa energético de base vegetal en un mercado que demanda y demandará etanol debido a los compromisos ambientales que allí han asumido. Como objetivos secundarios aparecen financiar el desarrollo de Brasil y sustento para sus iniciativas en política exterior.
En la segunda etapa del viaje, el mandatario brasileño estuvo ayer en Suecia donde firmó un memorando de entendimiento para promover el uso de agrocombustibles e “impulsar la creación de un mercado mundial”. El documento fue rubricado por la ministra de Industria sueca, Maud Olofsson, y el ministro de Relaciones Exteriores visitante, Celso Amorim.
“Brasil y Suecia se comprometieron por el acuerdo a incrementar la colaboración entre investigadores y empresas de ambos países con vistas a desarrollar técnicas mejores y más efectivas para lograr una producción sostenible”, señaló el Gobierno sueco en un comunicado.
Los suecos pretenden para 2020 suprimir el uso de derivados del petróleo y por ahora no tienen condiciones para producir en gran escala.
El primer país del itinerario fue Finlandia, donde el lunes Da Silva mostró las ventajas futuras de obtener combustible a partir de la caña de azúcar y recibió el apoyo político de la presidenta escandinava, Tarja Halonen, en las dos batallas que le quitan el sueño a la diplomacia de Brasil: conseguir una asiento permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU y destrabar la Ronda de Doha a favor de los países emergentes, que pretenden liberar el comercio del los productos agrícolas.
Los finlandeses, que ya compran etanol brasileño, se mostraron dispuestos a ampliar sus importaciones. "Finlandia está muy interesada en los biocombustibles producidos en Brasil; hoy hemos brindado dos veces con bebidas sin alcohol, porque actualmente todo el alcohol se dedica a producir biocombustibles", afirmó Halonen en tono de broma.
Según un cable de la estatal noticiosa Agencia Brasil, Da Silva “enseñará los beneficios del etanol en la región del planeta más preocupada por el medio ambiente: el norte del viejo continente”, una afirmación que resulta una verdad a medias. Finlandia, por ejemplo, eliminó fronteras adentro las industrias contaminantes para ubicarlas en el tercer mundo, donde se dedica a instalar fábricas de pasta de celulosa para alimentar la producción de papel. Fueron capitales finlandeses los que construyeron la pastera en el margen uruguayo del Río Uruguay, la cual amenaza con destruir la cuenca citrícola más importante de Argentina y poner en riego a las poblaciones de Fray Bentos y Gualeguaychú, respectivamente.
También es de esa bandera el 50 por ciento de la planta de celulosa Veracel, que funciona en el brasileño estado de Bahía, la cual fue denunciada por esa gobernación por el delito de “crimen ambiental”. Según la presentación, la firma había usado un herbicida formulado a base de glifosato en más de 30 hectáreas de un área que debe ser preservada.
Esta nueva etapa de la diplomacia del etanol se completará en los próximos días con los arribos a Dinamarca (hoy) y Noruega (mañana), en lo que representa la primera visita de Estado de un mandatario brasileño a estos cuatro países nórdicos. Esa situación obliga a Da Silva mantener encuentros con sus iguales y con los presidentes de los parlamentos.
Noruegos y daneses, como productores de crudo y gas, son autosuficientes en sus necesidades energéticas, pero buscan alternativas “limpias” a los carburantes fósiles.
“Vamos a hacer presentaciones sobre la experiencia pionera de Brasil. Ellos precisan cumplir las recomendaciones de la Unión Europea de reducción de la emisión de gases y de incorporación de etanol a la gasolina”, explicó una funcionaria de la cancillería con sede en Brasilia.
Europa fijó algunas metas para tratar de revertir el efecto invernadero, como adicionar el 6 por ciento de etanol a la nafta para automóviles antes el 2010, substituir el 10 por ciento de todo el combustible utilizado por energías renovables –en la actualidad es del 1 por ciento-.
En tanto, en Noruega, Da Silva analizará la situación de Haití y expresará su deseo de realizar emprendimientos conjuntos para fomentar el desarrollo en ese empobrecido país. Además, en lo que resta, tratará de reunir más consenso para lograr la eliminación de los subsidios y de las barreras arancelarias que los países industrializados usan para proteger su producción agrícola.
Por otro lado, Da Silva quiere aprovechar su recorrida para conseguir inversores interesados en financiar el Programa de Aceleración del Crecimiento (PAC), un esquema que prevé desembolsos de 250 mil millones de dólares en obras públicas e infraestructura industrial a partir del aporte del sector privado. El PAC, pensado a la vieja usanza desarrollista, es una de las cartas más fuertes que el Jefe de Gobierno jugó para su segundo mandato pero que todavía no ha tenido el éxito prometido.
El PAC será tratado, en paralelo a la estadía presidencial, en seminarios empresariales con la presencia de ejecutivos brasileños y locales pertenecientes a las ramas del comercio y de la industria.
La comitiva luso parlante incluye medio centenar de empresarios, lo que demuestra la histórica unión entre el Estado y el sector industrial, donde el primero es el facilitador y aval del segundo. Así fue como, durante la década del sesenta, los capitanes industriales de San Pablo se expandieron exponencialmente en convivencia con el gobierno militar de entonces, que disciplinaba a la clase obrera y a los militantes políticos mientras la renta se distribuía de forma desigual y se consolidaba un sistema productivo que, con las diferencias del caso, aún impera. Es decir, Brasil apostó siempre a un desarrollismo que harto enriqueció a un sector y excluyó a otro.
Por otra parte, Da Silva quiere intensificar el intercambio comercial con esa región – el año pasado fue de 3900 millones de dólares-, ya que representa sólo el 1,7 por ciento del comercio brasileño con el mundo y ninguna de las naciones anfitrionas está entre los 10 primeros compradores o vendedores de Brasil.
“Se trata de países que, si bien son pequeños, tienen un alto poder adquisitivo, y ahora abren la posibilidad de diversificar, de salir un poco de los productos tradicionales como los primarios e incluir ítems de mayor valor agregado”, declaró una fuente oficial.
Luego, la semana que viene, Da Silva no regresará al Cono Sur sino que partirá para España para entrevistarse en Madrid con el jefe del ejecutivo José Luis Rodríguez Zapatero y con el rey Juan Carlos. Allí también se moverá en busca de inversiones y por la ampliación del mercado de los mal llamados “biocombustibles”.
Esa denominación pretende confundirlos por combustibles preocupados por la vida, o cualquier combinación etimológica posible, cuando en términos concretos, en la actualidad, quienes están a la vanguardia de la materia, Brasil y los Estados Unidos, usan para conseguir etanol productos agrícolas sensibles a la dieta alimenticia de Latinoamérica.
"Con España nos unen lazos culturales e históricos, y es un país con el que tenemos relaciones modelo", dijo la responsable de los asuntos europeos en Itamaraty (cancillería brasileña), María Fontenele Reis, y anticipó que Da Silva firmará con Zapatero acuerdos de cooperación científica y tecnológica.
Asimismo, Reis no confirmó si las conversaciones bilaterales incluirán el interés español en la instalación de un puerto de trasbordo para su flota pesquera en el nordeste brasileño.
Desde 1998, cuando el entonces presidente Fernando Henrique Cardoso comenzó el proceso privatizador, España se situó como uno de los principales inversores en el mercado brasileño. Ese año llegó a ser el número uno en esa lista al mantener el 22 por ciento de las inversiones externas. Y, desde 2006, ocupa el tercer lugar.
Fuente: Agencia Periodística del MERCOSUR (APM), Mar del Plata / Argentina
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