El referéndum del TLC: Cuando la injusticia secuestra a la verdad

07/10/2007
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“La ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que detienen con injusticia la verdad”.

Carta de San Pablo a los Romanos 1:18.

Un referéndum que resulta ser histórico para el pueblo de Costa Rica resume su desenlace con el 96 por ciento de las mesas electorales escrutadas. Luego de una intensa campaña que fluctuó entre lo mediático y lo ingenioso, el voto a favor de firmar el Tratado de Libre Comercio con Centroamérica, República Dominicana y los Estados Unidos (Sí) obtuvo un 51.6% de los votos y el voto en contra del mismo (No) obtuvo el 48.3%. Es decir, que la diferencia numérica entre una opción y la otra es de apenas 50,000 votos. Como se ha indicado en numerosos partes de prensa, la victoria del Sí supondrá la ratificación automática del Tratado de Libre Comercio (TLC) de América Central y República Dominicana con Estados Unidos. Costa Rica era el único país que no lo había ratificado hasta el momento. Ahora bien, ¿cuánto de verdad hay en una victoria como ésta?

Sobre este resultado, hay que señalar, en primer lugar, la enorme e indebida presión de los EEUU para forzar al país a un voto por el SÍ. Conforme al periódico costarricense “La Nación”, Susan C. Schawb, Representante Comercial de los Estados Unidos (Ministra de Comercio Exterior), declaró que para los EEEUU es imposible una renegociación bilateral con Costa Rica del TLC basándose en el acuerdo existente con cuatro vecinos de Costa Rica y la República Dominicana. Así que, por un lado la funcionaria descarta la posibilidad de renegociar el tratado de libre comercio (y con ello la necesaria atención a las consecuencias nefastas que el mismo podría tener a la economía costarricense) y, por el otro hizo énfasis en “la incertidumbre imperante sobre las preferencias otorgadas al país mediante la Iniciativa para la Cuenca del Caribe.” O sea, amenazó sutilmente con la cancelación de los beneficios arancelarios de los productos costarricenses en los EEUU si el pueblo no votaba a favor del “Sí”. De igual manera cabe destacar el despliegue de la maquinaria publicitaria del propio gobierno del presidente Oscar Arias a favor del Sí tanto como la de los propios medios de comunicación, mayormente en manos privadas.

En el caso de Costa Rica, podría decirse que el mero hecho de la oportunidad de un voto popular en este referéndum es un adelanto de la democracia en el marco de los tratados de libre comercio. Hay que recordar que la mayoría de los tratados regionales y bilaterales han sido firmados sin ningún tipo de consulta a los pueblos y, sin embargo, pretenden vincular a sus constituyentes. Ahora bien, la democracia no puede quedar reducida a un carnaval de votaciones carentes de sentido o mediando influencias indebidas y violatorias a los mas elementales principios de soberanía y libertad. ¿Cómo puede una persona estar abierta a contemplar opciones y a elegir votar por alguna de ellas si su consentimiento está viciado por las amenazas de un socio poderoso? Eso, de por sí, quita poder a la elección y la secuestra a partir de lo que resulta inevitable e irremediable. Así, el alegado poder del pueblo se traslada a otros recintos con más fuerza y decisión. De igual manera, el Estado costarricense es un manjar para las corporaciones transnacionales. Desde hace muchos años existe una industria de las telecomunicaciones, al igual que una industria de seguros que mantienen un monopolio estatal. Sería muy fácil que, tras la firma del Tratado, las multinacionales comiencen a impugnar el monopolio para arrebatarle al pueblo estas industrias y privatizarlas a su antojo. Entonces, lo que hasta ahora ha sido una opción soberana por un Estado solidario, queda “cautivo” ante la opresión de los mecanismos del mal llamado “libre comercio”.

Si bien el Presidente de Costa Rica, Dr. Oscar Arias habla en términos del ejercicio de una “voluntad sagrada” (refiriéndose al voto a favor del Sí), quizás todavía no sea tiempo para hablar en términos definitivos. Ante un margen tan estrecho, los detractores del TLC hablan de cautela y de “recuento voto a voto”. O sea, que un recuento muy bien podría arrojar un resultado distinto al publicado. Sin embargo, de mantenerse el resultado, nos parece que el gobierno de Costa Rica no la tiene fácil. Debe reconocer que tiene un país dividido y que cualquier acción ulterior relacionada con el TLC tendrá a la mitad del país en la calle. Entonces, se abre un nuevo frente de lucha en lo que se ha llamado “la agenda complementaria”. De aquí al 29 de febrero del 2008 las fuerzas opositoras al Tratado tendrán que articular una propuesta que mitigue, aunque sea un poco, los impactos adversos del TLC en la economía y sociedad costarricenses. Se trata de abrir un frente de legislación que proteja y fortalezca a entidades públicas tales como el Instituto Costarricense de Electricidad, institución del Estado que tiene a su cargo la telefonía residencial y celular, la generación de electricidad hídrica, eólica y térmica, así como empresas subsidiarias que monopolizan la Internet como RACSA. Así, tocará también legislar un aumento de apoyo presupuestario a la educación estatal de un 6% del PIB a un 8%, el impulso de protecciones a los agricultores sobre bases similares a las que tienen los propios EEUU y medir fuerzas en el área laboral y ambiental. Estos últimos dos temas han colocado en entredicho los tratados que EEUU ha firmado con Perú y Panamá y se especula que una administración demócrata detendría dichos acuerdos sobre estas bases.

Este artículo comienza con una cita del Nuevo Testamento. La cita no es gratuita. El encierro, el escondite o el impedimento de la verdad a partir del ejercicio de la injusticia es una de las formas más claras en que se puede definir el marco de acción de las ideologías de dominación desde la antigüedad hasta el presente. Frente a éstas, anteponemos la justicia que es por la fe y es gratuita (Romanos 1:17). Vida, fe y justicia se entrelazan en la gratuidad. En esta hora, afirmar lo gratuito, lo solidario y lo cooperativo sigue siendo la agenda de resistencia ante la dominación del neoliberalismo. Estamos llamados a enfrentar a la globalización y a la idea del mercado total desde esas trincheras cotidianas que afirman el servicio como valor fundamental, en la medida en que seguimos tejiendo ese “otro mundo posible”.

- Angel Luis Rivera Agosto es abogado, ministro evangélico puertorriqueño y coordinador del Programa de Fe, Economía y Sociedad del Consejo Latinoamericano de Iglesias (CLAI)
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