Los ochenta

31/07/2007
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No se trata de la generación de los ochenta, aquel período entre l880 y 1912 exaltado todavía entusiastamente por muchos, en que se consolidó y aumentó el poder de las oligarquías o elites nacionales seducidas hasta la complicidad por los capitales extranjeros y se impuso con la consigna de Roca "Administración y Progreso".

No. Se trata de algo más simple y más actual. Un esfuerzo por trasmitir con dos pinceladas de la historia argentina, lo duro y movido de la realidad vivida por quienes como yo, hemos transitado ese camino durante los últimos ochenta años a los que acabo de arribar precisamente el 1ro de Agosto de este 2007. Mientras escuchaba distintas expresiones de congratulación, asombro o humor, mi mente retrocedió en el tiempo y abarcó un panorama digno de reproducirse.

Nací tres años antes de la revolución del 30. Irigoyen y Uriburu. Con 16 años de edad, en el Seminario me enteré superficialmente de la revolución d el 43. El Gral. Pedro Ramírez, persona grata a mis formadores eclesiásticos asumía la presidencia en lugar de Rawson. Un proceso que después de hechos tan importantes como el papel del coronel Perón liberado de Martín García para ocupar el Ministerio de Guerra, lo lleva finalmente a la Presidencia en 1946 por voto popular. El entusiasmo por las conquistas alcanzadas durante su gobierno se nos trasmitía sin reparos, después de que la iglesia oficialmente en aquella oportunidad había ordenado votarlo. Eclesiásticos de prestigio lo acompañaban en distintas funciones. Las leyes favorecían plenamente a la iglesia. Todo lo contrario de su segundo gobierno en que las relaciones se volvieron de tal modo conflictivas que concluyeron con un alzamiento militar- eclesiástico deponiéndolo. Ya estaba ordenado de sacerdote y desempeñaba el ministerio en Villa María. Allí la iglesia que había cambiado de bando, me embanderó con la revolución "libertadora" del 55, animada por el Cristo vence, un escudo inventado y fabricado en Córdoba (una cruz plantada en el vértice de una V de la victoria). Nos encargábamos de la venta y distribución de aquella insignia, fervorosamente. La iglesia identificada con Cristo y Cristo identificado con la iglesia. Pero el Concilio vaticano II renovó los aires, y en la Iglesia brotaron voces de resistencia para abrirla al mundo y a los pobres, identificados con la clase obrera. Comenzaban ya a distinguirse la iglesia posconciliar y la restauracionista.

1966, revolución que lleva a la presidencia a un General católico y cursillista, Juan Carlos Onganía. Euforia eclesiástica. Nacimiento de la guerrilla. Encíclica para el progreso de los pueblos. Proclama de 18 obispos del tercer mundo que origina movimientos sacerdotales en Latinoamérica En Argentina, el de sacerdotes para el tercer mundo. Reclamando por los derechos de los pueblos pobres y de los pobres de los pueblos. Tiempo de "acontecimientazos": corbobazo, ferreyrazo,viborazo,navarrazo…

1972 Trelew, masacre de Ezeiza. Después, tercera presidencia democrática de Perón. Su muerte y la sucesión en el cargo de su mujer Estela I. Martínez. Desorden administrativo, falta de autoridad, acción criminal de las tres "A", influencia perniciosa de López Rega. Las Fuerzas armadas se sienten responsables de reorganizar el país y dan el golpe del 24 de marzo d el 76. Treinta mil desaparecidos en campos de concentración, cárceles, torturas, lanzamientos al mar, fusilamientos. Muchos laicos comprometidos, sacerdotes y obispos, mártires. La Iglesia en silencio y reprimiendo las denuncias de los que se atrevían a hacerlas. El Concilio Vaticano II y la Conferencia episcopal de Medellín continúan sin embargo poniendo fuego a la lucha por la justicia social. Los tiempos exigen definiciones. Cada acontecimiento reclama una opción clara. Si nos detenemos en cada uno nos damos cuenta de qué difícil era permanecer de pie y ser consecuente con uno mismo. Lo que logré, poder mirarme a mí mismo hoy, a los ochenta, lo debo a todos los que me acompañaron, me sostuvieron, se apoyaron en mí, me reprocharon errores y en el fondo me ayudaron a vivir y a ser feliz. Gracias.

- José Guillermo Mariani (pbro)
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