La Minga continúa

28/10/2008
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La Minga continúa. No es una caminata, no es una marcha, no es un acontecimiento aislado. La Minga es una rebelión que se nos está instalando en el alma, que se nos está metiendo en los genes, que se nos está arraigando en la conciencia y que sus enemigos no expugnarán ni destruirán por más que usen la picana. La Minga no se acaba. La Minga somos todos en la lucha por un mundo sustentable, por otra civilización posible. Somos la Minga.

Estamos en esta Minga de resistencia pacífica, Minga de los pueblos, Minga de los sectores populares, Minga de las pieles quemadas por el sol y de los pies de piedra descalza de volcán de los Andes, Minga de las manos de los niños que siembran maíz y papa; Minga de las mujeres que levantan sus bastones de mando y cargan a sus hijos en las espaldas; Minga de los viejos y de los ancianos que dan ejemplo con sus rostros severos y sus ojos tiernos. El movimiento ambientalista está en la Minga, no sólo porque seamos solidarios con los pueblos indígenas “alzados en bastones de mando”, sino porque las reivindicaciones que enarbolan nuestras hermanas y hermanos son también las que levanta el movimiento ambientalista en América Latina. Sus luchas son también nuestras. Por eso el ambientalismo está alzado en utopías, alzado en esperanzas al lado de los herederos de Quintín Lame, de La Gaitana, de Álvaro Ulcué, de Kimi Pernía, de Túpac Amaru, de Atahualpa y de tantos seres cuyos nombres están sembrados como semillas de esperanza en la memoria de los pueblos. El sacrificio de aquellos que perecieron luchando por la liberación de la Madre Tierra, por la liberación de sus hijos esclavizados, por la liberación de los dioses sometidos, por la liberación de las conciencias doblegadas y de los cuerpos mancillados, no está siendo en vano. Hoy hasta los huesos de nuestros ancestros se están poniendo de pie para enfrentar tanta ignominia.

Los del poder, ilegítimo y mafioso, serán siempre inferiores a aquellas y aquellos que sólo esgrimen la verdad maravillosa de la desnudez y la humildad de sus palabras. No importa que los del poder ilegítimo se pavoneen con arrogancia y contumacia sobre tarimas improvisadas para aterrorizar y para realizar promesas torticeras. Ya se sabe que siempre han desoído, que no pueden escuchar más que sus propias palabras, que son incapaces de sentir las voces de las nubes y de las aguas, de hablar con los espíritus de los abuelos, de ser parte del territorio y de leer las puestas del sol. Se sabe que nada conocen de las historias de los Mohanes que cuidan las aguas. Con tanta ignorancia y con tanta presunción no podrán gobernar más que a favor de intereses mezquinos y para que su propia descendencia se reproduzca en su indolencia, mientras también aprende a usurpar.

Estos que ocupan los solios del poder, que con fuerzas criminales asaltaron la democracia y secuestraron el Estado, se rodean de charlatanes que leen las cartas de la baraja, escupen en las tazas de porcelana francesa para adivinar el futuro; son éstos quienes se apropian de las “aseguranzas” de los Mamos y del sombrero “vueltiao” y les usan fraudulentamente; éstos del poder frágil como tasa de barro, quieren convencer a la humanidad de que sus mentiras son la verdad. Pero yerran, pues las gentes que tiene sus raíces hendidas en el territorio se dan cuenta, los reconocen y los perciben como los gestores de un demencial pacto de destrucción y de saqueo de la naturaleza, de las culturas, de las riquezas de los pueblos. Nada hay que temer, sabemos que sus espíritus desvergonzados deambularán por los avernos que ellos mismos crearon. Los indígenas de todo el país se han puesto en alerta y todas las organizaciones del movimiento social debemos también estar atentos. Otro engaño no se producirá, así los áulicos del poder tengan toda la intención de fabricarlo. Nos dirán que los indígenas disparaban con armas a los policías, pero las imágenes de CNN los controvertirán; nos dirán que los indígenas no querían dialogar, pero fuimos testigos de que ellos esperaron durante más de un día a que el gobernante se dignará a ir donde estaban las gobernados; nos dirán que los indígenas que marchaban eran terroristas o que estaban infiltrados por terroristas y nosotros atestiguaremos que eran sólo gentes humildes con sus bastones, con sus rostros descubiertos. Diremos, en cambio, que hemos visto en la televisión personajes vestidos de civil, cubiertos con pasamontañas, protegidos por las fuerzas del Estado y otros con trajes de militares, con el rostro cubierto, disparando con sus fusiles a la multitud. Lo que vimos no podrán quitárnoslo de la mente, por más que revivan al propio Joseph Goebbels, el padre de la propaganda fascista.

Hemos sido testigos de la indolencia y desvergüenza de quienes han perpetrado los crímenes que se ensañan contra los hombres y mujeres de piel de tierra. ¿Cuándo entenderán que su proyecto de destrucción y acumulación es un desastre para la humanidad y para sus propios descendientes?

El movimiento ambientalista también levanta su puño. El ambientalismo latinoamericano ha hecho suyos los propósitos de liberar a la Madre Tierra de las garras del mercantilismo y de la codicia capitalista; se ha propuesto luchar por descolonizar nuestro pensamiento, reivindicando las raíces del Abya Yala y gestando proyectos de vida para sociedades sustentables, o lo que es lo mismo, proyectos para la Buena Vida. El ambientalismo también camina la palabra, el ambientalismo también se propone sacar las relaciones económicas de las garras del mercado capitalista. El ambientalismo está luchando por las soberanías de los pueblos: por la soberanía alimentaria, energética, ecológica y por los buenos gobiernos. Estamos con ustedes, hermanos y hermanas de esta tierra que madura.

Estamos en Minga.
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