Injusta legislación pesquera

07/05/2002
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Calmado se levantó el día en aquella mañana de invierno en el puerto de San Antonio. El sol radiante le infundía un aire primaveral e hizo olvidar la noche tormentosa que le precedía. Fue la noche larga y oscura en que los vecinos y amigos se despidieron de Juan Martínez. Juan era pescador como tantos otros en San Antonio, pequeña ciudad en la costa del Pacífico, a 100 km. al oeste de Santiago de Chile. Ahora estaban velando a Juan en el living de su casa. Todo pasó tan rápido. La noche anterior salió a pescar junto a sus amigos Alfredo Santander, Damián Miranda y Carlos Meléndez. Unas horas después otros pescadores encontraron los cuerpos sin vida de Juan y Alfredo, amarrados al bote “Huachupé” que se había dado vuelta. El cuerpo de Damián apareció dos meses más tarde en un lugar mucho más al norte y Carlos quedó desaparecido. Lo particular del caso es que no fue un accidente así no más, como todo pescador sabe que puede ocurrir en cualquier momento. Esta vez la responsabilidad de lo sucedido se atribuye directamente al modelo económico y su efecto en la actual legislación pesquera de Chile. En todas las palabras que se dijeron en los funerales en la caleta Puertecito de San Antonio, e incluso en la oración del sacerdote, se hizo clara alusión a las consecuencias mortíferas que trae el modelo actual que exige cada día sacrificios humanos para satisfacer su voracidad de ganancia. Por eso, no sólo las especies marinas están amenazadas de la extinción, lo son también los pescadores artesanales y sus familias, comunidades costeras enteras condenadas a la desaparición. El presidente de la Confederación de Pescadores Artesanales de Chile, CONAPACH, Cosme Caracciolo, un pescador de San Antonio, pronunció la palabra crimen. “Lo que se está haciendo a nuestro sector es un crimen, lo que hoy llora la comunidad de pescadores artesanales, es un asesinato”. En realidad, el problema comenzó varios años atrás. Los grandes empresarios pesqueros están presionando al gobierno a que se modifique la actual Ley de Pesca y se introduzca la modalidad de “límites máximos de captura”. En lo concreto, este nuevo término tiene el mismo efecto como lo que se llamaba el régimen de cuotas individuales transferibles, CIT. Eso quiere decir que se entregarían permisos de pesca gratuitamente y a perpetuidad en forma de documentos de valor que se pueden transferir, vender e incluso transar en la bolsa. Será el primer paso decisivo para poder privatizar paulatinamente todos los recursos pesqueros, lo que en consecuencia significa la eliminación de la pesca artesanal. O sea, los pescadores se verán cada vez más impedidos a pescar pues lo que sacan del mar será propiedad privada de una empresa, por lo tanto la pesca artesanal se convertirá en un delito. Cuando hace tres años el tema se comenzó a debatir en el parlamento, las protestas de los pescadores hicieron desistir al gobierno de despachar la reforma a la ley y meses más tarde se volvió a plantearla -luego de unas supuestas modificaciones insignificantes- bajo la nueva fórmula. Cabe destacar, y los pescadores en reiteradas oportunidades así lo señalaron, que el sistema de cuotas individuales tuvo consecuencias nefastas en los países que lo aplicaron. El costo ecológico y social, en Nueva Zelanda y Canadá por ejemplo, fue enorme. Chile tiene en sus 4000 km. de costa 436 caletas de pescadores. Los primeros asentamientos humanos en la costa del Pacífico del Chile actual, fueron pescadores. Existen vestigios de la cultura Chinchorro en el norte del país que datan de 10 a 12 mil años a.C. Con razón se indignan los pescadores artesanales cuando las empresas pesqueras aluden a supuestos “derechos históricos” para justificar su participación en el reparto de las cuotas de captura que, además, es ostentosamente desigual; 80% para la industria y 20% para el sector artesanal. Cristian Miranda, el coordinador del Comando de Defensa de la Pesca Artesanal nos explica las consecuencias dramáticas que tiene la aplicación del sistema de cuotas de captura en el caso de la merluza en la provincia de San Antonio, donde viven alrededor de 2000 pescadores de este recurso. “En los últimos meses nos ha tocado 572 toneladas. Eso lo pescamos en 8 a 10 días, el resto del mes quedamos cesantes. Por eso la desesperación de muchos pescadores cuando se va terminando la cuota. Aún con mal tiempo se arriesgan a la mar y el último gran accidente fue directamente producto de eso; la angustia por no poder pagar las deudas, los gastos de todos los días, el colegio de los niños, en fin. Se entregan las riquezas del mar, patrimonio de todo el pueblo, en propiedad privada de algunas empresas y nosotros morimos de hambre. Pero somos nosotros, los pescadores artesanales, que sabemos trabajar responsablemente y con una visión de desarrollo sustentable. Nosotros vivimos en armonía con la naturaleza, jamás depredamos, nosotros cuidamos el mar porque es nuestro y nos trae generosamente el alimento para nuestro pueblo. Trabajamos con artes de pesca selectivas, no hacemos daño, pero hoy se quiere premiar a aquellos que más daño han provocado. Nosotros proponemos que se modifique la actual Ley de Pesca, pero de un modo responsable en el aspecto ecológico, económico y social. No nos gusta hablar de “recursos”. El modelo neoliberal ve en todas las riquezas de la creación meramente recursos, elementos con que hacer ganancias y acumular dinero. Nosotros trabajamos para el consumo humano, generamos empleo y desarrollamos a las comunidades costeras. En Chile hay 60.000 pescadores artesanales. Sumando las actividades anexas como encarnadoras, fileteadoras, trabajadores de muelle, etc., y multiplicando esta cifra con la de las personas que componen la familia, llegamos a medio millón de personas que viven directamente de la pesca artesanal. En un país con 15 millones de habitantes un número considerable”. La situación se pondrá más complicada con el acuerdo de Libre Comercio entre la Unión Europea y Chile. En lo que respecta al tema de la pesca, Cosme Caracciolo lo calificó de “transnacionalización” de los recursos pesqueros, proceso que incluso afectaría los intereses marítimos y de soberanía del país. Habrá un traspaso permanente de cuotas de los recursos pesqueros al sector industrial para que éste y no el Estado chileno negocie con los europeos. Caracciolo manifiesta la preocupación del sector artesanal porque la presencia de la flota extranjera en las zonas de pesca nacionales podrá alcanzar incluso a las cinco millas, zona de protección y reservada a los artesanales. “No existe certeza desde donde podrán operar las naves extranjeras. En un principio se habló desde la milla 13 hacia afuera, pero en todo caso, los más afectados seremos el sector artesanal el cual corre, ahora en forma cierta, el riesgo de desaparecer”, dijo. Por su parte, Juan Carlos Cárdenas, director del Centro Ecocéanos, comenta: “A diversos sectores políticos, sociales y empresariales les llama la atención el apresuramiento con que se buscó establecer este acuerdo antes que finalizara la presidencia de seis meses de España en la UE.(...)Lo que más preocupa a las organizaciones ambientalistas, de pescadores artesanales y comunidades costeras ha sido la absoluta falta de información y participación pública en todo el proceso de negociación”. Además, se desconoce un largo historial de situaciones de sobreexplotación efectuada por naves de capitales españoles a nivel mundial. Pero en la actualidad un 40% de la flota pesquera industrial europea está sin caladeros, y cada año recibe alrededor de 1.300 millones de dólares de subsidios provenientes de fondos públicos, de los cuales un 50% va a la mantención y modernización de la flota española que tiene un tamaño 20% superior al de la ya sobredimensionada flota industrial chilena. Cristian Miranda teme que las consecuencias del acuerdo firmado con la Unión Europea pueden ser fatales. “Los españoles son los más depredadores del mundo, que junto con los japoneses han acabado con varias especies. Lo depredan todo y todo lo convierten en harina. Estos barcos son ciudades flotantes con autonomía para estar un año en el mar. Llevan incluso en su interior plantas de harina porque tienen capacidad de 2.500 y 3.000 toneladas. Sin duda, la pesca fue la moneda de cambio en este tratado, y los más perjudicados seremos nosotros, los pescadores artesanales, porque en las actuales circunstancias se tratará de agilizar más aún el tema pendiente de las cuotas individuales con los cuales los industriales se quieren asegurar la propiedad de los recursos”. Leo Wetli, sacerdote suizo radica en Chile desde hace 10 años. Actualmente apoya en la formación y comunicación de los pescadores y es colaborador de la revista "Punto Final".
https://www.alainet.org/es/active/2014
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