Hojas que se lleva el viento
11/09/2008
- Opinión
El presidente Uribe, ha insinuado que no aspiraría a la segunda reelección. Suenan bronces celebrando lo que se considera ya, una decisión y las cábalas en torno al sobrevenir institucional se desatan. Sin embargo, ¿hay razón para semejante algarabía?
El anuncio se produce un día después de que el proyecto de referendo para su soldadura a la silla presidencial se presenta al Congreso, es decir cuando es más fácil debatirlo que retirarlo, y un mes después de que la registraduría hiciera la dispendiosa, y costosa, revisión de los tres millones de firmas que no son cinco, como pregonan los orondos uriboeleccionistas. La maquinaria de la reelección se ha desengranado y por inercia seguirá rodando.
Sin duda que hay muchas razones para tomar una decisión en tal sentido. El periódico, El nuevo Siglo , publica un análisis con 15 razones para que el Presidente entre en razón y desista de ese proyecto que sin querer queriendo, como el chavo del ocho, ha puesto a trajinar. Todas ellas muy certeras y claramente expuestas. Pero, una segunda lectura de esas mismas razones puede llevar a pensar que la repentina conversión del Presidente a la sensatez y a la democracia no es como parece, pues ellas mismas sirven de contra argumentación. Es decir, de razones para proseguir en su “embeleco”, como él mismo diría.
Como primer argumento atribuye el periódico, El Nuevo Siglo, un celo del gobernante de no lesionar la estabilidad institucional, lo cual sería novedoso y contrario a lo exhibido, máxime si del río revuelto de la desinstitucionalización él y sus huestes, han logrado pescar. La judicialización del la cúpula gubernamental, la riña permanente con las Cortes y los pasos de animal grande de la Corte Penal Internacional, son ingredientes que más que detener las aspiraciones de perpetuidad en el Gobierno, las impulsan. Se percibe que la soga de la justicia se cierra sobre los cuellos del alto Gobierno y del mismo Presidente, siendo el mango de la discordia con las Cortes nacionales e internacionales. La acción de la justicia para los suyos se puede detener o aplazar más fácil desde el Gobierno que fuera de él, causa que ningún sucesor le pueda garantizar. Además, ya anunció que no se dejaría llevar ante la Corte Penal Internacional, así como Mancuso, dijo: “que no pagaría un solo día de cárcel”.
La sacada de trapos al sol con el liberalismo y con la oposición en general, no es un fenómeno que suscite el pudor presidencial, aunque tenga que ocuparse más en su defensa, por esto mismo necesita de más tiempo y demanda los recursos institucionales de la presidencia. Su obra de acabar con la oposición está trunca, mientras pocos personajes en el país comparten tal obsesión.
Tampoco ha mostrado el mandatario, mayor consideración a la opinión internacional, de ser así no habría hecho del servicio diplomático un burladero para sus allegados requeridos por los tribunales. Tal es el desdén por lo internacional que bombardeó un país vecino, de otro secuestro a Granda que no tenía, en ese entonces, orden de captura. Ni qué decir del uso indebido del logo de la Cruz Roja. Antes de salir a una gira por Europa expresó: “qué importa que me digan paramilitar”.
Si bien la administración Uribe muestra gran celo con los intereses empresarios, en desmedro de los de la nación, y que este Gobierno se apuntala tanto en las alianzas “non sanctas” como en los gremios económicos que han coadministrado en la era Uribe. También, es cierto que las consideraciones de conveniencia económica no han detenido las ventoleras gubernamentales. Tanto que llegó a lanzar al traste las relaciones con el segundo socio comercial colombiano, Venezuela. No por ello dejó de contar con el respaldo de los gremios económicos. Igual con la aprobación del TLC, donde todo lo que hace el Gobierno parece destinado a contrariar a la mayoría demócrata en el congreso de los Estados Unidos. ¡Hasta ha entrado a hacerle campaña al candidato republicano!
El hecho de que Chávez y Correa, quieran permanecer en sus gobiernos de Venezuela y Ecuador respectivamente, lejos de darle luces a Uribe sobre un retiro prudente no lo deja dormir: no se concibe él, alejado del Gobierno mientras sus antagonistas políticos permanecen en sus cargos.
Yerra el diario El Nuevo Siglo cuando atribuye a Álvaro Uribe, una alta valía de “la majestad de la institución presidencial”. Que quiera concentrar poder en la figura presidencial cuando él, es el Presidente, no quiere decir que valore la institución. Al contrario, es el único gobernante de Colombia que ha hecho de la “casa de nari” una verdulería, y en ese estilo se siente a sus anchas. No en vano ha afirmado: “Yo soy un gamín”, “o le doy en la cara marica”.
Sobre la consideración a sus posibles sucesores estancados, nada más lejos del sentir presidencial. Ninguno puede asegurar sus intereses, ni remendar una coalición hecha flecos, menos mantener el embrujo popular. Justamente eso hace que él, se sienta solo en la plaza que se crea insustituible. Su megalomanía no admite sombra, por eso su mejor estado es la soledad que lejos de agobiarlo le insufla brío a su delirio de grandeza.
Aunque las consideraciones anteriores fallaran en el cálculo, y el enunciado sobre su desinterés en permanecer en el poder fuese una promesa, hay que ver el devenir de las promesas del presidente Uribe. Ya antes había prometido no hacerse reelegir, e incumplió, prometió acabar con la politiquería y la corrupción, y al aliarse con los politiqueros y corruptos faltó a la palabra empeñada; prometió defender la constitución y la ley, a ambas las pasó por la motosierra, ha incumplido los compromisos del Gobierno ante la OIT, ante los organismos de derechos humanos, y ante la bancada demócrata de los EE.UU, Ha incumplido los acuerdos pactados con los indígenas del Cauca; le incumplió a los cocaleros de Tarazá, en Antioquia. También, les incumplió a los camioneros, no le cumplió a Yidis Medina, ni a Teodolindo Avendaño, ni a los paramilitares. Hasta prometió erradicar la coca y se vive en tremenda bonanza…
Las promesas del actual Gobierno son como las de las cumbiamberas: “hojas que se lleva el viento / cuando se apagan las velas se acaban los juramentos”.
Septiembre, 12 de 2008
- José Darío Castrillón Orozco es Psicólogo
Fuente: Semanario Virtual Caja de Herramientas
Corporación Viva la Ciudadanía. www.vivalaciudadania.org
El anuncio se produce un día después de que el proyecto de referendo para su soldadura a la silla presidencial se presenta al Congreso, es decir cuando es más fácil debatirlo que retirarlo, y un mes después de que la registraduría hiciera la dispendiosa, y costosa, revisión de los tres millones de firmas que no son cinco, como pregonan los orondos uriboeleccionistas. La maquinaria de la reelección se ha desengranado y por inercia seguirá rodando.
Sin duda que hay muchas razones para tomar una decisión en tal sentido. El periódico, El nuevo Siglo , publica un análisis con 15 razones para que el Presidente entre en razón y desista de ese proyecto que sin querer queriendo, como el chavo del ocho, ha puesto a trajinar. Todas ellas muy certeras y claramente expuestas. Pero, una segunda lectura de esas mismas razones puede llevar a pensar que la repentina conversión del Presidente a la sensatez y a la democracia no es como parece, pues ellas mismas sirven de contra argumentación. Es decir, de razones para proseguir en su “embeleco”, como él mismo diría.
Como primer argumento atribuye el periódico, El Nuevo Siglo, un celo del gobernante de no lesionar la estabilidad institucional, lo cual sería novedoso y contrario a lo exhibido, máxime si del río revuelto de la desinstitucionalización él y sus huestes, han logrado pescar. La judicialización del la cúpula gubernamental, la riña permanente con las Cortes y los pasos de animal grande de la Corte Penal Internacional, son ingredientes que más que detener las aspiraciones de perpetuidad en el Gobierno, las impulsan. Se percibe que la soga de la justicia se cierra sobre los cuellos del alto Gobierno y del mismo Presidente, siendo el mango de la discordia con las Cortes nacionales e internacionales. La acción de la justicia para los suyos se puede detener o aplazar más fácil desde el Gobierno que fuera de él, causa que ningún sucesor le pueda garantizar. Además, ya anunció que no se dejaría llevar ante la Corte Penal Internacional, así como Mancuso, dijo: “que no pagaría un solo día de cárcel”.
La sacada de trapos al sol con el liberalismo y con la oposición en general, no es un fenómeno que suscite el pudor presidencial, aunque tenga que ocuparse más en su defensa, por esto mismo necesita de más tiempo y demanda los recursos institucionales de la presidencia. Su obra de acabar con la oposición está trunca, mientras pocos personajes en el país comparten tal obsesión.
Tampoco ha mostrado el mandatario, mayor consideración a la opinión internacional, de ser así no habría hecho del servicio diplomático un burladero para sus allegados requeridos por los tribunales. Tal es el desdén por lo internacional que bombardeó un país vecino, de otro secuestro a Granda que no tenía, en ese entonces, orden de captura. Ni qué decir del uso indebido del logo de la Cruz Roja. Antes de salir a una gira por Europa expresó: “qué importa que me digan paramilitar”.
Si bien la administración Uribe muestra gran celo con los intereses empresarios, en desmedro de los de la nación, y que este Gobierno se apuntala tanto en las alianzas “non sanctas” como en los gremios económicos que han coadministrado en la era Uribe. También, es cierto que las consideraciones de conveniencia económica no han detenido las ventoleras gubernamentales. Tanto que llegó a lanzar al traste las relaciones con el segundo socio comercial colombiano, Venezuela. No por ello dejó de contar con el respaldo de los gremios económicos. Igual con la aprobación del TLC, donde todo lo que hace el Gobierno parece destinado a contrariar a la mayoría demócrata en el congreso de los Estados Unidos. ¡Hasta ha entrado a hacerle campaña al candidato republicano!
El hecho de que Chávez y Correa, quieran permanecer en sus gobiernos de Venezuela y Ecuador respectivamente, lejos de darle luces a Uribe sobre un retiro prudente no lo deja dormir: no se concibe él, alejado del Gobierno mientras sus antagonistas políticos permanecen en sus cargos.
Yerra el diario El Nuevo Siglo cuando atribuye a Álvaro Uribe, una alta valía de “la majestad de la institución presidencial”. Que quiera concentrar poder en la figura presidencial cuando él, es el Presidente, no quiere decir que valore la institución. Al contrario, es el único gobernante de Colombia que ha hecho de la “casa de nari” una verdulería, y en ese estilo se siente a sus anchas. No en vano ha afirmado: “Yo soy un gamín”, “o le doy en la cara marica”.
Sobre la consideración a sus posibles sucesores estancados, nada más lejos del sentir presidencial. Ninguno puede asegurar sus intereses, ni remendar una coalición hecha flecos, menos mantener el embrujo popular. Justamente eso hace que él, se sienta solo en la plaza que se crea insustituible. Su megalomanía no admite sombra, por eso su mejor estado es la soledad que lejos de agobiarlo le insufla brío a su delirio de grandeza.
Aunque las consideraciones anteriores fallaran en el cálculo, y el enunciado sobre su desinterés en permanecer en el poder fuese una promesa, hay que ver el devenir de las promesas del presidente Uribe. Ya antes había prometido no hacerse reelegir, e incumplió, prometió acabar con la politiquería y la corrupción, y al aliarse con los politiqueros y corruptos faltó a la palabra empeñada; prometió defender la constitución y la ley, a ambas las pasó por la motosierra, ha incumplido los compromisos del Gobierno ante la OIT, ante los organismos de derechos humanos, y ante la bancada demócrata de los EE.UU, Ha incumplido los acuerdos pactados con los indígenas del Cauca; le incumplió a los cocaleros de Tarazá, en Antioquia. También, les incumplió a los camioneros, no le cumplió a Yidis Medina, ni a Teodolindo Avendaño, ni a los paramilitares. Hasta prometió erradicar la coca y se vive en tremenda bonanza…
Las promesas del actual Gobierno son como las de las cumbiamberas: “hojas que se lleva el viento / cuando se apagan las velas se acaban los juramentos”.
Septiembre, 12 de 2008
- José Darío Castrillón Orozco es Psicólogo
Fuente: Semanario Virtual Caja de Herramientas
Corporación Viva la Ciudadanía. www.vivalaciudadania.org
https://www.alainet.org/es/active/26310
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