Derecho a la salud, acceso a la información y la gripe AH1N1

16/06/2009
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En pleno apogeo sobre la "cuarta urna", consulta o encuesta, como se  le llame, me parece prudente hacer un alto al altercado generado,  para abordar un tema inquietante relacionado con la vida misma, más  allá de las conquistas políticas. Me refiero al derecho a vivir y a  vivir con Salud.

 

El repunte inusitado en el país del virus de la gripe AH1N1, es una  indicación evidente de ocultamiento de información pública de interés  para la ciudadanía y población en general. De la noche a la mañana,  los casos comenzaron a salir a cuenta gotas, en principio, para  desbordarse en números que pasaron del 1 al 32; de 80 a 100 y hay  quienes aseguran que es factible hablar ahora de miles.

 

¿Quién sabe a ciencia cierta lo que pasa? La Secretaría de Salud,  desde que manipuló los primeros casos para ocultar datos de interés,  ha dejado de ser, por ahora, una fuente confiable.

 

En los pasillos hospitalarios el nerviosismo es evidente por la  censura impuesta para hablar del tema, la carencia de medicamentos y  hasta de mascarillas precisas para dotar a la población en general,  como prevención al riesgo. El titular de esa cartera ministerial,  desmiente cualquier tipo de desabastecimiento y acusa de  irresponsabilidad a quien intente informar al margen de la agenda  oficial que impone Casa Presidencial.

 

Cuando se presentó en el reality show gubernamental el primer caso de  la influenza, con una menor de edad, las autoridades lucían felices,  hasta besos daban a la menor para garantizar que el peligro había  pasado, conscientes que habían cometido una violación: el derecho a  la imagen de la menor y de su familia, estipulado en nuestras leyes y  en los convenios internacionales de derechos humanos y protección a  la infancia. Y como la tendencia generalizada es que las leyes no  sirven, ¿importó a alguien esa burda patraña de manipulación y  utilitarismo gubernamental?

 

¿Dónde estaban las organizaciones que protegen la niñez cuando  sucedió esto? Hasta la prensa, en gran parte, cayó en el juego de  mostrar el rostro de la menor, pero ahora, cuando la pandemia parece  haber afectado centros privados de la educación media y superior, "el  derecho a la imagen y la privacidad" se convierte en un dato de  protección confidencial.

 

Si bien es válido que se proteja la imagen, ese principio debe  aplicarse para todos: ricos y pobres, porque el derecho no es  exclusivo de unos en detrimento de otros, en este caso, los más  desposeídos.

 

Si la rectificación para la protección a la imagen e intimidad de las  personas se hizo a tiempo, ¡enhorabuena!, pero cuando el interés  público por conocer los alcances de la pandemia en Honduras es mayor  que el privado, la población tiene derecho a ser informada y a tener  acceso al dato, sin que ello ponga en riesgo la privacidad.

 

La relación entre derecho a la salud y acceso a la información es  simple y directa. El derecho a la información no es sólo un derecho  fundamental, sino que un derecho facultativo para la exigencia de  otros derechos  torales.

 

El caso de la salud y la gripe AH1N1, resulta especialmente  ilustrativo a este aspecto. Así lo indican los tratados  internacionales establecidos en el Pacto Internacional de Derechos  Económicos, Sociales y Culturales; la Convención sobre la eliminación  de todas las formas de discriminación contra la mujer, la Convención  sobre los Derechos de la Infancia, así como la Ley de Transparencia y  Acceso a la Información Pública, aprobada recientemente en Honduras.

 

El derecho a la información y el acceso a la información pública son  derechos fundamentales para la vida de las personas porque están  directamente vinculados no sólo a la democracia, la gobernabilidad,  la transparencia y la rendición de cuentas, sino que también a la  "calidad de vida".

 

En el caso que nos ocupa, qué tanto sabemos sobre los alcances de la  pandemia. ¿Está el país y su población preparados para resistirla?  ¿En qué consiste el plan de emergencia en salud al respecto?  ¿Sabremos antes del 28 de junio o después de esa fecha la verdad?  ¿Por qué se nos está vedando el derecho a saber y a conocer?  ¿Necesitamos una consulta para ello, o sencillamente ejercemos  nuestro derecho que nos otorga la ley de transparencia y acceso a la  información pública?

 

Si bien el pánico no debe apropiarse de la sociedad, que vive desde  los últimos tres meses intensos sobresaltos y saltos, las autoridades  están obligadas a proporcionarnos información completa, veraz,  adecuada y oportuna en los términos que establece la ley de  transparencia y acceso a la información pública que reivindica el  derecho a la información en nuestro país.

 

Según la organización internacional Artículo 19, que vela por la  libertad de expresión y el derecho a la información, la limitación  del ejercicio de acceso a la información en temas de salud, implica  coartar la posibilidad de gozar y contar con una buena salud.

 

Si bien la única certeza que tenemos en esta vida es la muerte; no  menos cierto es saber que tenemos derecho conocer de qué y por qué  vamos a morir. En este caso, tenemos derecho a saber los riesgos,  condiciones y opciones de vida ante una pandemia como la gripe AH1N1.

 

De ahí que me parece importante para éste y otros aspectos, concluir  con las siguientes frases del maestro de la ética periodística, el  colombiano Javier Darío Restrepo, cuando al abordar el tema del  acceso a la información considera que casi siempre: "Quién está en el  poder tiene una distorsión muy grande acerca de sí mismo y de la  función que le corresponde cumplir. En el menos malo de los casos,  cree que debe cumplir una función de padre solícito que, en razón de  su solicitud, despoja de la capacidad de decisión a su protegido".

 

La buena prensa, sostiene, es precisamente la que molesta a los  gobernantes. Quien está en el poder necesita, como aquel caballo de  Sócrates, un aguijón que le impida dormirse. "Hay una tentativa  general para prescindir de la prensa, como un intermediario inútil,  pues el gobernante al tener tanto poder en las manos cree que también  el de la información es un poder que debe manipular y que él puede  establecer línea directa con la población, sin intermediarios".   Obviamente, no es el caso de Honduras, ¿Usted qué piensa? ¿Hacemos  la consulta...?

 

 - Thelma Mejía es periodista. 

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